Donostia - ¿De quién es el fútbol? ¿De los entrenadores o de los jugadores? Resulta obvio que los técnicos cada vez tienen más peso en el devenir de los encuentros. Pero quienes deciden siguen siendo aquellos que se visten de corto, con su calidad y sus capacidades. El encuentro de ayer en Anoeta supone un ejemplo perfecto para ilustrar ambas vertientes, la del poder táctico de los banquillos y la de la preponderancia de los futbolistas susceptibles de desequilibrar la balanza. Imanol Alguacil y Javi Calleja libraron una preciosa partida de ajedrez. La disputaron, en cualquier caso, con el principal objetivo de que los equipos encontraran, a poder ser libres y con espacio para pensar, a sus elementos más destacados sobre el césped. Oriotarra y madrileño lograron cumplir, en cierto modo, con sus propósitos. A partir de ahí, el resultado final pasó por el acierto mostrado en los metros finales. Lo tuvo el Villarreal.

El inicio Arrancó el partido y tardaron bien poco en percibirse las intenciones de ambos equipos. El Villarreal quería comprimir líneas y que el partido se jugara a lo ancho. Si la Real juntaba un par de pases de seguridad, los amarillos se replegaban en un hermético y marcado 4-5-1 que dificultaba los ataques estáticos locales. El cuadro txuri-urdin, mientras, prefería que el encuentro se jugara a lo largo: retrasar el balón, combinar con Remiro, situar a los centrales en el borde del área propia y atraer así la presión visitante para generar pasillos interiores. Más allá de que fomentaron así un partido abierto que el submarino amarillo también pudo aprovechar para adelantarse, les salió bien la jugada a los de Imanol. Con su portero en brillantes tareas organizativas, poniendo siempre el balón en los pies del hombre libre, los blanquiazules superaron a un rival cuyo 4-4-2 en bloque alto, con Trigueros saltando ya a primera línea en paralelo junto a Gerard, hacía aguas. Merino y Odegaard podían correr. Mejor señal, imposible.

El gol Suele suceder en el fútbol, sin embargo, que el modo en el que nacen las jugadas decisivas contradice lo dictado por el desarrollo del juego. Ayer la Real buscaba un contexto. Quería evitar otro. Y resultó que se adelantó gracias a una acción cocinada con el panorama teóricamente adverso. Esperaba agazapado el Villarreal, con sus tres centrocampistas centrales detrás de la pelota. La tenía Guevara, a priori más orientado para el pase horizontal que para el vertical. Pero el vitoriano se sacó de la manga un servicio filtrado entre un bosque de obstáculos amarillos que encontró a Merino a la espalda de los pivotes rivales. Terminó el asunto en gol de Willian José. Merecido. Por ese gran trabajo sin premio que completó hace dos semanas en El Sadar.

Un ajuste El Villarreal tenía que hacer algo. Se encontraba sumamente incómodo sobre el césped, ante una Real que, más aún con el rival ya necesitado, amenazaba con hacer el segundo. Así que el entrenador visitante movió ficha durante el descanso. Modificó el dibujo a un 4-4-2 con rombo mediante el que los suyos fijaron marcas en la parcela interior, cambiando así el encuentro: la salida txuri-urdin ya no estaba por dentro, estaba por fuera con los laterales. Y los beneficios del retoque también afectaron a los ataques castellonenses. Porque terminó encontrando el Submarino a Trigueros, quien recibió el balón detrás de Guevara. Su pase en profundidad a Chukwueze provocó el penalti. Provocó el empate. Desencadenó también la reacción de Imanol, quien aprovechó la sustitución de Zubeldia para reestructurar a los suyos.

Otro ajuste En el 1-0, la Real había encontrado libres a Merino y Odegaard. En el nacimiento del 1-1, el Villarreal había dado con el propio Trigueros. ¿Quién sería capaz de repetir? Para conseguirlo, y también para ajustar al equipo, el entrenador decidió calcar el esquema del rival. 4-4-2 con rombo. El noruego y el navarro, interiores. Oyarzabal, mediapunta. Willian y Portu, pareja de delanteros. Hoy estaríamos hablando de otra cosa si el disparo del mismo Merino no llega a pegar en el larguero y se cuela en la portería, tras una jugada que había arrancado con el capitán recibiendo entre líneas desde su nueva demarcación. Hoy hablamos de lo que hablamos porque, apenas unos minutos después, el equipo visitante halló el camino que conducía a Cazorla. Y esa conexión con el asturiano inició una larga jugada que terminó en el 1-2. Toca seguir remando. Esto es larguísimo. Ya lo dijo nuestro entrenador. "La Primera División te exige innovar todas las semanas". Las derrotas duelen. Pero ayudan en mayor medida, dentro de ese obligado proceso de reinvención permanente.