Que les quiten lo bailao. Si al presidente del Becerril le preguntamos qué es lo que prefiere, posiblemente responda que esto. Un sorteo teledirigido. Un enfrentamiento con una escuadra de Primera División. Un traslado a la capital de la provincia. Y un gordo de Navidad anticipado en forma de suculenta taquilla. La sensación desde otra perspectiva, desde mi perspectiva, apunta sin embargo a que el formato de esta Copa la desvirtúa, pues atenta contra lo que realmente es: una competición. Cualquier aficionado txuri-urdin que supiera mínimamente lo que había, cualquier seguidor consciente de las distancias existentes entre un equipo y el otro, se sentó anoche a ver el encuentro sin las mariposas en el estómago propias de cualquier duelo oficial. La FA Cup inglesa sigue siendo la referencia. Allí entran en liza clubes como el propio Becerril. Porque allí, rondas previas mediante, entra en liza todo club federado que así lo desea. El paso de los años lo ha convertido en normal. Como lo es que en la primera gran serie de eliminatorias toque un Manchester United-Liverpool, un Arsenal-Macclesfield (en Londres) y un Weymouth-Stevenage. No se cuentan historias sobre dónde trabaja este defensa central o cuántos viven en tal pueblo. Asumen de antemano las diferencias entre contendientes. Y juegan por la gloria de Wembley. ¿Lo conoceremos algún día por estos lares? Ojalá. Ojalá lo veamos.
más difícil Mientras, se trata de jugar esta Copa. La actual Copa. Y se trata también de superar rondas, lógicamente. Ayer en Palencia, la dificultad de la empresa realista ascendió un par de grados en la escala de Richter cuando Willian José sacó de centro y vimos cómo estaba el césped, muy mojado y deficiente en sí mismo. Lo que pasa es que el mencionado dificultómetro pasó de uno a tres sobre diez. Poca cosa. Cuidado, que a menudo resulta complicado disputar esta clase de encuentros. Un adversario ordenado e hipermotivado. Alicientes escasos para los futbolistas de Primera. Un terreno de juego en malas condiciones. Y minutos y minutos de juego yéndose al limbo sin novedades en el marcador. Lo cierto es que todos estos factores confluyeron anoche en La Balastera. Pero la sideral distancia entre Real y Becerril eliminó siempre cualquier atisbo de incertidumbre.
el camino lógico El partido había que ganarlo. Y si nos gusta el fútbol es porque citas así solo resultan susceptibles de atragantarse en este deporte. Un hipotético triunfo local habría supuesto un milagro. 1-0. Pero milagro con cara y ojos al fin y al cabo. En baloncesto hablaríamos de un 115-30 sin historia que valga. En balonmano, de un 48-10 encarrillado a las primeras de cambio. Ayer a la Real, mientras, le costó casi 40 minutos abrir la lata. Un resbalón de Le Normand. Un penalti. Una expulsión. Y te vas al hoyo. Los de Imanol evitaron accidentes primero. Maduraron el encuentro después. Y finalmente lo sentenciaron de modo funcionarial, sin alardes. ¿Cómo? Apostando por el camino más lógico.
por fuera No estaba el asunto para combinar en zonas interiores. El Becerril, que sí inquietó algo a balón parado, no tenía capacidad para contragolpear tras robo. Pero, por mera acumulación y ayudado por el empantanado césped, sí se las arreglaba ahí para rechazar balones y abortar ataques. Así que la Real enlazó pases en el carril central, pero envíos poco comprometidos y destinados principalmente a atraer presiones. De esta forma consiguieron los txuri-urdin dejar a los extremos mano a mano con sus respectivas marcas. Y ahí la calidad de unos y otros marcó la diferencia. Si el defensa apretaba a Januzaj o a Barrenetxea, bastaba con poner el balón en profundidad y a su espalda. Si por el contrario ofrecía al atacante blanquiazul de turno espacio para recibir, del uno contra uno salía casi siempre victorioso el nuestro. El método sirvió a los de Imanol para poner el campo cada vez más cuesta abajo. Y los goles terminaron cayendo por su propio peso. La Copa de la Real empieza el 12 de enero. Esperará entonces un rival de Segunda B o de Tercera. Sea cual sea el adversario, crecerá el nivel de dificultad. Y seguramente nos pongamos hasta nerviosos.