donostia - La temporada pasada acabó sin solución para el debate Illarramendi-Zubeldia. La planificación de la de este año confirmó que no era solo un tema que abordaba la afición, sino que también lo trataban en las reuniones de la dirección deportiva. Imanol parecía tener muy claro que debía construir el equipo a partir y en torno a Illarramendi de 4. De pivote. Como su idea era poner por delante un centro del campo de mucha calidad, con Mikel Merino, que lo ha jugado prácticamente todo desde que asumió las riendas del equipo por segunda vez, y con un Odegaard que lo está haciendo tan bien que resulta casi imposible pensar hasta en una rotación ocasional, quedaba poco sitio para Zubeldia. Como el potencial del azkoitiarra es enorme, tal y como acreditó sobre todo el curso pasado, en el que acabó de convencer plenamente a Imanol (no hay que olvidar que en su primer partidos en el Bernabéu, ya con 0-1 en el marcador, se decantó por dar entrada antes a Pardo y cuando le sacó jugó de lateral por las lesiones), su decisión fue la de reubicarle en el eje de la zaga. No como una solución de emergencia, sino como una apuesta firme para la temporada. La cosa parecía funcionar hasta el derbi de San Mamés, en el que se torció mucho. Lo más grave, sin duda, el tobillo del capitán. Por si fuera poco, en la operación descubrieron que, aparte de la diagnosticada lesión en el peroné, tenía roto el ligamento sidesmal, en el que le colocaron un tornillo que le retiraron la semana pasada. Tal y como ya publicó este diario, no se le espera hasta 2020 y habrá que comprobar si todavía no hay que esperar más tiempo.
Lo curioso del caso es que Imanol no se decantó por hacer el movimiento lógico si tenemos en cuenta que la pasada campaña casi nadie discutió la titularidad de Zubeldia en el centro del campo, sobre todo después del grave contratiempo en Mestalla de Illarramendi a principios de febrero (muchos vaticinaron incluso que sin el mutrikuarra se iba a ver la mejor versión del azkoitiarra). Pero no ha sido así. En la cuarta jornada, ante el Atlético, el canterano sí actuó de pivote de contención al igual que una semana después en Cornellà. Sin embargo ante el Alavés, el técnico le sentó y le dio la alternativa a Guevara, cuyas virtudes se asemejan más a las de Illarra que a las suyas y que se ha convertido en su gran competencia para su puesto natural, y en el que, sin duda, se siente más cómodo.
En Sevilla Zubeldia regresó a la medular, pero la lesión de Llorente motivó que en el descanso entrara Merino como pivote para que retrasara su posición junto a Aritz. Una vez más, sorprendió su suplencia frente al Getafe, aunque la expulsión de Llorente motivó que volviera a entrar en la zaga con Guevara por delante. Por último, la semana pasada, con las bajas de la pareja titular de centrales, Aritz-Llorente, Imanol confió de nuevo en él para formar dupla con Le Normand, con el que ya había actuado en las dos primeras jornadas.
Son los datos de Zubeldia. No es fácil adaptarse al papel que le han asignado esta campaña. El estar a caballo entre dos posiciones, porque los automatismos son muy distintos. No hay que olvidar su desesperación cuando entró a los vestuarios tras el 1-2 del Getafe, con una mala defensa suya en el segundo tanto. Habrá que ver en Vigo dónde juega (apunta atrás), al volver Llorente a la retaguardia, pero el fútbol está lleno de ejemplos de jugadores que se han quedado lejos de su mejor versión tras ser catalogados como polivalentes y no terminar de asentarse en ninguna de las demarcaciones en las que les ponen. Y Zubeldia no es un cualquiera (preseleccionado con la absoluta). Se trata de un pivote de gran proyección.