El periodismo es un trabajo apasionante. Lo defenderé siempre, aunque haya personas que no estén a la altura y que desprestigian una de las profesiones más vocacionales que existen. Este es mi modesto y pequeño homenaje justo cuando vive una de sus horas más bajas. Cuando vas quemando etapas o, sobre todo, dando pasos, los recuerdas como los delanteros hacen con sus goles en los albores de su carrera. Tu primer entrenamiento en Zubieta, tu primera rueda de prensa, tu primer partido en Anoeta, tu primera entrevista, tu primera noticia, tu primera portada? Solo el que lo ha vivido y el que ama esta profesión sabe lo que se puede sentir en esos momentos. Yo tuve la suerte de disfrutarlo dos veces. En Madrid y en Donostia, con el equipo de mi corazón, lo cual todavía resulta mucho más emocionante.

Estos días he estado ordenando mi vieja habitación y he recuperado varios documentos que me han hecho mucha ilusión y me han traído mil recuerdos. Entre ellos, la fotografía de mi primera entrevista. Documentada con la fecha que sin duda me produjo sensaciones enfrentadas. Era el 23 de agosto de 1999. ¡El siglo pasado! El equipo Rayito había empezado como una bala y su entrenador Juande Ramos nos recibió en su casa para contestar a unas preguntas. Recuerdo que estaba como un flan con mi súper grabadora de casete. La entrevista la hicimos en una sala rosa, lo cual era supina tontería sin importancia, pero la vacilada del color me persiguió en toda mi etapa del As. Eso y un apodo que me puso por ser vasco un amigo sevillano que era un cachondo, que prefiero omitir para no herir sensibilidades, pese a que lo hizo con cariño.

En realidad mi primera entrevista tuvo mucho más glamour. Uno de los trabajos que nos encargaron en una asignatura de la carrera era hacer una a un personaje conocido o de relevancia. Gracias a un enchufe familiar, yo se la hice a Eduardo Chillida en su casa de Intz-Enea. El profesor se quedó alucinado cuando se la entregué. El jueves estuve en la reapertura de Chillida-Leku y me estuve acordando de cómo fue la experiencia. Me sorprendió que entre otras cosas, el escultor, un hombre serio y sabio, pero entrañable, de los que te dejan huella, contaba que en su etapa de guardameta estaba forjando los principios de su obra. “Mi misión como portero era intentar cerrar al delantero el mayor ángulo posible, el dominio y el control del espacio”. Así funciona esto aquí en Gipuzkoa. El escultor más famoso e internacionalmente reconocido del territorio fue portero de la Real. Somos así de chulos.

La provincia más pequeña es una auténtica cantera de deportistas de elite. No hay más que ver, en comparación con comunidades cercanas, el nivel de la lista de candidatos a deportista del año en la gala anual de la Asociación de la Prensa Deportiva Guipuzcoana. En un dato que suele destacar muchas veces Pedro Martín, el estadístico de la Cope, este territorio es el segundo que más jugadores ha dado a la selección española. Y ahora, en la época del dinero de las televisiones y los presupuestos más altos de la historia del club, dos equipos, Real y Eibar, compiten en la elite. Una circunstancia que se destaca demasiado poco. Como casi todo lo que sobresale aquí.

Lo decía Navas en la entrevista que concedió a este periódico: “Este es un derbi con todas las letras”. Y estoy de acuerdo. No tiene sentido que haya aficionados realistas que hagan de menos a su vecino y que por otro lado les moleste que los más vacilones del Athletic consideren sin ruborizarse que su derbi es el Madrid. Por cierto, un club, el rojiblanco, que cuenta con cuatro guipuzcoanos entre los cinco jugadores que más partidos han disputado en su legendaria historia. No está mal, ¿verdad? La definición de derbi es “un encuentro, por lo común futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen constante rivalidad, casi siempre por motivos regionales o localistas”. Vamos a intentar entre todos llamar a las cosas por su nombre y ser respetuosos para no intoxicar una relación que debería ser tan buena como lo ha sido siempre. Y que conste que son tan responsables del deterioro los hinchas blanquiazules que ahondan con saña en la idea de hacer de menos al Eibar, como la parte bilbófila de la afición azulgrana, que no agradece la extraordinaria ayuda que le ha prestado la Real a lo largo de su historia.

Siempre ha habido una rivalidad entre vecinos que me ha atraído y es la de Turín, el famoso derbi de la Molle. Con un Torino, sufridor empedernido, que cuenta con más aficionados en la ciudad y una Juventus, ganadora nata, que es el equipo de Italia por todos los hinchas que tiene en el resto del país. El 4 de mayo se cumplirá el aniversario de la tragedia de Superga, cuando los componentes del gran Toro de Mazzola, el mejor equipo del mundo en ese momento, murieron en un accidente de avión. El homenaje que le dispensaron más de un millón de personas en el funeral conjunto con los féretros recorriendo la ciudad fue una de las escenas más sobrecogedoras que ha dejado el fútbol. Dentro de las frases más bonitas que les dedicaron los destrozados seguidores, destacó una: “No pensábamos que les queríamos tanto”. Esto es fútbol, un deporte que es pura pasión. Aunque la cosa no vaya bien, son nuestros jugadores y están en nuestros corazones para siempre. La decepción, la desilusión y la frustración son sentimientos individuales. Nadie tiene que convencerte. Lo percibe cada uno. Así me siento yo, disgustado, pero si alguien no lo está y observa muchos brotes para la esperanza, me alegro mucho por él. A mí, sin embargo, me pasa como decía aquella cantante, que si me miras a los ojos cuando estoy en Anoeta ves una luz de desencanto. Feliz derbi, que lo disfruten. Zorionak Gipuzkoa. l