donostia - Miguel Ángel Moyá por fin pasó por el diván de Iñaki de Mujika en Onda Vasca. El meta habló de todo, desde los detalles de su boda hasta los coches y las vaciladas en el vestuario durante una entretenida y divertida hora. El meta mantenía fresco el recuerdo de Vigo, donde calentó hasta en tres ocasiones para salir: “El otro día salí a calentar todo lo que no he hecho esta temporada. Cuando digo que estoy preparado es una tontería; será muy objetivo, pero yo salgo a cada partido como si fuese titular. Les digo a mis compañeros: yo salgo como si fuera Supermán, no tengo más que quitarme el pluma. Solo tenía que ponerme los guantes. Ya voy vestido debajo del plumífero con las medias, las espinilleras, el esparadrapo, las botas atadas... Es quitarse el abrigo y a jugar. A veces no me gusta, aunque lo respeto, que se necesite un cambio y los jugadores tengan que atarse las espinilleras todavía. Igual soy antiguo. Si el equipo te necesita, estamos perdiendo unos minutos y eso es un detallito que me gusta”.
El balear se mostró comprensivo con la decepción del entorno: “El jugador vive la situación desde el punto más tranquilo porque depende de ti y el aficionado como que depende de ellos, de los jugadores. El equipo es consciente de lo que percibe el hincha. Para mí, la Real tiene que estar entre los ocho primeros, y a partir de ahí oscilar entre el cuarto y el octavo. Al margen de los grandes, la Real está obligada a estar ahí. Es normal que estén descontentos, algunos se acuerdan de la campaña de Eusebio o de la Champions de Vela. Un equipo de este nivel, en una ciudad muy futbolera, de su equipo, me parece lógico que esas ganas genere crispación. Y eso que el respeto que hay aquí por el futbolista no lo visto en otro lado”.
En ese sentido, reconoce que la autocrítica de los protagonistas no es suficiente: “Nunca es lo suficientemente alto. El futbolista es muy egoísta. La tendencia general es buscar excusas en el compañero, equipo o entrenador. Del 1 al 10, no diré que es un 4, pero no es un 9. Cuando cumples años, no cuesta tanto asumir la realidad”. Él está más de vuelta: “Me motiva el saber que estoy más cerca del final que del principio. Aunque me cuenten que no te das cuenta de lo que tenemos hasta que lo dejas. Yo soy persona, algún día me puedo enfadar en un entrenamiento, pero intento transmitir el buen rollo y estar preparado siempre para competir. De hecho, lo estoy para cuando me necesiten, si tiene que ser mañana o ser un apagafuegos, pues será”.
Moyá destacó lo fácil que se le hizo integrarse en el vestuario: “Llegué con la sensación de que igual era uno de mis últimos cambios de equipo, ya había pasado por eso en algún momento de mi carrera y me sentí seguro. Además, era un vestuario que la mayoría eran más jóvenes que yo. Esta temporada soy el mayor; el año pasado estaban Prieto, Agirretxe, Carlos Martínez, De la Bella? que eran los capitanes generales del equipo. Cuando llega un jugador tiene que hacer una presentación y yo cogí el móvil e hice un minuto y diez segundos de vídeo y a correr. El contenido no se puede desvelar”.
La plantilla realista es un gran anfitrión: “Un cambio siempre es un cambio. Intenté ser como soy siempre, con ese poco de comedido de los primeros días, porque hay que saber escuchar. Y eso me ayudó a poder hablar después. La situación no ha cambiado mucho. Rápidamente me sentí muy involucrado en el equipo y con la importancia necesaria para cada uno de mis compañeros”.
Como reconocen sus compañeros, el meta tiene un peso muy importante en la plantilla: “Mi rol es de una manera indirecta, y a la vez directa, transmitir todas mi experiencias de profesional en diferentes equipos, en diferentes temporadas de la liga española, y transmitir los valores a los que vienen pisando desde abajo. Esto es mucho más fácil que en otros equipos porque tienen un gen de ese valor de saber cuándo levantar la voz o no, son trabajadores?”.
Los valores de Zubieta le han impresionado: “Eso es una de las cosas que más me ha asombrado de aquí. El buen hacer de la base, lo bien que suben, lo claro que lo tienen y, sobre todo, transmitir esos valores que un jugador como yo, que llevo 15 años en Primera División, que es complicado. Que vea mi día a día, mi actitud ante las situaciones, no solo ante las buenas, sino ante las menos buenas, como pueden ser estos últimos tres o cuatro meses sin jugar un partido”.
Su futuro está aquí: “Tengo un año más de contrato y una opción de otro que dependerá de la Real. Yo estoy muy a gusto aquí”.