Imanol se molestó cuando en la ronda de entrevistas le preguntaron por qué algunos consideraban como un equipito a esta Real. Como entrenador, es normal que le incomodara tal denominación, pero es que se trata de la triste realidad. Equipito en el fútbol se considera a aquel que pierde todas las oportunidades, que está expuesto a que cualquier error o mínima incidencia le destroce lo que estaba siendo una buena actuación, que cualquier circunstancia ajena al juego, como el viento o la lluvia o el mal estado del césped, siempre le perjudica, que está sentado en una estación viendo pasar todos los trenes ilusionantes de una temporada? En definitiva, que día sí y día también acredita una falta de fiabilidad angustiosa y desesperante. Lo de ayer en Vigo fue todavía más irritante, ya que esta vez sí había entrado muy bien en el duelo y había superado con nitidez a su rival en una gran primera parte. Eso sí, pese a que generó más de media docena de oportunidades nítidas, también había cometido dos errores defensivos muy graves que le habían podido reventar el encuentro.

Después de marcharse en ventaja al descanso, cuando no se había cumplido el minuto de la reanudación, un regalo impropio de esta categoría, en el que quedaron señalados Raúl Navas, a quien jugó una mala pasada el vendaval y midió mal, y Rulli, provocó un gol que fue el principio del fin. Pocos minutos más tarde, en una acción imperdonable e incomprensible, Willian José se revolvió mínimamente y fue expulsado al caer en la provocación de Okay. Como si fuera un niño. Inaceptable. Cuando no habían pasado 24 horas de que todo el mundo comentara cómo un compatriota suyo se había cargado el partido de Liga más importante de su equipo, el Atlético de Madrid. ¿Pero no se dan cuenta de la relevancia capital que tenía este duelo para su parroquia? ¿De que cada vez está más molesta y decepcionada con su trayectoria? ¿De que nadie se creía ya el cuento chino de su candidatura europea después de dejar escapar todas las oportunidades que ha tenido para engancharse definitivamente a los puestos de arriba? Todas. Una tras otra. Por los motivos que sean. Un fracaso tras otro. Basta ya, no es serio. Será la segunda plantilla más joven de la Liga, pero si eso provoca una falta de garantía, no merece la pena competir así. Se buscan y se necesitan victorias. No hay más. El resto es todo mentira.

Sin que sirva de excusa, porque el tanto de la Real llegó en un penalti que no es, el colegiado Melero López, a quien en Anoeta conocen bien por lo casero que es, se cobró su factura del Todo OK, José Luis, que le colocó en el centro de la diana. Como le convencieron de que se había equivocado con el penalti de Vinicius, tarde o temprano iba a devolvérsela a la Real. Se puede entender y aceptar que creyera que Willian había agredido al rival, pero por qué no revisó las imágenes. ¿Cómo es posible que Martínez Munuera, con mil pantallas, viera una agresión en un mínimo toque y decantara de forma definitiva el encuentro? ¿Pero por qué no lo ven? Les ponen medios a su alcance para mejorar y lo único que hacen es ponerles más en evidencia.

Buen inicio La Real venía con la lección aprendida después de lo sucedido en Valladolid. Seguro que Imanol, que dejó bien claro lo mal que le había sentado la pobre salida de su equipo en Zorrilla y lo caro que le había costado, se lo recordó a lo largo de las últimas horas. Pocas veces han arrancado mejor un partido los blanquiazules en esta Liga. Ajenos a la presión de una grada responsabilizada con la crítica situación de los suyos y dispuesta a llevarle en volandas hacia la salvación, como ya hizo en la remontada del pasado sábado ante el Villarreal, los donostiarras salieron tranquilos, serenos y con mucha confianza. Quisieron adueñarse de la pelota, conscientes de que iban a incomodar mucho a un Celta que lleva todo el curso con unas lagunas defensivas angustiosas.

La superioridad de los de Imanol se tradujo en tres ocasiones en diez minutos. Theo no va a tener una opción más clara para anotar que la que le cedió en total ventaja Willian tras una buena combinación entre Zaldua y Pardo en la derecha. Con todo a su favor, el esférico en perfecta situación para encañonar con su zurda, su decepcionante disparo lo detuvo Blanco sin excesivos apuros. El siguiente en probar suerte fue un Zubeldia imperial que completó una excelsa primera parte, siendo el amo y señor de la medular. Su lejano remate lo detuvo, sin tanta comodidad el meta gallego. A los diez minutos, otra vez Theo probó suerte con su zurda aunque su remate se marchó desviado.

Era una buena Real. Bien colocada, consciente de la importancia que tenía el duelo para sus limitadas aspiraciones europeas, y con ganas de acreditar que este año es más equipo que el Celta. Imanol había oxigenado al equipo con las vueltas del citado Theo, la de Navas en lugar de Diego Llorente, que sorprendió algo más, la esperada de Rubén Pardo, que, al contrario que en su periplo final de la campaña anterior en el que le utilizaba sobre todo en casa, ayer disputaba su tercer encuentro a domicilio, y la de Sandro, quien se está quedando sin balas. Lo va a tener complicado para anotar con la txuri-urdin.

El Celta pareció entrar en el encuentro después del disparo de Theo, pero lo cierto es que solo fueron dos posesiones largas. Fue Willian José el siguiente en disfrutar de su oportunidad en un chut que rozó en un defensa y atajó Blanco. El primer acercamiento peligroso de los gallegos fue una buena jugada de Boufal, quien después de dos buenos recortes centró, pero Aspas no pudo dirigir su remate con la derecha. A los 31 minutos, Oyarzabal recibió una pelota en el área y Olaza arriesgó demasiado en su entrada. Aunque el eibartarra se dolió, no pareció que el contacto fuera suficiente como para señalar penalti. Si luego el del VAR no está dispuesto a corregir a su compañero en una mal entendida solidaridad, pues no hemos avanzado nada. Solo fue el primer capítulo de una insoportable historia interminable.

A los pocos segundos estuvo a punto de empatar el Celta, tras dos pérdidas consecutivas en posiciones peligrosas de Sandro y Theo, Aspas pasó a Maxi Gómez, cuyo remate a bocajarro lo salvó como pudo un tapado Rulli. Merino estuvo muy cerca de cargarse el buen trabajo de los suyos, en una acción en la que le hacen falta previa, antes de dar un pase horizontal peligrosísimo y prohibido que cortó Aspas, al que se le escapó la picadita sobre Rulli. En la prolongación, la Real dispuso de otras dos buenas opciones, en un remate cruzado de Oyarzabal y una buena acción de Sandro, que tras recortar se topó con la buena parada de Blanco.

todo al traste Como suele pasar con este equipito, cualquier jugada, por nimia que sea, puede reventar una actuación suya, por muy buena que esté siendo. No se había cumplido el minuto de juego de la segunda parte cuando un saque de banda largo peinado por Maxi sobrepasó a un Navas sorprendido por el viento, y Aspas, siempre atento para robar carteras, fue derribado por un precipitado Rulli. La estrella celeste transformó el penalti que pasó por debajo del cuerpo del argentino. En mitad de una tormenta angustiosa, Willian José vio la citada roja, y los gallegos tuvieron claro que no iban a desaprovechar la oportunidad. Por si fueran pocas concesiones, el equipito también regaló el 2-1 en un centro que se tragó su portero, cuyo dominio del área sigue siendo nulo. Aspas cabeceó el centro de Mallo y se acabó. Los realistas tiraron de orgullo con una volea espectacular de Sangalli a centro de Zaldua y en un disparo lejano de Zubeldia que desvió Blanco. Oyarzabal dispuso de una última, pero se cruzó Okay. En el descuento, ya agotados, llegó el tercero de Maxi en una acción que no pudo salvar Zubeldia.

Se acabó. Punto final. El cuento de la lechera de la candidatura europea se desvaneció en mitad de una tormenta impresionante en Vigo. Cuando más personalidad, más casta y más garra había que ponerle, con todo a su favor, la Real volvió a dejarse remontar. Justo lo que nunca hace ella, voltear una desventaja, porque no tiene alma. Es una pena. Ahora comienza lo más difícil, una travesía por el desierto sin objetivos que marcará el comienzo del año que viene. Se avecinan curvas. Pobre Real.