-A nivel personal bien porque tengo aquí a la familia y está siendo una experiencia enriquecedora. Estamos todos dándole al inglés y conociendo otra cultura y la verdad es que en ese aspecto bien. Deportivamente me está yendo bien. El año pasado quedamos segundos y este año estamos otra vez peleando con los de arriba, con la ilusión de ganar la liga, que es muy difícil porque aquí hay equipos muy poderosos a nivel económico, principalmente el Apoel, que nos triplica o cuadruplica el presupuesto, pero con la ilusión de que este año lo podamos conseguir.
¿Convencido de que ha sido un paso adelante en su carrera?
-En mi caso sí. Yo he estado un montón de años en Segunda B. Es verdad que la última experiencia en Lleida se nos quedó el mal sabor de boca del final, que nos quedamos en los penaltis para ascender, pero ahora estoy en una primera división de un país que, aunque en lo futbolístico no tiene un gran nombre, cuenta con un fútbol más que interesante. Desde luego, para mí está suponiendo un reto más exigente que los anteriores y lo estoy disfrutando.
Una pena que no entraran en la fase de grupos de la Europa League, en el bombo de la Real.
-Los dos años nos hemos quedado en la última ronda de la previa, pero con la diferencia de que el primer año nos eliminaron claramente y este año tuvimos casi una depresión porque hicimos una eliminatoria muy bonita y muy buena, la típica en la que no quiere entrar la pelota. Nos quedamos fuera ante el Viktoria Plzen? pese a que merecimos entrar, con la ilusión que nos hacía a todos, al club, a la gente? Y especialmente a los que somos de la Real, imagínate lo que suponía entrar en el mismo bombo. No ha podido ser, pero seguiremos intentándolo. Seguro que algún día lo podremos conseguir.
No se puede decir que no se lo esté currando en su carrera...
-La gente que no hemos tenido un gran nombre como futbolista y empezamos el camino de entrenador quizás afrontamos un camino más complicado, tortuoso. La Segunda B es una categoría muy dura a todos los niveles porque suele haber muchos problemas de impagos, lo cual convierte una profesión ya de por sí complicada prácticamente en infumable, pero también es verdad que son experiencias. Yo siempre me tomo la vida desde el lado positivo y pienso que todo esto que estoy viviendo me está haciendo mejor y me está ayudando a ser mejor persona, a estar mejor preparado a nivel profesional. No me puedo quejar. Hay un montón de entrenadores en paro y yo, por suerte, llevo nueve años consecutivos trabajando, lo que no es fácil, así que soy más de disfrutar del presente y no pensar en las consecuencias porque nunca sabes lo que te va a deparar la vida.
¿De la etapa de la que se siente más orgulloso es de la del Lleida?
-Fue en la que más cerca estuvimos de conseguir lo que la gente entiende como un éxito. Nos quedamos en la última ronda del play-off, y perdimos en los penaltis. Tuvimos un penalti en la propia tanda que si lo marcábamos, subíamos; con lo cual fue tremendamente cruel y una de las experiencias más duras en nuestras vidas porque estuvimos muchos meses sin cobrar, sufrimos humillaciones... Fue una experiencia bipolar en ese aspecto: en lo deportivo nos fue de maravilla, disfrutamos de ser parte de un equipazo, con todo lo que eso significa, pero en la parte personal fuimos muy maltratados y eso siempre queda dentro.
Los futbolistas dicen que hizo un trabajo espectacular y que logró que fueran una piña.
-Para mí, el motivo de orgullo principal es el haber podido vivir experiencias con ellos. Fuimos una especie de familia, sobre todo el segundo año, que es el que tuvimos el enfrentamiento con la directiva. Conseguimos formar casi una familia, nos unimos de una manera en la que todo el mundo miraba por los demás, apretaba los dientes por el de al lado y esa experiencia fue muy bonita, con momentos muy difíciles, con gente con muchísimas dificultades. Gente con hijos, hipotecas y problemas para pagar la cuenta en el supermercado y fue una experiencia dura pero muy bonita por poder vivir en tus propias carnes la fuerza de unas personas. Aquel grupo humano es y será, para mí, inolvidable. Para siempre.
¿El Lleida sigue igual?
-Siguen los mismos dirigiéndolo, así que me imagino que nada habrá cambiado.
¿Será un rival incómodo?
-Seguro. Llama la atención porque es un Segunda B con un campo precioso, una afición muy buena y, con la precariedad con la que hoy en día se vive la Segunda B, el director deportivo siempre acaba haciendo buenas plantillas. Este año no es una excepción. Tiene un buen equipo y, viendo la realidad de la Real, con tantos partidos, con competición europea? Se lo tienen que tomar muy en serio porque si no el Lleida les puede dar un buen susto.
¿Quedan muchos de los que estuvieron a sus órdenes?
-Ha cambiado mucho. El año nuestro terminamos todos tan mal con el club que prácticamente se quedaron solo dos o tres jugadores. La mayoría salió y es un equipo nuevo. Es verdad que con respecto al año pasado han mantenido a algunos. Tiene un delantero de referencia en la categoría, Nierga; en el medio campo juega Marc Valiente; algunos jóvenes de la cantera como Huertas? Es un buen equipo de Segunda B y me imagino que para ellos será un partido ilusionante, que habrá gente en el campo y estos duelos siempre tienen su complicación.
¿Mantiene el contacto con gente con la que coincidió en su etapa en tierras catalanas?
-Más que con gente del club, con gente que trabajó conmigo allí. Aquel año, en la parte final hubo un montón de peñas que nos apoyaron. Con algunos de los aficionados también mantenemos el contacto. Más allá de las personas que estén dentro, yo al Lleida le deseo lo mejor porque es un club histórico que tiene detrás una gran afición. Para la gente de Lleida va a ser un partido bonito porque ahora mismo la Real es un club importantísimo en España y en Europa, y es un partido muy atractivo.
La Real se encontrará con instalaciones de nivel.
-Es un escenario de Primera División. El año que jugamos el play-off tuvimos lleno el campo, te hablo de 12.500 personas. Es un campazo, con las mismas dimensiones de Anoeta, la hierba está fenomenal. Es un escenario para jugar al fútbol sin problemas.
¿Le gusta el trabajo de Eusebio?
-Para los que nos gusta ese tipo de fútbol, entre los que me incluyo, es una gozada. Los realistas estamos disfrutando, yo al menos lo estoy haciendo mucho, viéndoles jugar, cómo están desarrollando la idea, que están en el máximo nivel. Evidentemente, este año en Europa la exigencia es mayor y la dificultad también. El lunes mismo el Espanyol estaba jugando a intentar defenderse y contraatacar. La Real ha conseguido tener un estilo propio, dominar los partidos, ser un equipo que juega a atacar y en ese aspecto estamos de enhorabuena porque da gusto verles jugar algunos días.
Curioso que a Lillo y a usted les echaran, para luego volver a apostar por el mismo fútbol que predicaban ustedes.
-La idea es el juego de posesión que nosotros intentamos implantar en la Real con Juanma y no sé si es curioso o no, pero es una realidad. Para mí, es un disfrute ver jugar a Iñigo, Illarra, Zuru, Imanol (Agirretxe) y a algunos de los que tuve conmigo, y verles jugar tan bien a eso que nosotros intentamos hace unos años. Es una maravilla y me alegro mucho de que le esté yendo bien a Eusebio. Y de que le esté yendo bien a la Real con esta idea porque muchas veces es una idea que es muy fácil tirar por tierra, no sé por qué, pero es una demostración de que jugando bien al fútbol se puede ganar mucho también.
¿Le ha sorprendido la evolución de alguno de los jugadores que tuvo a sus órdenes?
-La verdad es que no. Más que sorprenderme la estoy disfrutando. Ya apuntaban a todo esto y verles en el máximo nivel, ver cómo están y ver que son referencias en el fútbol europeo, para mí es una gozada. Solo el hecho de recordar que un día tuve la suerte de entrenarles es una gozada.
¿Qué planes de futuro tiene?
-Mi carrera es ganar hoy (por ayer). Estoy en un país muy extremista. El sábado ganamos al Apoel y ahora mismo somos héroes y si se nos ocurriera no ganar, mañana tendríamos problemas (vencieron 1-3 y se pusieron líderes). Intento disfrutar el presente y lo que tenga que venir que venga. Yo trato de hacer mi trabajo lo mejor posible y ya iremos viendo.
¿Pero todavía mantiene vivo el sueño de sentarse en el banquillo de Anoeta?
-La Real la tengo en el corazón. Estuve de jugador y me echaron después de romperme la tibia dos veces. Trabajé de entrenador y terminé mi vinculación después de dos años creo que productivos? Siempre estará en mi corazón, volver es muy difícil, pero, pase lo que pase, siempre seré realista, como toda mi familia.