Eusebio había descrito muy bien al Espanyol en su rueda de prensa previa. Un equipo sólido en defensa, que combina su carácter rocoso con cierta facilidad para salir en transición rápida y mucha calidad en la zona de definición. Quizás no esperara el técnico, en cambio, que Quique renunciara a la línea de tres mediapuntas que a priori se anunciaba para escorar a la derecha a Jurado y colocar a Leo Baptistao en punta con Gerard Moreno. Le salió bien la jugada al entrenador perico, porque a la Real le costó presionar con eficacia de inicio, probablemente despistada por el imprevisto panorama. Y también porque la jugada del 0-1 tuvo precisamente como protagonistas a los dos jugadores en danza. Ganó el Espanyol un buen pie centrador en banda. Y ganó un rematador más en el área. Servicio de Jurado. Gol de Baptistao.

Los nuestros reaccionaron muy bien apoyándose en las caídas de Willian a la zona que el propio Quique debilitó con su planteamiento. Como falso interior zurdo, el ariete txuri-urdin empezó a generar peligro con sus sobresalientes diagonales, entrando el partido para la Real en una dinámica dominadora que tenía también sus peligros, pero que el equipo gestionó a la perfección. Hizo ocasiones, apretó arriba y apenas concedió al rival pese a las situaciones de riesgo y de uno para uno que a menudo vivía su zaga.

Al calor o al frío de un resultado, cuesta hacer determinadas afirmaciones, pero pudieron ser los mejores minutos tras el parón, por mucho que ayer solo se empatara. Lo dejaremos en 60 más o menos, los transcurridos entre gol y gol. Y es que la Real, entrenador incluido (los dos últimos cambios restaron), se equivocó en sus precipitados intentos finales por culminar la remontada. Renunció a la elaboración, fue más directa, y así este equipo no funciona.