Donostia. Hasta el partido de anoche, Iñigo Martínez solo había jugado esta temporada el encuentro de Riazor, en el que cayó lesionado. Cuando se dañó la rodilla, fue sustituido por Diego Llorente, con quien nunca había compartido por lo tanto el centro de la defensa en un duelo oficial. Hasta ayer, claro. La contienda frente al Espanyol supuso la primera oportunidad para comprobar cuál puede ser el rendimiento de una pareja que sobre el papel, simplemente sobre el papel, está llamada a ser la considerada como titular. Al fin y al cabo, la forman un zaguero insustituible como el de Ondarroa y un fichaje en el que el club ha invertido una buena cantidad de dinero.
La presencia de ambos en la alineación implicó, ya de antemano, el hecho de que Llorente actuara en el flanco derecho, lugar que solo había ocupado contra el Betis. La cuestión va mucho más allá de lo anecdótico, puesto que en esta Real jugar de central diestro o zurdo cambia mucho la película. A priori, el madrileño debía agradecer la circunstancia a la hora de dar salida a las jugadas, al poder manejar el esférico en mayor medida con su pierna natural. Pero no dejaba de enfrentarse a una especie de prueba de fuego, puesto que su ubicación resultaba más susceptible de obligarle a defender a campo abierto, mano a mano con un delantero descolgado del rival. Es lo que tiene proteger el sector de los Álvaro Odriozola, Xabi Prieto y Vela, una parcela que los txuri-urdin pueblan en posiciones muy adelantadas, llevando al central a realizar constates coberturas cayendo prácticamente a la línea de cal.
Su actuación En ese contexto tuvo que emplearse anoche Diego Llorente, mientras que a su lado la incógnita residía simplemente en comprobar cómo rendiría Iñigo Martínez tras la inactividad. Paradójicamente, cuando la dificultad del trabajo de ambos apuntaba a la contención de las transiciones pericas, el 0-1 del Espanyol se produjo en una jugada que los centrales de la Real dominan bien, el centro lateral al área. El desajuste fue previo, al recibir Jurado sin una marca cercana y tener tiempo de amagar con el pase a Víctor antes de buscar a Baptistao. Pero también es cierto que el punta brasileño remató justo entre Llorente e Iñigo.
Fue una lástima, porque los centrales realistas respondieron muy bien, en líneas generales, al tipo de partido que se planteó. Con el equipo en desventaja en el marcador, los de Eusebio asumieron el dominio territorial de forma muy clara y esto provocó situaciones de riesgo en la retaguardia que ambos zagueros resolvieron con solvencia.
La noticia fue positiva sobre todo en lo que respecta a Llorente, que tuvo que enfrentarse a un nuevo panorama y lo hizo respondiendo bien. Y es que, al fin y al cabo, jugar de central en un equipo de propuesta como la realista no es sencillo. No se trata solo de ser un buen defensa, sino de amoldarse también a un tipo de fútbol en el que el madrileño supo moverse anoche.