donostia - Carlos Vela no se ejercitó ayer junto a los titulares la víspera ante el Rayo. El mexicano saltó al campo para escuchar la charla de Eusebio a la que suelen asistir hasta los lesionados y posteriormente se retiró a los vestuarios para hacer trabajo personalizado. La versión oficial es que arrastra desde hace varias semanas unas molestias en la rodilla que se le reprodujeron en el encuentro.
Este no es el año de Vela. El domingo falló un gol imposible por entretenerse demasiado cuando había regateado al portero y estaba la portería vacía. A esto hay que sumarle que, tras ser cambiado en el descanso después de recibir un par de pitadas importantes por parte de un sector de la grada, se duchó y abandonó el estadio a las 18.13 cuando faltaba más de media hora para la finalización del duelo.
Una voz autorizada del club blanquiazul explicó ayer que no hay ninguna regla escrita en el código interno, aunque los futbolistas saben que tienen que quedarse. En las oficinas de Anoeta se han mostrado comprensivos con la nueva salida de tiesto de Vela, al pensar que no ha obrado con mala fe y que simplemente estaba molesto por la oportunidad desperdiciada y por la sustitución. En realidad no quieren avivar una nueva polémica con un futbolista que tiene todas las papeletas para abandonar el club este verano.
Pese al último guiño que le dedicó el pasado martes en Hernani Jokin Aperribay, al declarar que le veía comprometido, lo cierto es que hace tiempo que el mexicano parece tener la cabeza en otra parte. Lo peor de todo es que ha pasado de ser la gran estrella del equipo, con un papel reservado para marcar diferencias con los rivales, a costar partidos y puntos por sus problemas a la hora de definir. Sus tres últimas ocasiones, en sendos mano a mano contra los porteros de Eibar, Villarreal y Rayo, no las ha convertido y, lo que es más grave, es que sus definiciones dejaron mucho que desear.
Su bagaje este curso es penoso. Ha marcado cinco goles. Dos en el 0-4 ante el Levante, y uno en Gijón en el 5-1, uno en Cornellà en el 0-5 y uno el 1-2 ante el Getafe en su única diana de la temporada en Anoeta que ni celebró. Así, su defensa se hace casi imposible. La Real ya sabe que no tiene muchas opciones de recuperar gran parte de su inversión.