Louis Nicollin es el presidente del Montpellier, un equipo francés de fútbol que el año 2012 ganó la Copa de Francia. Era impensable que esto sucediera, porque hay entidades más solventes, con mejores plantillas y mayores presupuestos. Lleva dirigiendo el club desde hace muchos años y en las últimas horas le han entrevistado en diversos medios de comunicación franceses, ya que el éxito del Leicester en la Premier tiene connotaciones como el que consiguió el Montpellier hace años.
Cuando le han preguntado qué le parece, responde que “no sé dónde está Leicester, más allá de ser un club de Inglaterra”. El presidente, que lleva su pelo teñido de naranja y azul como los colores de su club, reflexiona sobre el éxito y las consecuencias posteriores hasta tal punto de sugerir al equipo inglés algunas recomendaciones: “En Inglaterra no sé cómo son las cosas, pero en Francia, salvo el Olympique de Lyon, que aguanta después de ser campeón, los otros equipos como el Burdeos, Lens, Auxerre, etc. se llevaron un golpe tremendo. Creo que hay que tener cuidado, estructurar bien el club y no gastar todo el dinero primando a los jugadores y contratando a futbolistas que no lo merecen. Nosotros mismos nos equivocamos y lo pagamos”.
Seguro que la reflexión os suena. Un presidente del Oviedo comentó algo parecido a los consejeros de la Real después del subcampeonato de Vigo. De aquel coqueteo con la gloria desembocamos en un descenso no mucho más tarde. Los años enseñan a vivir realidades y no a traspasarlas a lo bestia. Se trata de relativizar las cosas y hacerte fuerte frente a ellas.
Las últimas jornadas de la competición propician rumores de todo tipo. En un tiempo no lejano, a estas alturas circulaban maletines, se compraba y se vendía todo y no te podías fiar ni de tu sombra. Ahora parece que eso sea más difícil, aunque no pongo la mano en el fuego. Por eso, celebro la victoria contundente del Sanse en Leioa. No le deseo nada malo al equipo de Gordóbil, pero la goleada disipa cualquier duda sobre componendas y amaños. El triunfo, por cierto, certifica la espléndida campaña de Imanol Alguacil y los suyos.
Podría decirse lo mismo del Real Unión. Fue a Portugalete a jugarse media vida en la cancha del equipo colista y descendido. Seguro que más de uno y más de dos creyeron que los unionistas ganaban en La Florida sin despeinarse. ¡Como ellos no se juegan nada! Zasca en todas las ilusiones y muy complicada posibilidad de entrar en el play-off.
Luego están las conquistas individuales, las de aquellos deportistas que se están jugando una plaza en los JJOO de Río. Ahí están las actitudes de Begoña Lazkano, Imanol Garmendia e incluso la de Richard Oribe, que eligió hace tiempo el pundonor por bandera. Son ejemplos a seguir más allá de los recursos y de la economía. El sueño que desean alcanzar puede con todo.
Por ahí se movía también el Leicester. Un futbolista navarro escribía un tuit hace unos días, tras la debacle del Manchester City ante el Real Madrid. Señalaba que ahora se explicaba cómo los de Ranieri son campeones de la Premier. Seguro que nadie creyó en que eso era posible. Solo los futbolistas y quienes les gestionan se atrevieron con el reto. Se entiende que la puesta en escena en el partido de homenaje fuera al mismo tiempo espléndida y emocionante. Andrea Bocelli agarraba del brazo a Claudio Ranieri antes de que el cantante italiano interpretase Nessun Dorma, de la ópera Turandot, un himno al esfuerzo y a la conquista.
Los rivales les hicieron pasillo. Lo mismo que los árbitros que aplaudieron con toda la normalidad del mundo, valorando el éxito. Aquí sería impensable porque los colegiados están dentro de un marco del que no pueden salir hasta que llega el momento de la jubilación. Es entonces cuando algunos se dedican al comentario en radios y televisiones y se pone de manifiesto la incapacidad y el desconocimiento. Una vergüenza tener que escuchar “penalti por prolongación”. El daño que le hacen estos individuos a la organización arbitral es incalculable.
En medio de todo esto llegaba el Rayo a Anoeta. Otro marrón. Si les ganas, porque les ganas y les hundes. Si pierdes, qué vergüenza, vaya decepción de temporada y todas esas lindezas que acompañan el devenir del equipo que soporta más lesionados por metro cuadrado de todo el universo. Pese a convocar a tres chavales del filial, Eusebio tiró de lo habitual, pendiente de lo que iban a hacer los suyos.
Para empezar, Rulli se encargó en el primer tiempo de protagonizar sendas paradas espectaculares que evitaron los tantos visitantes. Para continuar, Mikel Oyarzabal se atrevió a rematar con la pierna buena el balón del primer tanto del partido. Para seguir, ya en el segundo tiempo, Bautista, que había sustituido a Vela, marcaba el segundo aprovechando la superioridad del equipo en el juego y en los contraataques. Dos goles de esos dos chicos que vienen tocando el bombo. Todo parecía claro y orientado hacia la cómoda victoria, pero los errores en la terminación, el golazo de Javi Guerra, la incomprensible expulsión de Granero, dieron un punto de emoción inesperada.
La derrota deja a salvo la ética del equipo, que no es poco. Esforzarse para ganar en la despedida ante un público que piensa más en la próxima temporada que en la presente. Como nosotros, claro, aunque queda un partido interesante en Mestalla, tierra de músicos en donde acabará de sonar la melodía.