donostia - No fue una Real brillante, ni mucho menos. Los txuri-urdin, aún así, merecieron ganar al Levante. Pero lo hicieron principalmente gracias al cómputo general de oportunidades de gol, cuyo balance resultó favorable a los de Eusebio gracias al sobresaliente partido firmado por Mikel Oyarzabal. Del pie de talla 47 del joven futbolista eibartarra debió salir una victoria realista que quedó en empate debido, principalmente, al desacierto de sus compañeros a la hora de transformar las mencionadas ocasiones. Pero es que la cosa no quedó ahí. Quizás la noticia del duelo, más allá de esos chispazos del joven canterano, residió en que este fue, a sus 18 años, el encargado de iluminar el juego del equipo cuando, en el tramo final del duelo, comenzó a hacerse cada vez más de noche.

Dos semanas después del derbi de San Mamés, Oyarzabal regresó a la banda izquierda de la Real. Contra el Málaga actuó como referencia en punta, ante la sanción por acumulación de amonestaciones de Jonathas. Y el martes quedó inédito en el Vicente Calderón. El eibartarra agradeció frente al Levante el regreso a una demarcación que no es la suya y en la que, hasta hace unas semanas, parecía sentirse algo incómodo. Ahora, en cambio, domina desde el extremo zurdo registros que le hacen ser protagonista. Cuando le toca actuar cerca de la línea de cal, sus centros acostumbran a ser peligrosos. Y cuando, con mayor frecuencia, centra su posición para convertirse prácticamente en un interior, da al fútbol txuri-urdin la pausa necesaria para aprovechar esa superioridad numérica en la zona que su propia presencia en ella genera.

tres pases de quilates Los tres pases destacados que sirvió ayer el futbolista de Eibar sirven para ilustrar todo lo expuesto. El primero, a Carlos Vela antes del descanso, ejerce como ejemplo de su adaptación al juego de banda. Una rápida transición txuri-urdin terminó con el balón en los pies de Oyarzabal y espacios a la espalda de la zaga del Levante, una combinación peligrosa. Su envío con la pierna izquierda, con rosca y entre los centrales y el portero, dejó a Vela solo ante Mariño, pero el intento del mexicano se marchó desviado.

En la segunda parte, la entrada de Bruma por Pardo supuso un cambio de ubicación para el joven blanquiazul. Dejó el extremo del ataque y se situó prácticamente como mediapunta, moviéndose y ofreciéndose por todo el frente ofensivo. Desde la posición de 10 y mirando al centro del área se sacó de la manga un pase muy complicado a Bruma. El internacional sub’21 portugués, en posición algo escorada, remató al lateral de la red, aunque su oportunidad más clara llegaría poco después. Oyarzabal se dejó caer a la banda derecha, recibió el esférico y se lo acomodó a su pierna buena para, a pie cambiado, servir un caramelo al segundo palo que Bruma volvería a desaprovechar.

A Oyarzabal solo le faltó el gol. Y, todo hay que decirlo, pudo lograrlo tras un buen pase de Esteban Granero al espacio. El eibartarra avanzó hasta entrar en el área, escorado. Sorprendió por lo inusual del mismo su mal golpeo, precisamente uno de los puntos fuertes del canterano. Cuando todo el mundo esperaba que al menos hiciera portería, disparó demasiado alto.