donostia - El enésimo fracaso en la Copa invita a hacer una profunda reflexión sobre la forma con la que el club afronta la competición. Es indudable que hay una diferencia abismal entre la ilusión y las expectativas que se generan en la afición y la forma con la que el equipo encara un torneo en el que, salvo el oasis de las semifinales de hace tres campañas, acumula 27 temporadas de continuas y sonadas decepciones.
En este caso, ha quedado plenamente confirmado que la responsabilidad es de todos. Empezando por una directiva que nunca se plantea realmente como un objetivo alcanzable el llegar lejos en una competición muy imprevisible y siempre abierta a posibles sorpresas. Al comienzo de la temporada 2013-14, a Jokin Aperribay le preguntaron en una rueda de prensa en verano si tenía esperanzas puestas en hacer un buen papel en la competición y no pudo contener la risa “No tengo ni idea”, declaró.
No se lo toman realmente en serio ni le dan la importancia que tiene un torneo en el que la Real ha escrito páginas memorables como lo certifican sus dos títulos y las tres finales perdidas. Otra demostración clave es que, pese a los sangrantes antecedentes en las dos últimas décadas, parece que nadie fue capaz de alertar a Eusebio de que corría un grave peligro si afrontaba el choque de ida con los menos habituales o reservas, una fórmula que jamás ha funcionado por estos lares. En este mismo saco hay que incluir a la dirección deportiva, porque lo que sucedió en el Gran Canaria hace dos semanas, que el conjunto local no sentenció la eliminatoria por las paradas de Oier, no sorprendió a casi nadie de la hinchada txuri-utrdin
Eusebio ha entrado con buen pie en la Real. Eso es indiscutible. El pucelano ha cambiado la cara a los jugadores (lo reconocen sin tapujos) y a los trabajadores de la entidad. Pero lo quiera o no, su proyecto ya ha quedado marcado por la mancha de la eliminación en la Copa que ha pinchado gran parte de las expectativas que estaba generando el cambio. El técnico estaba sobreavisado, porque en la rueda de prensa de su presentación, el mismo periodista que le preguntó aquel día al presidente, le planteó la misma cuestión. Su respuesta fue que le hacía mucha ilusión pero antes del duelo de vuelta, no tuvo problemas en reconocer que el choque en Canarias le había permitido para ir conociendo a la plantilla y que, eso sí, el miércoles pensaba sacar el mejor once posible para pasar. Pero no fue así.
En el 2-1, solo Pardo, que estaba sancionado por acumulación de amonestaciones, repitió en la misma alineación que salió goleada del Camp Nou. En el partido de Anoeta, solo se mantuvo respecto al empate en Getafe, donde se jugó cinco días, tres futbolistas. Agirretxe, la sensación txuri-urdin de la temporada, autor de 12 de las 17 dianas que ha firmado el equipo en Liga, se quedó fuera de la convocatoria por un golpe en un pie que no le va a impedir salir de inicio frente al Villarreal cuando se necesitaban tantos para remontar un gol en contra. Lo más curioso es que se quedó sin delantero para la última bala de los últimos minutos, algo que se agravó con la ausencia, por decisión técnica, de Bruma que, como tantas otras veces, podía haber revolucionado el choque con su velocidad y descaro. No es cuestión de hablar de tácticas ni de los cambios, sino simplemente de la actitud con la que encaró la competición que le convierten en culpable de la eliminación.
plantilla Y por último los jugadores. Los que siempre parecen marcharse de rositas cuando se consuma un sonoro fracaso como el del miércoles. Los mismos que hablan de aspirar a lograr un título con la camiseta de la Real y no son capaces de competir contra los suplentes de Las Palmas. Y esta vez hay que incluir a todos, porque casi toda la plantilla ha tenido minutos en los tres duelos sin victoria frente a los amarillos
Lo que no han medido bien es que ahora se van a encontrar con un problema muy importante y es que la plantilla está compuesta por 25 futbolistas, de los cuales, unos cinco no tienen casi opciones de pelear por entrar en los onces del fin de semana. Esto significa que, si no buscan (o encuentran, que esa es otra) destino en enero, Eusebio se va a ver obligado a hacer descartes todos partidos y tendrá a un cuarto del plantel de uñas, con todo lo que eso conlleva.
Todo por ningunear una vez más un torneo inigualable y atractivo como la Copa.