donostia - La trayectoria previa al derbi de la Real tenía un antes y un después en el partido contra el Espanyol. Hasta entonces, David Moyes había apostado siempre por equipos muy abiertos. Por delante de la defensa situaba a dos pivotes, a los que sumaba en vanguardia cuatro hombres de ataque, dos de ellos extremos, que alternaban sus posiciones. En aquel partido, mientras, el escocés optó por poblar la medular con un hombre más. Canales fue mediapunta, Granero interior e Illarra pivote único.

La Real perdió. Pero mejoró su fútbol, sobre todo en una notable primera media hora. Tres días después tocaba reválida en Granada. Y Moyes dio una nueva vuelta de tuerca introduciendo a Zurutuza por Bruma, en la falsa posición de extremo zurdo. Casi cuatro centrocampistas, si se tiene en cuenta a Canales. Mucho mayor control de balón. Más opciones de apretar arriba al rival. Y, sobre todo, primera victoria de la temporada. El equipo parecía haber encontrado un camino. Así que el entrenador repitió ayer el plan. Pero lo hizo sin red, sin opción de darle continuidad en caso de incidentes. Granero se quedó fuera por lesión. Y ni siquiera así se sentó Markel Bergara en el banquillo.

Junto a Moyes se sentaron de inicio Oier Olazabal, Mikel González, Yuri, Xabi Prieto, Chory Castro, Bruma y Jonathas. Es decir, un portero, dos defensas, tres delanteros y un único futbolista que puede considerarse como medio, Xabi Prieto, quien sin embargo posee características casi tan ofensivas como las de los suplentes más atacantes. La elección conllevaba sus riesgos, unos peligros que resultaron constatables nada más comenzar el encuentro. Un vendaje de Illarra en el muslo denotaba que el mutrikuarra acudía al duelo con alguna molestia física. Y, para mayor índole, vio una tarjeta amarilla a las primeras de cambio que pudo condicionarle para el resto del encuentro.

sin miedo El rubio no se amedrentó en absoluto. Continuó yendo al cuerpo a cuerpo sin complejos. Pero no menos cierto es que se echó de menos en el banquillo una alternativa por si las cosas se torcían. Así pudo ocurrir, de hecho, cuando Illarra cometió un claro penalti que además debería de haberle costado la expulsión. Si Velasco Carballo llega a acertar en la acción, la Real tendría que haber afrontado casi una hora de partido sin centrocampistas defensivos con los que sostener al equipo. Pero el centrocampista txuri-urdin continuó sobre el césped y fue uno de los mejores futbolistas en el campo. Tuvo que multiplicarse en defensa ya que Pardo acudía a la presión alta, que el Athletic superaba con envíos aéreos, y apagó varios incendios cayendo a la banda o retrasándose incluso hasta la altura de los centrales.

Mediada la segunda mitad, llegó el momento de los cambios. La confección de la convocatoria obligaba a mantener sobre el césped a los centrocampistas titulares o, en caso de relevarles, a perder efectivos en la medular. Moyes eligió esta segunda opción, introdujo en el campo a Bruma y Xabi Prieto por Canales y Zurutuza, una circunstancia que tampoco varió en exceso el guion, ni para bien ni para mal. Solo quedaba el arranque de intensidad de los últimos cinco minutos, que casi da a la Real el triunfo. Pero finalmente no pudo ser.