donostia - El secreto a voces se confirmará en las próximas fechas. El club ha decidido renovar el contrato de Lorenzo Juarros. Queda por conocer y aclarar por parte de su eterno valedor, Jokin Aperribay, cuáles serán sus funciones, que evidentemente han cambiado notablemente desde la llegada de Moyes, y la duración de su contrato.

Desde que el Consejo le ascendió, le ha ido renovando por dos años, aunque no se descarta que en esta ocasión, en una decisión clarificadora, se decante por firmar un contrato por solo un año más. Esto significaría que las llamadas a ser cabezas pensantes del nuevo y revolucionario proyecto txuri-urdin acabarían su relación con la entidad el próximo 30 de junio. Algo que también resulta bastante inaudito.

Lo que no puede llamar la atención a nadie es la continuidad de Loren. El presidente, que no deja pasar ni una comparecencia pública sin elogiar su trabajo, ya declaró a principios de abril una pasmosa sentencia: “No veo ningún motivo por el que no deba seguir”. Con su inminente renovación se da por zanjada y cerrada la búsqueda de culpables del sonado fracaso de esta temporada. Visto lo visto, el único responsable de que un equipo llamado a luchar por entrar entre los seis primeros haya quedado en la decimosegunda posición, en tierra de nadie, después de haber coqueteado con el peligro del descenso fue Jagoba Arrasate. Es decir, el vizcaino es quien debe asumir el error de planificar toda una temporada en función de un cambio de sistema y pese a que no le abastecieron de los elementos necesarios para poder explotarlo. Esto quedó plenamente demostrado en el inicio de la crisis que le costó su justa destitución tras haber perdido por completo el control de la situación. No hay que olvidar que fue Loren quien repitió el pasado verano que esta plantilla “estaba obligada a luchar por regresar a Europa”.

Por lo que parece, a Aperribay se le ha debido olvidar que fue su director deportivo quien reconoció que el cambio de sistema había sido una decisión “consensuada” (flaco favor le hacía a su entrenador con esa manifestación) y el que fichó a varios jugadores que, como hemos podido comprobar cuando ya no estaba Arrasate, no han dado la talla.

Es una pena, porque tanto el presidente como Loren siguieron defendiendo tras el despido del vizcaino que les daba mucha pena que no hubiese funcionado un proyecto basado en un entrenador de la casa cuando han acabado por dejarle marcado y señalado como el único causante de la decepción acontecida esta temporada.

La decisión tampoco puede esconder que Aperribay vive muy cómodo mientras todos los palos del club se los lleva su director deportivo. En esta ocasión, la impopular renovación puede generar que sea criticado, puesto que se trata de su principal valedor para que siga un técnico cuyo trabajo no está bien valorado por una afición disgustada por los numerosos errores de este curso. En Anoeta han sido muchos los realistas que han escuchado pitos durante esta temporada, pero solo hubo un momento en el que un reducido grupo solicitó la dimisión de una persona. Y fue la de Loren.

La realidad está muy clara. El proyecto txuri-urdin ha acabado por ser el más decepcionante de toda la Liga. Esa es la deducción del balance de la comparación entre el presupuesto y el puesto final de cada conjunto. Los blanquiazules partían como el octavo más grande del campeonato y finalizaron en la duodécima plaza.

A la hora de enjuiciar la labor de Loren al frente de la dirección deportiva no hay más que analizar uno por uno los fichajes que ha realizado desde que está al frente de la dirección deportiva. No se puede discutir que no haya tenido aciertos, como las llegadas de Lasarte y Montanier (a Moyes lo trajo Aperribay) para el banco, o las de De la Bella y Carlos Vela. Pero la lista tiene demasiados fracasos sonados. Comenzando por el último, el gran fiasco del curso, Finnbogason. Para defenderle de los desaciertos, el presidente siempre le justificaba aludiendo a que no había tenido dinero. El problema es que cuando ha tenido, y mucho además, tampoco han convencido demasiado sus movimientos. Salvo a Aperribay y su Consejo, claro.