donostia - El habitual almuerzo de principio de temporada de la familia txuri-urdin, que esta vez se ha demorado hasta mediados de octubre por problemas de agenda, estuvo marcado por el homenaje a Iñaki Anza. Las mejores manos del club, como era considerado este fisioterapeuta, han decidido jubilarse después de 42 cursos, toda una vida, entregado a la recuperación de los futbolistas de la Real.
Como todos los años, una vez acabado el entrenamiento matinal en Zubieta, los realistas se adentraron en la Parte Vieja donostiarra ante el asombro de los que se encontraban en sus calles para acudir primero a la Iglesia de Santa María, en cuyo camarín ofició una misa el párroco Félix Garitano para bendecir la campaña que acaba de arrancar el equipo.
Al término de la misma, la delegación acudió al restaurante Gandarias, situado en la calle 31 de agosto, que sustituyó a la Socie dad Gastronómica, sede habitual del evento. A los actos asistieron el Consejo, los técnicos y futbolistas del primer equipo, así como los empleados de la Real. El menú consistió en unos entrantes y carne o pescado a elección de cada uno.
Cuando los comensales se encontraban en los cafés, Jokin Aperribay tomó la palabra para pedir que todos se pusieran de pie para ovacionar a Anza, mientras le dedicó un cariñoso mensaje de reconocimiento por su trayectoria: “Iñaki y su familia representan más de 80 años de la historia de la Real. Como persona, profesional, hombre de confianza y punto de unión, Iñaki y su familia se merecen un lugar privilegiado en la historia de este club”. El presidente le hizo entrega de una fotografía en la que se le ve muy joven, acompañado del doctor Miguel Mari Echavarren, Alberto Ormaetxea, Juan Mari Anza (su aita) y Marco Antonio Boronat y que data de los años 80, la edad de oro de la entidad txuri-urdin.
La atronadora ovación acompañada por los clásicos vítores entre risas de los futbolistas motivó que Anza se emocionara y reconociera que se le estaba poniendo la piel de gallina. Muy tímido y enemigo de los micrófonos y de hablar en público, el homenajeado no tuvo más remedio que dedicar unas palabras para confirmar su desbordada alegría: “Me siento muy orgulloso de formar parte de esta familia. Como se suele decir siempre cuando se gana un título importante, no hay palabras. Para mí ha sido un día inolvidable. Yo siempre he comentado que para mí esto es un poco o totalmente inmerecido. Yo llevo en la sangre ser masajista del equipo, porque me lo enseñó el aita y me lo dejó como herencia. Yo siempre he intentado hacer mi trabajo lo mejor posible. Quiero agradecer a la Real el enorme detalle que ha tenido conmigo”.
De su experiencia en el club, se queda con “el cariño y la amistad de la gente. En un club hay veces que ríes y otras que lloras por lo que va pasando. Pero te sientes partícipe de todo”.
Xabi Prieto, que ha pasado más tiempo en su camilla que ninguno, se despidió de Anza con un sentido mensaje: “Se le va a echar de menos”.