LOS caminos para hacerse aficionado de la Real son inescrutables. Desde 1993, cada vez que el equipo visita Madrid se encuentra a su llegada al hotel y a los estadios con el apoyo de un fan incondicional llamado Juan Rodríguez Millán. Este periodista es un apasionado aficionado, además de un fiel coleccionista de cualquier recuerdo en blanquiazul. Su hemeroteca de artículos, fotografías y vídeos sería la envidia de los seguidores más melancólicos.

Su historia no tiene desperdicio y su sentimiento por la Real se puede relacionar con su carácter inquieto y emprendedor: "Soy un periodista de 35 años, que vive loco por la Real, el cine y el cómic. Trabajé más de seis años en Europa Press en la sección de política. Siempre me buscaba mis resquicios para hacer otras cosas que me gustaban y empecé con blogs. El mundo del periodismo está mal, no es fácil abrirse camino, sobre todo uno en el que estés a gusto. No soy un periodista al uso porque me he volcado en Internet. Es un mundo en el que tienes libertad, en el que escribes sobre lo que quieres sin que te condicione ningún poder. Pero no me da para vivir de esto".

La historia de su familia tiene miga: "Soy donostiarra de nacimiento, pero no he vivido nunca allí. Mis padres son de dos pueblos de Jaén (Villarrodrigo y Benatae). Mi padre trabajaba en seguros. Por razones laborales vivieron unos años en Bilbao, donde nació mi hermano, y luego en San Sebastián, donde nací yo. Mi hermano es del Madrid y del Athletic, y yo soy de la Real a muerte. No quiero ni contar las broncas que hay en casa".

El origen de su flechazo txuri-urdin no está muy claro, aunque tenga varias pistas: "No sé el momento en el que empezó. Hay dos cuestiones muy definitorias. Una es el equipo campeón que tenía la Real cuando era pequeño y la otra, como tantas otra personas repartidas por España, Arconada. Yo jugaba de portero y era un dios para mí. Luego también hay otro tema determinante. Con diez años fui por primera vez a un estadio y en poco espacio de tiempo vi tres encuentros seguidos. Era la campaña 1987-88, y el primero es un Atlético-Real, de cuartos de la Copa, en el que perdemos 2-1. Pero recuerdo que me impresionó que había un niño cerca con una bandera de la Real. El segundo fue el 0-4 de la semifinales en el Bernabéu y lo recuerdo todo, hasta la ovación del público a la Real. Un mes después fui a Atocha, con la Liga decidida, el Madrid campeón y la Real subcampeona, y quedaron 2-2, y el último gol lo marcó Iturrino de falta casi al final. Vivir un partido así en Atocha, con 10 años, te marca de por vida".

Juan ejerce de donostiarra en Madrid, pese a que nunca ha vivido en Gipuzkoa: "La verdad es que de donostiarra tengo que lo pone en el DNI. Es una ciudad en la que disfruto mucho. Allí soy muy feliz y me siento como en casa. Todos los años voy al menos una vez, aunque no pueda ni permitírmelo. Nadie me quita que soy donostiarra, pese a no tener raíces". Pero, sobre todo, es seguidor txuri-urdin: "No es nada fácil. Ser de la Real fuera de Gipuzkoa tiene mucho mérito. Yo nunca me he escondido. Me he pasado años llevando a diario un pin de la Real, allá donde fuera. En el instituto, cuando perdimos 4-0 en la Copa en 1993 en el Bernabéu, al día siguiente me habían escrito en la pizarra un 4-0 enorme. Y, herido en mi orgullo, les dije la eliminatoria no se ha acabado. Como recordarán, la Real ganó 4-1 en la vuelta y Carlos Xavier marcó el tanto que le llevaba a la prórroga, pero el árbitro había cortado la jugada antes...".

Su apasionado sentimiento se encuentra fuera de toda duda: "No me he perdido un partido de la Real en Madrid desde 1993. También he viajado mucho: a Salamanca, a Vigo el año que perdimos la Liga, a Vitoria, cuando se nos esfumó el ascenso, a Valencia cuando bajamos... A Sevilla, tanto en Primera como en Segunda. El día que visitamos a su filial; y el día que confirmé que habíamos descendido, el que empatamos a cero (2006/07). Había 300 personas en la grada, pero, como coincidía el final con el comienzo del partido del primer equipo, nos quedamos solos".

El sábado volvió a salir dolido y disgustado tras el 5-1: "Estoy frustradísimo últimamente en el Bernabéu. Las tres veces que he ido fueron dos victorias y un 0-0. Hay formas y formas de perder, y la de este fin de semana no nos ha gustado a nadie".

Aunque el periodista reconoce que son tiempos de bonanza en la Real: "La campaña pasada disfruté muchísimo. Montanier no me gustaba demasiado, pero la verdad es que hay que reconocer que el equipo jugó muy bien. Yo soy muy optimista y creo que no estamos eliminados aún en la Champions. Este equipo tiene mucha más grandeza de lo que se cree y de la que le reconocemos. Contamos con una gran plantilla, aunque el punto débil es que no nos hemos recuperado aún de la salida de Illarramendi, pero sigo ilusionado, vamos séptimos y, aunque me llamen loco, ahí está la Copa...".

Su ídolo como adolescente lo tiene grabado: "Kovacevic. Tengo en la cabeza el gol que marcó en el 6-1, el año de Japón Sevilla, fue el clásico cabezazo que dices ¡vaya delantero que hemos fichado! Me enamoró. Me parece un ariete como la copa de un pino, de los que no se rinden jamás. Siempre he tenido algo especial y me ha dejado momentos en la retina para siempre". Más sorprendente es su equipo blanquiazul preferido: "Mi Real fue la de Krauss, la del 1997-98. A ese equipo le tenía mucho cariño. Se construyó poco a poco, sabiendo lo que se hacía, con la base en la generación sensacional formada por De Pedro, Aranzabal e Idiakez. Con dos veteranos clave, Gracia y Albistegi, y dos fichajes muy buenos, Darko y Gómez. Empezó mal, y en la tercera jornada leí una crónica que les mandaba a Segunda. Acabó tercera".

Es habitual verle en la grada de los partidos de la Real sin perder detalle detrás del objetivo de su cámara: "Me gusta quedarme con momentos puntuales, como los goles y las celebraciones". Y su casa es un pequeño museo de la Real a 500 kilómetros de Gipuzkoa: "Desde la 92-93 empecé a guardarme recortes de cosas de la Real y me compraba revistas en las que saliesen artículos sobre el equipo. Solo para guardarlos. Hablas con gente que le gusta también esta afición. Yo tengo el suplemento As Color del fin de semana en el que la Real ganó la Liga en Gijón y no viene ni una sola foto del partido. También un recorte del Ya sobre la semifinal de la Copa de Europa ante el Hamburgo".

También tiene un pasado como activo peñista: "Fui uno de los creadores de la Número doce. Hicimos un trabajo impresionante, porque movilizábamos a 30-40 personas. No había Internet, ni sede... Era complicado. Me acuerdo el primer autobús que organizamos, contra el Valencia. El partido lo escogió Canal+; llegamos a las cinco de la mañana y varios se fueron directos a trabajar".

Incluso tiene su particular versión del inicio de la excelente relación con Vallecas: "Uno de los picos de la Número doce es el día que echaron a Clemente tras perder en Vallecas. Empezamos a gritar Clemente vete ya, y nos secundó el campo entero. Creo que fue uno de los puntos de nacimiento de la comunión que hay con la afición del Rayo. Les pedimos que acompañaran en el grito, y lo hicieron por simpatía. Pero de repente nos secundaron 5.000 personas".

Su mejor y peor recuerdos no tiene que pensarlos mucho: "El peor fue la noche de Aitor Zabaleta. El mejor el 4-2 al Madrid de Casillas, Ronaldo, Zidane y Figo. Lo vi en Anoeta".

Es Juan Rodríguez, uno de los héroes anónimos que arropan a la Real por todos los campos de la Liga para hacerles sentirse como en casa.