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"No estaba amañado; aquí reprochamos a Sarabia su gol y en Bilbao lo hacían conmigo"

Uralde no alcanzó la categoría de mito txuri-urdin, pero muchos olvidan que fue el realista clave en la consecución del segundo título. En la mejor campaña de su vida, se erigió en el máximo realizador de la temporada con 14 tantos, dos de ellos vitales en un choque en Valencia

"No estaba amañado; aquí reprochamos a Sarabia su gol y en Bilbao lo hacían conmigo"Foto: n.g.

donostia. ¿Mantiene frescos los recuerdos del segundo título?

Son muchos años y la memoria empieza a patinar, pero en cosas tan bonitas como esas son difíciles que te falle. Son recuerdos que tienes para toda la vida y seguramente la gente de ahora, incluso los propios futbolistas, estarán ya un poco hartos de todo esto, pero no deja de ser una parte de la historia del club muy importante.

Quizá ahora se valora más que en su momento.

Los tiempos han cambiado mucho y ahora es impensable que un club como la Real, incluso como la gran mayoría, gane un campeonato de Liga. Actualmente existen más diferencias, sobre todo económicas, y eso marca los distintos niveles. Hacerlo dos años seguidos, como lo hicimos nosotros, fue un hito y pasa una vez en la vida.

Muchos niños no conciben que la Real era un grande por aquel entonces, con dos ligas y un subcampeonato.

Sí, pero también hubo partidos que perdíamos y que nos criticaban. Lo que pasa es que con el tiempo solo te quedas con lo bueno, que fueron los títulos. En esa época coincidieron varios jugadores de nivel altísimo y los que llegamos nuevos aportamos esa frescura que también hacía falta.

¿Qué diferencias hubo entre el primer título y el segundo?

Yo creo que fue más emotivo el primero por cómo se consiguió y por lo que había pasado el año anterior. En cuanto al segundo, como a lo bueno te acostumbras fácil... Pero no quita para que fuese una alegría enorme. En el primer título, en el momento que metió Zamora el gol, todo el mundo de la Real y de Gipuzkoa sabe lo que estaba haciendo. En el segundo igual no ocurrió eso. Pero, bueno, siempre partiendo de la base que hablamos de ganar un campeonato de Liga, que eso ya es la leche. Y encima el último partido en Atocha contra el Athletic, así que fue algo impresionante. Yo la camiseta de ese partido se la di a mis padres y en un bar casi se la roban, porque había mucha euforia.

La Real no se puso primera hasta las últimas jornadas y en muchos momentos ganar la Liga parecía una quimera.

Fue una temporada en la que el Barcelona iba primero y el secuestro de Quini le afectó en negativo. Pero en un campeonato tan exigente nadie te regala nada. En un camino tan largo cada uno acaba donde merece y nosotros conseguimos quedar los primeros.

Dicen que el año que mejor jugaron fue el de la imbatibilidad; el más emocionante, el del primer título; y en el del segundo, quizá fue en el que demostraron una mayor madurez.

No lo sé, con el tiempo mitificas mucho las situaciones y para ganar un campeonato tienes que jugar bien siempre, ser fuerte para aguantar en los malos momentos y aprovechar las ocasiones que tengas, que fue lo que hicimos.

¿En el plano personal fue la mejor temporada de su carrera?

Empecé de titular y luego me rompí una clavícula y no jugué durante, más o menos, mes y medio. Siempre le agradeceré a Iñaki Anza que me recuperase en poco tiempo y eso me permitió hacer la temporada que hice. Metí 14 goles, fui máximo goleador del equipo y me permitió llegar al Mundial de 1982. Lo recuerdo seguramente como uno de mis mejores años.

También influyó que Bakero se lesionó a principio de temporada, en aquel partido de Copa de Europa contra el CSKA Sofía.

Sí, por eso empecé titular. En esa época estábamos Idigoras, Bakero y yo para un puesto, y en el comienzo nos lo disputábamos Bakero y yo. Creo recordar que hubo alguna lesión más también.

¿El paso definitivo para escalar a la primera plaza fueron los dos goles que anotó en Valencia a cuatro jornadas del final, con un gol en el último minuto con el que puso el decisivo 1-2?

Cada vez que se habla de ese partido me recorre un cosquilleo por el cuerpo. Creo que la víspera jugó el Barcelona contra Osasuna y perdió, por lo que si ganábamos, dábamos un paso muy importante. Metí dos goles, el segundo en el último minuto, que valió mucho. A nivel personal los goles son lo que te dan la vida como delantero.

¿Cómo fue ese gol, porque no hay imágenes del mismo?

La verdad es que tampoco guardo un recuerdo muy claro; creo que fue de cabeza y que el que centró fue Periko Alonso. Tampoco soy mucho de verlos o recordarlos demasiado, aunque a veces se agradece y viene bien.

En el siguiente partido contra el Espanyol también anota el 1-0. Y en el penúltimo solo empatan 0-0 en Pamplona y el Barcelona pierde 3-1 en el Bernabéu.

Era lo que necesitábamos para depender de nosotros en la última jornada. Seguramente iríamos a sacar ese resultado y no sería muy brillante el partido.

El derbi en la última jornada siempre estuvo sujeto a sospechas y especulaciones, tal y como sucedió dos años después en el segundo título del Athletic y su famoso gol.

El partido no estaba amañado. Aquí reprochábamos a Sarabia haber marcado, y luego me reprochaban a mi el mío de dos años después en San Mamés. Seguramente juegas de otra manera, pero no porque lo hayas hablado, sino porque somos humanos y cada uno tiene su sentimiento. Pero no fue ni regalado ni amañado.

Pero me reconocerá que la relación entre plantillas era mejor que la de los últimos años.

En aquella época lo que intentábamos era demostrar a los demás que éramos mejores en todo. Lo que pasaba entre la Real y Athletic, que igual íbamos a comer juntos, era impensable en casi todos los demás derbis. Eso no quiere decir que luego no nos diésemos de leches en los partidos. Demostrar que éramos mejores en eso, incluso yendo juntas las aficiones al campo, algo que es muy bonito.

Siempre tuvo un sector crítico y muchos se olvidan del papel que usted jugó aquel año. En Atocha también silbaban por aquel entonces...

Es cierto, hasta en los años de campeones había discrepancias. Pero eso entra dentro del juego del fútbol y el jugador tiene que asumir eso. Otra cosa es cómo reacciones ante esto. Yo recuerdo que cuanto más me chillaban más me crecía. En eso era bastante fuerte mentalmente y, aunque no sea fácil, tienes que serlo.

Sus números son casi de mito en la Real, sobre todo su número de goles por partidos jugados es elevadísimo.

Las estadísticas marcan la trayectoria, sobre todo la de los delanteros, y creo recordar que en la Real metí 100 goles, que creo que son bastantes...

Felicidades por al aniversario y muchas gracias por atendernos tan amablemente. Da gusto hablar con los jugadores de su época.

¡La gran diferencia con los de ahora es que a nosotros nos gusta mucho recordar!