Pradales ensalza el “ejemplo” de Txomin Letamendi, espía jeltzale torturado por Franco
El lehendakari visibiliza la “injusticia” que padeció en el 75 aniversario de su muerte
Txomin Letamendi tuvo una vida de película. Pero, por el anonimato que exigía la labor que desempeñaba, su sacrificio permaneció durante décadas en el ostracismo. Utilizando como parapeto su faceta de trompetista, el militante del PNV supo hacerse invisible y camuflar su trabajo como agente secreto contra el fascismo. Ayudó a sus compatriotas a cruzar la muga, y trabajó también con Estados Unidos en misiones de espionaje contra el franquismo y el nazismo, para terminar después siendo encarcelado por la dictadura de Franco y sufriendo unas salvajes torturas. El lehendakari,Imanol Pradales, ha querido reconocer este lunes su labor en un homenaje tributado en la biblioteca Bidebarrieta de Bilbao en el 75º aniversario de su muerte, que se cumplió el pasado sábado día 20. El Gobierno vasco ha reconocido que las torturas que sufrió aceleraron su deterioro y tuvieron una relación directa con su muerte. En el acto organizado por el ayuntamiento de Bilbao, la Diputación de Bizkaia y Gogora, Pradales visibilizó la trayectoria de Letamendi, desde su trabajo como comandante de gudaris hasta el Servicio Vasco de Información del lehendakari Aguirre, un “ejemplo” que inspira. “Es nuestra responsabilidad recordar el sufrimiento y la injusticia que padeció, y condenar con toda rotundidad la crueldad con la que fue tratado”, zanjó.
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"Hombres y mujeres leales y discretos"
Como recordó Pradales, Aguirre puso de manifiesto que la información era el arma más potente para un pueblo que había visto conquistado su territorio, y que Euskadi no contaba con unos servicios al nivel de los potentes estados, pero sí con “hombres y mujeres leales y discretos”. Uno de ellos era Txomin Letamendi, como destacó el lehendakari. Pradales citó un informe de la CIA, titulado Mission of Illarramendi, que decía que “nadie sabe nada sobre Txomin Letamendi, y nadie lo sabrá”. Pradales corrigió: “Afortunadamente, no ha sido así”. “Y sabemos que lo que hoy tenemos, paz, democracia, derechos humanos, autogobierno y bienestar, se lo debemos a su sacrificio y al tesón de quienes tomaron su testigo. En 1942, Txomin respondió a la llamada del lehendakari Aguirre y cruzó el océano para volver a su país y meterse en la boca del lobo. Lo hizo en un buque de Sota, de nombre especialmente significativo: Buena esperanza. Tenía una niña de tres años y otro de dos. Era muy consciente del riesgo que corría. Fue detenido, encarcelado y torturado pero, una vez liberado, volvió a implicarse en otra misión, habiendo nacido su tercer hijo. ¿Qué lleva a un padre que ama a su familia a dar semejante paso, por encima de su propio instinto de supervivencia y conservación? Sin duda, una fuerza muy poderosa. Desde la humildad, me atrevo a decir que el amor por la libertad”, dijo.
Pradales proclamó que “su legado nos enorgullece, su ejemplo nos inspira, su firmeza nos conmueve, y su memoria nos interpela”. Recordó que fue “detenido, sometido a un Consejo de Guerra, y juzgado sin ninguna garantía”, fue torturado y no recibió atención médica. Añadió que es “nuestra responsabilidad” reconocer la injusticia que sufrieron todos los que soportaron las torturas en defensa de la paz, más aún en tiempos de autoritarismo. Tras la caída de Bilbao, Letamendi partió al exilio en París y colaboró con los Servicios de Información de Aguirre. La entrada de los nazis en la ciudad lo obligó a exiliarse a Caracas, donde su buen hacer llamó la atención de Estados Unidos. En 1943, Aguirre le pidió que volviera a Euskadi.