Andoni es una persona hecha a sí misma con trabajo y esfuerzo. Vivió en primera fila la transformación de su Sanfuentes natal desde la economía mixta rural e industrial que vivió en su primera juventud a la sociedad moderna que ha nacido de ese proceso de cambio. Allí se forjó un carácter optimista, innovador, constante y comprometido y un estilo desenvuelto, próximo, muy personal. Una forma de ser y hacer que es “modelo EAJ-PNV”. Somos un movimiento social, diferente, inexplicable para muchos analistas políticos que ni entienden ni asumen esa diferencia.
La ciudadanía vasca aprecia esa virtud y Andoni la encarna muy bien. Por eso, con Andoni a los mandos, EAJ-PNV alcanzó sus máximas cotas de poder institucional y ha resistido mejor que la mayoría el test de resiliencia que una década convulsa ha planteado a las fuerzas políticas y que ha enviado a la oposición a la mayor parte de las que gobernaban en muchos estados europeos. Ha demostrado además que tan importante como saber llegar y estar, es saber marcharse. Su nombre y su trayectoria son ya parte trascendental de nuestra historia.
Nuestra relación es la que mantienes con una persona a la que aprecias, en la que confías, que sientes próxima y que siempre responde. Solo una vez me dio “calabazas” cuando intenté, durante un almuerzo en febrero de 1991, incorporarlo a mi equipo en la consejería de Interior. Euskadi ganó, con su negativa, un enorme responsable de acción exterior. Fue revolucionario poner en marcha lo que hoy es un verdadero departamento de exteriores del Gobierno vasco o iniciar la transformación digital que dirigió en EITB, como ha sido innovador su estilo y liderazgo como burukide de EAJ-PNV. Me gusta su claridad, su sinceridad y ese humor socarrón que te hace reír y te pone a pensar. Que convierte la anécdota más divertida en una pieza de alta política.
En una palabra, le definiría como un idealista pragmático, un estratega de alto nivel, una inteligencia política de primer orden, un negociador constante y hábil camuflado en la piel de una persona cercana, accesible y llana. Por eso algunos ven un “R-5” en lo que, en realidad, es un Fórmula 1.