El pacto entre el Partido Socialista y EH Bildu en Iruñea, que otorgará la Alcaldía a este partido, ¿será aplicable en Euskadi?

Que yo sepa el pacto no es entre el Partido Socialista y EH Bildu. Ahí están Geroa Bai y algún otro partido de izquierdas también. Es de toda la oposición para desalojar a la actual alcaldesa que tiene paralizado el ayuntamiento y dar paso a un alcalde que pueda encontrar algo tan básico como una mayoría que le permita aprobar Presupuestos. Tiene una dimensión puramente local.

En 2024 se celebrarán elecciones autonómicas. ¿Será aplicable ese pacto para la Lehendakaritza?

No por mucho preguntar va a cambiar la respuesta: nosotros no vamos a dar ni vamos a participar en ningún gobierno con EH Bildu. Hay un recorrido ético que falta por hacer, al menos para poder compartir gobierno por el nivel de complicidad que eso exige, y no se da con ese partido que tiene esas tareas pendientes. Bildu tiene una visión maximalista de las políticas públicas que tampoco compartimos.

Escuchando al ministro de Transportes, Óscar Puente, da la impresión de que EH Bildu ha completado ese recorrido.

Tiene que haber un posicionamiento más rotundo, no solo de lo que representó ETA, sino del papel que jugó la izquierda abertzale en su apoyo. ¿Eso quiere decir que no han dado ningún paso? No, y creo que eso es a lo que se refiere el ministro Puente. Han dado pasos, evidentemente, si no, no estarían legalizados como partido. Ahora, seguimos exigiendo que se sigan dando pasos, que muestren una autocrítica sincera de lo que sucedió.

¿Qué le parece el paso atrás de Arnaldo Otegi en la carrera hacia la Lehendakaritza?

Supongo que al hilo de las mochilas que tiene cada cual el señor Otegi habrá hecho su reflexión sobre la suya propia, hasta qué punto podía lastrar su recorrido electoral en las próximas elecciones.

El PSE está al alza electoralmente. ¿A qué aspira en las autonómicas?

Sé que Eneko Andueza es el preciado objeto de deseo y que todo el mundo se nos acerca para ver qué vamos a hacer o dejar de hacer como PSE. Pero me gustaría que no se hurtara a la ciudadanía la posibilidad de que se escuche con nitidez la voz propia del PSE porque aspira a ganar, sobre todo como primera fuerza política en las elecciones de julio en Euskadi. Si se nos condena a un mero papel de apoyo a unos o a otros, se está desvirtuando nuestro derecho como aspirantes con todas las de la ley a la Lehendakari-tza, que es lo que Eneko Andueza es en estos momentos para el PSE.

Los dirigentes socialistas se habían mostrado tradicionalmente contrarios a la amnistía a los dirigentes del ‘procés’. ¿Por qué ahora esta medida es apropiada?

El PSOE y el presidente Sánchez habían aplicado medidas de desinflamación como los indultos, que no solo no han tenido ningún coste para el PSOE sino que hemos subido un millón de votos de apoyo, y nunca hemos negado que íbamos a seguir aplicando nuevas medidas. Otra cosa es que, cuando llega el momento de pactar una investidura, tú tienes que conciliar tu programa con el programa de otros. Y nos ha parecido que podíamos compartir adelantar esa medida.

¿Pero con qué argumentos?

—Con los mismos con los que aprobamos los indultos: desinflamar, llevar nuestras desavenencias políticas al terreno exclusivamente de la política y sacarlas de los tribunales, porque esa estrategia nos ha ocasionado enormes perjuicios. Y si me permite hacer el balance de resultados, además el PSC y Salvador Illa ganan las elecciones en Catalunya, por tanto, no sé dónde está el problema.

Vista la reacción furibunda de los partidos del espectro de la derecha, ¿hace falta hacer más pedagogía sobre esta medida?

Haremos toda la pedagogía que sea necesaria, pero la reacción furibunda empieza a ser marca de la casa. Hay un problema, que la gente tiene vida y tú no puedes estar tensionando el cuerpo social constantemente como si el mundo fuera a acabarse. Por otro lado, el Gobierno tiene claras cuáles son las prioridades de carácter económico y social, y un peso en Europa indiscutible.

De hecho, la expresión más extrema de las protestas, las concentraciones en Ferraz, se diluyeron.

Hemos escuchado al señor Feijóo decir que es demócrata, que acepta el resultado y que él es la oposición. Si lo hubiera dicho hace dos meses, nos habríamos ahorrado cuarto y mitad de rosarios y unas cuantas muñecas hinchables.

Abascal habla de “colgar de los pies a Pedro Sánchez”. Esparza llama “escoria” al PSOE. ¿Se están excediendo todos los límites?

Ellos estarán pensando en llegar a las elecciones gallegas, vascas o europeas con este nivel de tensión con tal de obtener un buen resultado. Yo ahí diría que no es sensato ni responsable tensionar la sociedad por meros cálculos electorales; y que lean bien los resultados de julio. Porque el “que te vote Txapote” y otras lindezas que tuvimos que aguantar motivaron el voto progresista. La gente puede estar de acuerdo o no con algunas de las cosas que hace este Gobierno, pero ese nivel de ataque furibundo hace que el electorado progresista despeje sus dudas. Porque la alternativa es de temer.

Tras la reunión el viernes de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, parece que se abre un resquicio para renovar el CGPJ.

Cuando el PP menciona la Constitución se le llena la boca; pero cuando al PP le toca cumplir la Constitución, escapa. Y en estos momentos hay un flagrante incumplimiento por falta de renovación del Poder Judicial. Este Gobierno tiene la responsabilidad de llevar al cauce político lo que es de la política y dejar a la justicia trabajar exclusivamente en su campo, que no es menor, y para lo cual sería muy necesario renovar sus órganos de poder.

Con el propio Poder Judicial hay tensiones por las acusaciones lanzadas desde Junts a la judicatura y por la creación de una comisión de investigación sobre la ‘operación Catalunya’. ¿Qué propone para rebajar estas tiranteces?

Respetar los poderes. El Gobierno y muy particularmente el PSOE tiene clara la división de poderes. Y, de hecho, el ministro Bolaños está empeñando en tratar de recuperar la normalidad en el funcionamiento de los poderes del Estado respetando el ámbito de cada uno de ellos.

Pedro Sánchez se reunirá con Carles Puigdemont una vez la Ley de Amnistía sea una realidad. ¿Estos encuentros son una cuestión a normalizar?

Cuando digo que queremos devolver al terreno de la política aquellas cuestiones que son de índole política me refiero a esto, a que el diálogo entre partidos políticos que están representados en una Cámara como el Congreso pueda normalizarse. La plena democracia exige asumir que, cuando los partidos cumplen todos los requisitos que la democracia exige para la participación política, aceptemos ese hecho con todas las consecuencias. Y me temo que el PP está en otra estrategia.

El objetivo final de los grupos soberanistas catalanes es, eso sí, el referéndum de independencia.

Eso lo vengo escuchando desde que tengo uso de razón, no solo en Catalunya por cierto, también en Euskadi. No aporto nada nuevo si digo que consideramos que está fuera de la ley y que no cabe en la Constitución. Hay una tercera razón que para mí es la más importante: que no sirve para la convivencia. Ese camino ya lo hemos transitado y ha llevado a la frustración y a la quiebra de la convivencia. Por lo tanto, tenemos que buscar acuerdos integradores que luego efectivamente pueda refrendar la ciudadanía.

De las primeras decisiones del Consejo de Ministros y del encuentro de la consejera de Autogobierno y el ministro de Política Territorial se interpreta que el proceso de transferencias se ha acelerado.

Se llama cumplimiento de los compromisos adoptados, como por cierto en la anterior legislatura: once competencias transferidas, algunas de ellas de enorme trascendencia, y creo que fueron cuatro o cinco comisiones mixtas de transferencias. Este próximo enero se celebrará una ponencia técnica previa a la comisión mixta de transferencias, donde se puede abordar el cumplimiento de esas transferencias pactadas.

¿Hay alguna más avanzada?

Tenemos la suerte de que en el caso de las Cercanías ferroviarias hay mucho trabajo ya adelantado de la anterior legislatura, y eso va a facilitar las cosas. No son acuerdos fáciles porque hay que llegar a un pacto de carácter económico, técnico, jurídico y blindarlo. En este país tenemos francotiradores dispuestos a recurrir esa transferencia que no creen en el Estado autonómico. Por tanto, hay que blindarlas para que el Constitucional las valide.

Lo que se da por supuesto es que será una legislatura complicada por la gran diversidad de apoyos que necesita Sánchez. ¿Cree que se llegará al final del mandato?

Si se hubieran cumplido todos los vaticinios de la anterior legislatura, no hubiéramos durando ni cinco minutos, no le digo ya cuando se declaró la pandemia. Estoy convencido de que, con las dificultades que entraña un bloque de investidura diverso, en lo territorial pero también en lo ideológico, el Gobierno ha demostrado tener la gimnasia pactista suficiente para alcanzar acuerdos a diferentes bandas. Tampoco hay que renunciar a alcanzar incluso mayorías más amplias donde se incorporen otras fuerzas políticas.

¿Es eso realista ahora mismo?

El Congreso aprobó la semana pasada el pacto de Estado por la salud mental prácticamente por unanimidad, no hubo ningún voto en contra. La derecha tiene que medir porque todo no puede convertirse en una batalla campal, cuando se aterriza en lo concreto hay que ver el cuajo de algunos para votar en contra de determinadas cosas.

Acaba de ser ratificado como delegado del Gobierno. ¿Cómo afronta esta prolongación del mandato?

Con mucho agradecimiento por la confianza depositada, supongo que también es el resultado de una legislatura cargada de dificultades, y con la ilusión de seguir representando a un Gobierno de progreso con un respaldo abrumador en Euskadi.