Cirbonera, 45 años, reelegida presidenta del Gobierno de Navarra. Licenciada en Sociología por la UPNA (2001), máster en Recursos Humanos. En 2014, cuando alcanzó la secretaría general del PSN-PSOE, trazó un camino: “ser coherentes para ser creíbles”. Sus críticos lo consideran cuando menos que el suyo ha sido un trayecto errático, pero en modo alguno ha resultado estéril; el partido lleva años reverdeciendo laureles. Lo contrario que UPN, a cuyo presidente le lanzó idéntico binomio hace unos días, en forma de reproche descarnado.

María Chivite encarna la imagen de un Partido Socialista que, por realismo, pragmatismo o sensatez, cambió de rumbo en Navarra. No era un itinerario sencillo, dado el peso de los escoramientos, las conveniencias, y las costumbres. Pero era el viaje que tocaba hacer, por historia, necesidad y responsabilidad. La apuesta ha recibido durante estos años la contestación frontal de la derecha, pero también ha logrado en distinto grado el visto bueno de una considerable mayoría de la sociedad navarra, en una aritmética progresista de 30 frente a 20, entre favorable y facilitadora.

Largo recorrido

Concienzuda y temperamental, firme y sensible, en constante aprendizaje, Chivite se ha labrado un perfil que ha ganado aún más relieve con su reelección. La suya ha sido una andadura política y vital a veces procelosa, pero con el convencimiento de quienes maman la política desde la niñez, la fuerza y determinación de tantos que llegan lejos, y la oportunidad de contar con importantes apoyos, dentro y fuera del PSN, que han enriquecido su campo visual y su proyección. En particular, quizás, su tándem con Santos Cerdán, otra figura clave del socialismo navarro actual.

Chivite se convirtió en secretaria general de los socialistas navarros prometiendo futuro. La cuestión era si con ella al mando llegaría el necesario golpe de timón para que aquella oferta sonara verosímil. El acierto es obvio, si bien necesitó del revés electoral de 2015 y de una legislatura en la oposición para comprobar que su estrategia la decantaría en un sentido u otro Geroa Bai. En 2015 los socialistas se habían abstenido en la investidura de Barkos como “gesto de mano tendida”, pero fueron críticos en la oposición y descartaron cualquier colaboración estable. En 2019, Barkos apostó enseguida por un Gobierno de coalición liderado por Chivite.

Dos frases de la hoy presidenta pronunciadas en 2016 explican el fundamento de su ascenso, dentro de una lógica sencilla pero certera: “Cuando no intentas construir una alternativa, para los votantes dejas de ser una alternativa”. “Cuando los ciudadanos han querido quitar a UPN, la alternativa no era el PSN, eran otros”. Entonces su idea de la centralidad era diferente, ajena al vasquismo, para una política “sin bloques”, sin “la derecha y el nacionalismo”. Inclinación que, siete años después, algunos considerarán desmentida y marco ideológico sobre el que otros verán resabios. Paradójicamente, ambos tienen parte de razón. Depende de las lentes de observación.

Aquel 2016 fue el del seísmo en el PSOE, con una crisis en canal que no fue fácil de gestionar. Chivite dijo a comienzos de julio de ese año que el PSOE tenía que ir “a la oposición” y a comienzos de agosto que compartía el no a Rajoy de Sánchez. Tras el Comité Federal que defenestró a Sánchez, Chivite expresó su preocupación por el estado en el que se quedaba el partido y, en concreto, especialmente el mal llamado socialismo periférico. Fue tal el bajón por lo vivido en aquel cónclave de los cuchillos, que Cerdán y ella decidieron regresar en automóvil aquella misma madrugada a Pamplona, descartando la posibilidad de pernoctar en Madrid. Pero Sánchez, como todo el mundo sabe, no se rindió, y su manual de resistencia terminaría sentando cátedra en Ferraz. En las primarias de 2017, Chivite apostó sin embargo por Patxi López, hoy portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, mientras Cerdán se volcó como uno de los hombres irreductibles de Sánchez. A Chivite no le funcionó el radar, pero fue muy respetuosa con la candidatura de un Sánchez que realizó un acto en Burlada en febrero de aquel año, al que acudió la secretaria general del PSN. A partir de la vuelta de Sánchez, los acontecimientos se precipitaron. Año y pico después, una moción de censura le mudó a la Moncloa, posteriormente ganó las elecciones de abril de 2019, que reforzaron la posición de Chivite para comenzar a perfilarse como presidenta de Navarra en mayo de aquel mismo año, en un Gobierno también con Podemos que tuvo su paralelismo tras las generales del 10-N.

“Apuntaba maneras”

Chivite se afilió a las Juventudes Socialistas en 1998, hace ya un cuarto de siglo, junto a Javier Remírez y Carolina Castillejo. Eran tiempos de Aznar en la Moncloa, y de Sanz en el Palacio de Navarra. Concejala en el Ayuntamiento de Cintruénigo en la legislatura de 2003, tras petición de Carlos Chivite, tío segundo suyo. Veinte años después ahora tendrá a Óscar, un hermano del desaparecido Carlos, de consejero. Ese tronco vital que supone Cintruénigo, su pueblo, ha quedado desde 2020 sin una rama importante. María caracola, hija del Caracol, apelativo cariñoso por el que aún se le recuerda en la villa, recibió la peor de las llamadas a los que uno se enfrenta en esta vida en febrero 2020. Jesús, su padre, falleció de un infarto fulminante, lo que supuso un palo muy duro para la presidenta en vísperas, además, de afrontar los momentos más tremendos de la pandemia del covid.

Volviendo a sus inicios políticos, Chivite hizo un viaje de ida y vuelta por el Parlamento de Navarra. Parlamentaria foral de 2007 a 2011, dejó esta Cámara para ser senadora desde 2011 hasta 2015, y fue nombrada portavoz socialista aquel año en septiembre (solo dos meses después de llegar Pedro Sánchez al liderazgo de Ferraz) y elegida secretaria general del PSN-PSOE en noviembre de ese mismo 2014. De su etapa inicial en el Parlamento alguien la recuerda como una “chica despierta, que apuntaba buenas maneras, con ganas de aprender y con temperamento”, y también como una “mujer muy militante, muy disciplinada y muy del partido, con ganas de conocer bien los temas, y sin miedo escénico”. Descripción con aspectos que otras fuentes consultadas destacan de su forma de ejercer la política ya como presidenta. Se subraya su carácter exigente, su capacidad de escucha, también su carácter franco, directo, rocero, peleón y también, en ocasiones, temperamental y cabezota. De Chivite se destaca también su arrojo, y compromiso, su fortaleza y sensibilidad, su atención a los detalles personales, y una destacable capacidad de trabajo para afrontar sus obligaciones. También por el contrario, voces más críticas reprochan una excesiva dependencia o seguidismo del PSOE una vez ha logrado gobernar.

Por fin una mujer

Como secretaria general sustituyó a Roberto Jiménez, acompañada de Pedro Sánchez, que llevaba un cuatrimestre en la cúspide socialista. Doble imagen de frescura para los nuevos tiempos. Comenzó a fraguarse la solidez del triángulo Chivite, Cerdán (entonces número 2) y Alzórriz. Ambos habían convencido a Chivite en un hotel en Castejón de que diera el paso por la secretaría. Se erigía por fin un liderazgo femenino en el PSN, tras haber pasado por el paseo Sarasate Jiménez, Carlos Chivite, Lizarbe, Otano y Urralburu. Chivite cerraba así una primera década prodigiosa, preámbulo de un segundo decenio que empezó en una situación delicada, con una cierta travesía por el desierto en la legislatura de Barkos, pero que vivió su primer gran hito al alcanzar la presidencia en 2019, con un “Gobierno progresista y plural, apuesta estratégica del PSN”.

En la parte más personal, a Chivite es habitual verla acompañada de su cuadrilla de amigas en conciertos del Navarra Arena. Destaca su gusto por la música indie. Algunos de sus grupos preferidos son Izal, Love of Lesbian o Vetusta Morla. Pero su tiempo de ocio, repartido también con momentos de deporte, lo ocupa básicamente la familia, sus dos hijos (una niña y un niño) y su pareja, Miguel. Los fines de semana los pasan habitualmente en Cintruénigo o Sesma,con su madre o con sus suegros.

A Chivite le disgusta el término baronesa, pero caídos Lambán, Vara o Ximo Puig, es junto a Barbón y Page, presentes en su toma de posesión, clave en el poder territorial socialista. Su Gobierno de coalición se reedita ahora sobre algunas desconfianzas más que palpables, pero también – si las bielas de un liderazgo integrador de Chivite no pierden rendimiento– sobre una gran ventana de oportunidad, para avanzar en el camino de una Navarra mejor articulada en su pluralidad, de cara a los exigentes retos que afrontar.