Dos libros arrojan luz sobre un tiempo de cambios secuenciales en la política catalana, llamativos desde la óptica vasca, que llevaron finalmente a la desaparición de CDC. El primero, recién salido del horno, escrito en catalán por la periodista Núria Orriols: Convergència. Metamorfosi o extinció. El otro, del también periodista Manel Pérez, titulado La burguesía catalana. Retrato de la elite que perdió la partida, va por la cuarta edición. Núria Orriols, que trabaja en Ara, comienza su crónica recordando la inscripción que recoge la foto que ilustra este reportaje, en la entrada de la antigua sede de CDC en Barcelona: Convergentes, bienvenidos al futuro, traducción que resuena hoy guasona. Por su parte, Manel Pérez, director adjunto de La Vanguardia, concentra su mirada en la clase empresarial catalana, que a su juicio comenzó a hacer aguas en 2008 con el inicio de la crisis económica. Posteriormente, el giro político de Artur Mas en 2012 en un año electoral en Catalunya, fue el preludio de una sucesión de cambios, liderazgos y fragmentación dentro de un contexto muy complejo. Otra clave, apunta Orriols, vino en 2014, cuando Jordi Pujol confesó haber ocultado dinero en el extranjero.

Factores entrecruzados explican por tanto la mutación y desaparición de Convergència, sin olvidar a la minoritaria Unió, también extinta. Una triple crisis política, económica y social, las tres muy severas y solapadas. Según Pérez, producto de ello, “el centro político se desplazó más hacia el independentismo, y recuperar ahora ese espacio central en una posición tradicional de autonomismo es muy complicado”. Pero augura que el llamado gen convergente volverá a cuajar. Cree de hecho que la propia “Esquerra lo intenta”, pero sin la confianza de “esa burguesía”.

En este tablero, el papel de Puigdemont no es baladí. “Junts salió del Govern por una consulta a la militancia donde tuvo mucho peso su posicionamiento”, observa Orriols. “No ostenta ningún cargo orgánico, pero su opinión tiene mucha influencia en las bases”.

Orriols ve “dos almas” y duda de “si la política de confrontación” del expresident es “compatible con el gen convergente aún presente en Junts”, que ejemplifica con la candidatura de Xavier Trias al Ayuntamiento de Barcelona, con “una política de pactos abierta”.