Donostia - La dura sentencia de la Gürtel ha colocado al PP y al Gobierno español liderado por Mariano Rajoy al borde del abismo. El terremoto político provocado por el fallo judicial que da por probada la existencia de una contabilidad en negro paralela a la oficial en la sede de Génova y un sistema de corrupción institucional ha puesto al líder de los populares y del Ejecutivo español en una delicada situación que los grupos de la oposición no han tardado en aprovecharla. Ayer por la mañana, mientras Rajoy se encontraba en el Consejo de Ministros de los viernes intentando digerir en grupo el varapalo judicial, el PSOE registraba en el Congreso de los Diputados una moción de censura contra el presidente español. En medio del calvario que se le viene encima, el presidente español se resiste y rechaza un adelanto de las elecciones, como le reclama prácticamente toda la oposición e incluso sus socios de Ciudadanos.

Fue el propio Pedro Sánchez el que explicó en público los detalles de la moción de censura presentada poco antes por la diputada Margarita Robles, y la justificó en la “alarma” y la “indignación social” que ha generado la sentencia de la trama Gürtel, así como en el deterioro que ha supuesto para la reputación de España en la UE y en el mundo.

Sánchez pretende constituir un Gobierno del PSOE, con fundamentos sólidos y una “hoja de ruta clara”, cuyo objetivo será convocar elecciones “cuanto antes”, aunque no aclaró cuándo. Pide el apoyo a todos los diputados, incluidos los independentistas catalanes, a los que ha satanizado en los últimos meses. Todo vale con tal de sacar a España “del lodazal de la corrupción”, aunque desde la barrera catalana condicionan su apoyo a sus planes respecto al 155.

La jugada de Sánchez obligaba a Ciudadanos a mover ficha para no quedar fuera de juego y lo hizo en poco tiempo, sacando de la chistera su propuesta de adelanto electoral en forma de exigencia a Rajoy por la situación en la que queda el Gobierno español tras la sentencia de la Gürtel. La presentación de su propia moción era la respuesta (negativa) a la invitación de Sánchez para desalojar a Rajoy de la Moncloa. Pero Albert Rivera, con el viento de las encuestas a su favor, quiere ser él quien cace esa presa, no quiere compartir la pitanza con nadie. Por eso le exige a Rajoy que convoque elecciones porque, de no ser así, la formación naranja apoyará una moción de censura instrumental para desalojarle del Ejecutivo. Por instrumental se entiende que acto seguido convocará elecciones. No obstante, para presentar una moción de censura necesitaría la firma de al menos el 10% de los diputados, tal y como señala el artículo 175.2 del reglamento del Congreso, lo que equivale a 35 parlamentarios, y el partido de Rivera solo cuenta con 32.

Los dos cepos colocados por PSOE y Ciudadanos para neutralizar a Rajoy hicieron sonar las alarmas en Moncloa y Génova, ya de por sí sumidas en una profunda depresión desde la víspera por la sentencia de la Gürtel que califica al PP como un partido que se ha lucrado mediante práctica corruptas. Y fue el propio Rajoy el que salió a levantar el cortafuegos para bajar los humos a Sánchez y Rivera. El presidente español reaccionó con con virulencia y atizó con dureza a Sánchez, a quien negó cualquier “autoridad moral” para intentar recusar al Ejecutivo amparándose en la corrupción del PP que desvela la sentencia sobre Gürtel y le acusó de actuar únicamente en favor de sus intereses.

Rajoy considera que Sánchez tiene solo un objetivo, “llegar a ser presidente como sea y con quien sea”, e incluso vaticina que llegado el caso no dudará en “negociar con Puigdemont”. En su catálogo de argumentos también esgrime que la moción de censura “va contra la estabilidad, perjudica la recuperación, es mala para España y lesiva para los ciudadanos”. “Se hace -añade- en un momento muy difícil por la aplicación del 155 y en el único interés de Sánchez que perdió las elecciones y sólo logró 84 escaños (el 85 es de Nueva Canarias, integrado en el grupo parlamentario socialista), el resultado más pobre de la historia del PSOE”.

Rajoy está tocado por la sentencia pero no hundido, y para salir de esta hará lo mejor que sabe hacer: estarse quieto y no moverse hasta que escampe. Pretende ganar tiempo y esperar a que los problemas se pudran y desaparezcan. Sus problemas ahora mismo son Sánchez y Rivera, pero sabe que para el juego y el clima político actual puede arruinar sus intenciones más que la propia aritmética parlamentaria. Existen en el Congreso combinaciones numéricas para sacar adelante la moción de censura que propone el líder del PSOE y la recusación “instrumental” planteada por el líder de Ciudadanos, pero las condiciones excluyentes que se ponen unos a otros hacen casi imposible alcanzar la mayoría absoluta necesaria para que prospere la iniciativa. De ahí que Rajoy plante cara también a Ciudadanos al afirmar que “agotará la legislatura” a la que le quedan dos años más, hasta mediados de 2020.

La combinación más clara es la de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos votando a favor de la recusación. Rebasaría con holgura los 176 votos necesarios, pero hay que echarle mucha imaginación para ver tras una misma pancarta a Pablo Iglesias y Albert Rivera. La otra matemática es la que agruparía a los socialistas con los nacionalistas catalanes (ERC y PDeCAT) y los vascos (PNV y EH Bildu). El artículo 155 y la conocida como Agenda Vasca pueden cruzarse en el camino de Sánchez que, si pretende cortejar a los abertzales vascos y los soberanistas catalanes, deberá tragarse sus palabras y hacer concesiones en materia de autogobierno en aquello que hasta ahora era anatema.

Luego están los cálculos de cada partido, que condicionan el momento para dar el paso. Para Sánchez es un momento propicio para recuperar la iniciativa y retomar el pulso de las encuestas que no le dejen bien parado. Sin embargo, a Ciudadanos una convocatoria electoral inminente le llegaría un poco pronto y preferiría esperar que Rajoy se queme a fuego lento en las brasas de la Gürtel y la corrupción. Por su parte, Pablo Iglesias tampoco es un dechado de popularidad en este momento tras el episodio del chalé de los 600.000 euros.

adelanto electoral El argumento del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que prefiere presionar al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, para que convoque elecciones, choca con la realidad de la Constitución, que impide llamar a las urnas mientras se tramita en el Congreso de los Diputados una moción de censura. Así lo especifica el artículo 115.2 de la Constitución española, que impide disolver las Cortes mientras se tramita la moción. Se entiende que esta moción está en tramitación nada más registrarse, como sucedió ayer cuando la presentó el socialista Pedro Sánchez.