Memoria de carne y hueso
Dos centenareas de gernikarras dieron ayer vida a una obra teatral del bombardeo que asoló a sus antecesores
varios relatos han permitido a las nuevas generaciones conocer lo ocurrido en Gernika la tarde del 26 de abril de 1937, pero solo aquellos que fueron testigos de lo ocurrido pueden hacer llegar de alguna manera el horror de lo vivido. Las imágenes muestran una localidad desolada por las toneladas de bombas lanzadas hace 80 años, pero es difícil mostrar lo que sintieron las víctimas de la barbarie. Para lograr plasmar lo sucedido de una forma fidedigna, desde hace siete años la localidad representa una obra de teatro bajo el titulo de Gernika Sutan, en el que vecinos de la villa se convierten en actores por un día.
En la edición de este año, los alrededor de 200 participantes han representado la versión larga de la función, aquella en la que se muestran escenas de lo que fue el municipio antes del bombardeo, durante y después, basadas en hechos reales muchas de ellas. Es algo que ocurre cada tres años, ya que el montaje y la producción suelen ser bastante costosos al requerir bastante producción y tener que mover a mucha gente. Para que la obra pueda ser representada cada año suelen mostrar una versión más corta. Además suelen ser los propios vecinos los que conforman la recreación, en la que este año, como novedad y por el 80 aniversario, tomarán parte distintas asociaciones culturales gernikarras. Este diario ha conversado Itxaso Amunategi, Denis Azkarate y Leire Garatxena, tres de los improvisados actores que dieron vida a una obra que trata de narrar lo sufrido por sus antecesores hace ocho décadas.
Amunategi, participante del colectivo Lobak, una iniciativa promovida por los jóvenes de la localidad foral para reivindicar la memoria del bombardeo mediante diferentes iniciativas culturales que vienen floreciendo durante los últimos años. Para ella fue algo novedoso por partida doble ya que era “la primera vez que participaba en algo así y también con el colectivo Lobak”. En su parte del teatro representaron la huida de los niños de la guerra; mostraron como los familiares dejaron a sus hijos en el barco La Habana y al igual que ocurrió con aquel buque, “hemos querido hacer un símil con la situación que viven hoy en día los niños refugiados de los países en guerra como Siria” relató. Para esta joven gernikarra “es importante participar en actuaciones como esta y tener como símbolo Gernika para solidarizarse con los refugiados”.
Para llevar a cabo su parte de la obra el colectivo Lobak construyó un barco mediante diferentes piezas, en las que a bordo llevaban a los personajes que Pablo Picasso representó en su más famosísima obra de arte, que ayudó a universalizar la masacre de Gernika. Escoltando a esta pequeña comitiva caminaban una decena de jóvenes vestidos con el característico salvavidas rojo, una prenda que se ha hecho habitual tristemente en las imágenes que suelen llegar de los naufragios que ocurren en aguas mediterráneas de aquellos refugiados que intentan alcanzar las costas de europeas. No fue la única acción que llevaron a cabo en el día de ayer, ya que en el búnker ubicado en las inmediaciones de lo que fue la fabrica de armas de Astra, actualmente reconvertida en fábrica para la creación cultural, organizaron una exposición con diferentes imágenes de los refugiados.
Otra de las participantes en el teatro colectivo llevado a cabo en el día de ayer fue Leire Garatxena. En su caso no era la primera vez que tomaba parte y por eso tenia cierta experiencia previa, aunque los nervios que acompañan antes del inicio de la representación es algo que no se pierden nunca. Para Garatxena la obra es “una forma de crear una memoria de lo ocurrido, sobre todo una buena forma de homenajear a nuestros antepasados”.
En su papel de superviviente del bombardeo tuvo dos escenas en las que en ambas entonó diferentes canciones; en la primera una del grupo local Ken7 y en la segunda coplas escritas por la bertsolari Onintza Enbeita, en las que “hablamos de nuestra situación tras el bombardeo, en la que también se relata en parte la reconstrucción posterior” mientras compartía una cocina ficticia ubicada en la plaza delante del consistorio. Para la actriz voluntaria en la jornada de ayer es muy importante “mostrar lo que vino después del bombardeo, porque no fue solo lo que supuso el ataque aéreo durante aquel día, sino que después hubo unas consecuencias”.
recorrido Las emociones estaban a flor de piel, tanto para los vecinos que representaban el espectáculo, como de aquellos que se agolparon en las diferentes localizaciones que sirvieron como escenario. El acto teatral dio inicio en las inmediaciones de la fuente del Mercurio, para continuar por las calles 8 de Enero, Juan Calzada y terminando en la Plaza de los Fueros, delante del edificio consistorial. Durante semanas previas los participantes fueron perfeccionando sus apariciones, con el objetivo de que ayer todo saliera a pedir de boca, tal y como ocurrió. En el caso de Leire Garatxena su participación supone “un placer y me embarga la emoción porque es algo con mucho sentimiento”. Que la obra sea algo creado por los mismos habitantes de la localidad y descendientes de los supervivientes en muchos casos, es otro de los detalles que le da más valor al acto. “Es la implicación de un pueblo, en la que participamos como voluntarios con toda la ilusión y con un gran trabajo por detrás” reseñó Garatxena.
Otro vecino que ayer se estrenaba como actor en una de las escenas iniciales fue Denis Azkarate. Participante habitual en las funciones de diferentes coros y miembro de los Marijesiak, es una persona que está acostumbrada a cantar delante de la gente aunque lo de actuar era algo novedoso. “Nunca había participado activamente en la representación de una obra de teatro; hasta ahora he tomado parte en diferentes coros de la villa y he dirigido algunos de ellos”, relataba antes de comenzar su actuación. En su caso el papel le llegó de forma inesperada en cierta manera, ya que según contó antes de comenzar “como nadie se prestó a participar en este papel, dejando un lado las vergüenzas, aquí estamos”.
Su rol era la de un suboficial del bando nacional, algo totalmente opuesto a sus creencias, pero en la que mostró sus dotes camaleónicas para meterse plenamente en su cometido. “Tenemos que cambiar el chip para meternos en el papel, sentirlo aunque no sea fácil”. Para lograrlo tuvo ayuda con la vestimenta y también tiró de sus recuerdos, ya que aquellos que sufrieron los años de la dictadura conocieron lo que fue el yugo fascista. “Tengo 60 años y esto es algo que me ha tocado vivir”. Su escena mostraba la llegada de las tropas fascistas a la localidad.
La obra Gernika Sutan se reinventó un año más para hacer llegar la representación de aquel infausto día. Muchas son las obras artísticas que ayudan a comprender lo acontecido el 26 de abril de 1937, pero pocas tan emotivas como esta representación popular.
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