Donostia - “Felicidades a su gestor”, le dijo ayer el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata a Mireia Pujol, hija del expresidente catalán Jordi Pujol, por el buen hacer del encargado de sus fondos en Andorra, que multiplicó su dinero procedente, según ella, de la herencia de su abuelo.

Mireia Pujol fue la última de los siete hermanos en declarar ante el juez que investiga la fortuna familiar en Andorra y, al igual que ellos, afirmó que le dijeron que los 62 millones de pesetas que se ingresaron en una cuenta del Principado a su nombre en 1992, cuando ella tenía 23 años, provenían de la herencia de su abuelo Florenci, que había fallecido en 1980.

La imputada defendió que su dinero se multiplicó de 62 millones de pesetas (372.000 euros) que ingresó en 1992 en la entidad Banca Reig (luego Andbank) a un máximo de 1,7 millones de euros que llegó a tener en el banco BPA, a donde trasladó sus fondos en 2010, junto con el del resto de los hermanos y su madre.

Este aumento lo achacó a la gestión del banco, pero desvinculó a su hermano Jordi de ello y dijo que su padre no quiso saber nada de esos fondos a principios de los años 90 porque estaba en política. Ella, dijo al magistrado, no se interesó por esos fondos porque en ese momento tenía trabajo como bailarina (ahora es fisioterapeuta) y viajaba, por lo que no le hacían falta. La investigada llegó a admitir el fraude a Hacienda ya que no regularizó su fortuna hasta 2014, cuando estalló el escándalo de la fortuna de los Pujol en Andorra. Entonces, declaró 1.116.890 euros por los que pagó a Hacienda 478.225 euros. De su dinero, destinó 170.000 euros a su negocio de fisioterapia, “con el que ayudó a gente”, dijo. - N.G.