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El ornitorrinco español

El ornitorrinco español

En la semana tonta previa a la convocatoria de unas nuevas elecciones ha sucedido algo noticioso: Rajoy ha perdido un ministro. Debe haber sido el único rasgo de normalidad democrática dentro de la rareza en la que se ha convertido este periodo donde es más importante aparentar que hacer.

Una rápida encuesta entre los contertulios que a diario se sientan la mesa de En Jake de ETB permite hacerse una idea de que crecen los que apuestan por una repetición de los comicios; una opinión que aumenta también entre los que venían defendiendo que la sensatez se impondría y alumbraría un pacto que permitiera un gobierno, aunque este fuera frágil y tuviera una corta duración.

Pero aún hay quien mantiene que esa solución que evite que volvamos a las urnas se va a dar. El sociólogo de la Universidad de Deusto Braulio Gómez lo exponía con estos argumentos: “no ha ocurrido en ningún país del entorno europeo una repetición de elecciones”. Añadía más razones como que “tampoco hay ningún país donde gobierne un partido imputado por corrupción” o “no se explicaría que los que pueden hacerlo no cambiaran esa situación”; y terminaba con una comparación brillante: “¡No va a ser España el ornitorrinco de Europa!”.

El propio profesor constató que una sonrisa asomaba a la cara de los presentes. Sí, somos bastantes los que pensamos que España puede ser retratada como un ornitorrinco por su rareza constitutiva y porque su funcionamiento escapa a los patrones establecidos. De esta especie endémica australiana se ha dicho, sobre todo, que es un animal formado por parches provenientes de otros animales. No me digan que no es sugerente, España como un sumatorio de naturalezas distintas que alumbran lógicamente extraños comportamientos: un mamífero que pone huevos, nada como los patos, anda sobre los nudillos y amamanta sin ubres externas a través unos surcos en el abdomen. Tan raro como España.

Es cierto que en Europa ha habido Estados que han permanecido meses y hasta más de un año con un gobierno en funciones, como Bélgica, porque nadie asumió el intento de formar gobierno sin tener garantizada una mayoría. O el reciente caso griego, y con mucha más frecuencia italiano, de gobierno de corta duración por lo exiguo de los apoyos sobre los que se asienta. También es habitual, cada vez más, los gobiernos de coalición -la gran como en Alemania o a la izquierda como Portugal, o a izquierda y derecha como Grecia, o en complicada ensalada a cuatro en Bélgica-. Pero aunque el abanico sea amplio, no parece que los partidos españoles llamados a ponerse de acuerdo hayan encontrado inspiración. Sí, España es un ornitorrinco.