las elecciones forales y municipales no son de rango menor. En general, un sistema de elecciones multinivel con calendario disperso e intercalado provee más oportunidades de participar y de rectificar el rumbo de la política, cosa de por sí muy importante. En las de carácter local, específicamente se elige a los responsables públicos con los que más fácilmente se puede contactar, que pueden verse a diario en la calle y que forman parte de las instituciones que socialmente se perciben como más eficientes.

En el marco del sistema federativo vasco, las forales y municipales tienen un carácter similar a las elecciones intermedias en EEUU, ya que en ellas nos jugamos también la gobernabilidad del país. Sobre la base de la sociología local y territorial, componemos instituciones que desempeñan una función de segunda cámara vasca, a través de órganos interinstitucionales de coordinación fiscal y financiera de los que forman parte al lado del propio Gobierno vasco.

A pesar de los grandes cambios que se han producido en el desarrollo de las campañas electorales, las elecciones locales son las menos proclives al espectáculo y a la mercadotecnia. Es muy difícil de arrebatar al público el control de agendas electorales que deben dar cuenta de una gran amplitud de temas específicos ligados al día a día. Aunque decaiga progresivamente la participación por virtud cívica, el interés particular o la mera alarma son factores crecientes de implicación electoral.

Pese a que la gestión del día a día sea crucial, una buena parte de la ciudadanía vasca se alinea todavía de acuerdo con las orientaciones de los partidos políticos. Es fidelidad a un recorrido histórico que otorga confianza, más que seguidismo a las grandes proclamas que se airean en periodo electoral. No es que éstas (derecho a decidir,?) no valgan para nada en el debate electoral. Es que la mayoría sabe que estas cosas se dilucidan también en el día a día.

Al margen de las particularidades de cada ámbito, en las forales se decide cómo se gobernará el país hasta las vascas de 2016. El PP aspira a no perder su cuota de participación, apostando casi todo a la conservación de su posición en Araba. El PSE quiere colocarse en los territorios como socio necesario para reforzar el papel que hoy tiene. Bildu busca no perder la Diputación de Gipuzkoa, como signo de una política institucional alternativa. Incontestable su victoria en Bizkaia, el PNV quiere estabilizar su liderazgo en el país encabezando el cambio en Araba y Gipuzkoa.

Frente al suspense alavés, la batalla por la plaza de Gipuzkoa solo pueden ganarla dos: EH Bildu y PNV. Lo que no fue posible hace cuatro años, ahora puede serlo. En el 2011, lo que podría deparar la gestión de Bildu era especulación. En 2015 es escarmiento para una mayoría de la sociedad guipuzcoana que puede recurrir a un voto útil, debilitando a las demás fuerzas en liza.