Gasteiz. El portavoz del PP en el Parlamento Vasco, Borja Sémper, se esmeró ayer en taponar la grieta que sigue abierta desde que la presidenta del partido, Arantza Quiroga, decidiera hacer valer sus galones para confeccionar una ejecutiva a su medida en la que no estuviera Iñaki Oyarzábal, el secretario general heredado de la era Basagoiti. La voz de la formación conservadora en la Cámara vasca restó importancia a las polémicas declaraciones con las que el diputado general de Araba, Javier de Andrés, devolvió el lunes al foco mediático un secreto a voces. Las poses del PP no ocultan la marejada que reina, sobre todo, en el sector alavés, y el malestar de estos dirigentes sigue patente dos semanas y media después de que Quiroga pretendiera dejar el asunto zanjado con la ratificación de su designación avalada por el 72% de la filiación. Sémper aseguró que tras la finalización del cónclave celebrado en Donostia llegó el momento de mirar hacia adelante y no de rescatar esas rencillas que protagonizaron los prolegómenos de la cita. "He roto el retrovisor y mi única preocupación es mirar el futuro", apuntó ayer en una intervención en la sala de prensa de la Cámara autonómica. En este sentido, Sémper restó importancia a las palabras críticas de De Andrés, quien echó en cara a la actual presidenta que no respetara el acuerdo que aparentemente se alcanzó en el adiós de Basagoiti de hace un año para que el relevo lo protagonizara "un equipo en su conjunto" y no una nueva estructura interna en cuya confección Arantza Quiroga llevara la voz cantante. Por su parte, el portavoz del Partido Popular en el Legislativo autonómico negó, pese la visión por el diputado general de Araba, que exista "una brecha" dentro del partido e insistió en que "los problemas de los políticos se quedaron en un congreso para políticos". En relación a esta visión, Borja Sémper destacó que su falta de preocupación ante "las valoraciones que hagan mis compañeros" acerca de este asunto. A.