EL mecanismo emprendido por ETA para desprenderse de su armamento guarda similitudes con el empleado en su día por el IRA para efectuar el mismo proceso. La organización norirlandesa recurrió también a observadores internacionales para que avalaran su estrategia de punto y final, anunció el sellado de depósitos, y un equipo de verificadores supervisó la eliminación de sus armas, desprendiéndose la organización progresivamente de todos sus almacenes de explosivos. Esta fórmula encabezó un trayecto que se prolongó desde el 10 de abril de 1998, con la firma de los Acuerdos de Viernes Santo, hasta 2005, cuando renunció a la violencia y completó su desarme.

Fue en mayo de 2000 cuando el IRA anunció su intención de entregar el arsenal que almacenaba de forma "completa y verificable", a través de la denominada Comisión Internacional Independiente de Desarme, similar al Comité Internacional de Verificación que ayer visitó nuevamente Euskadi para corroborar las intenciones de ETA. Aquel ente, integrado en su mayoría por militares e impulsado por quien fue presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, acreditó hasta cuatro entregas de armas: el 23 de octubre de 2001, el 8 de abril de 2002, el 21 de octubre de 2003 y el 26 de septiembre de 2005. Cuatro años en los que se fraguó el desarme de los principales grupos paramilitares, no exentos de tensión, especialmente porque la comisión trabajaba en secreto y no se hizo fotografía o grabación alguna de los actos de entrega y destrucción de armas hasta el momento cumbre, ni un listado público del armamento entregado, precisamente para evitar que algunos de los grupos armados tuvieran la sensación de derrota o de humillación. ETA, por su lado, parece haber recurrido a una escenografía en clave interna, dirigida a evitar el riesgo de disidencias y escisiones.

El reglamento de la comisión verificadora en el proceso irlandés era muy explícito en la forma de proceder, pero estricto en su confidencialidad. Y eso que en octubre de 2003 el primer ministro británico, Tony Blair, estuvo a punto de publicar los detalles del desarme del IRA, ante el descontento de los unionistas protestantes. En enero de 2004 se creó la Independent Monitoring Comision (IMC), por un acuerdo entre los dos gobiernos, con el objetivo de monitorizar la no utilización de la violencia en la vida política de Irlanda del Norte. En septiembre de 2005, dos clérigos locales, el protestante y expresidente metodista Harold Good y el católico Alec Reid, certificaron que el IRA se había desmovilizado. Después de un conflicto que en tres décadas provocó la muerte de 3.526 personas, el desarme definitivo llegó después de que la organización renunciara a la lucha armada y aceptara la vía política, el 28 de julio de 2005, para conseguir su propósito de unificar la isla de Irlanda. Las autoridades pertinentes inspeccionaron y destruyeron los arsenales para finalmente fundirlos.

listado del arsenal El IRA entregó centenares de rifles automáticos, un lanzador de misiles tierra-aire y tres toneladas de explosivos. La comisión declaró que el arsenal constaba de 1.000 rifles, dos toneladas de explosivos Semtex, siete misiles tierra-aire y dos docenas de vehículos pesados, relación que satisfizo al Gobierno británico porque cuadraba con los datos que poseía el servicio de inteligencia. Pese a la desconfianza del reverendo radical protestante, Ian Pasley, que entorpeció el desarrollo de los acuerdos; este escenario propició que los ministros británico e irlandés iniciasen contactos para restaurar la autonomía de Irlanda del Norte. El 9 de octubre de 2006 se produjo una cita histórica: Sean Brady, arzobispo de la Iglesia católica irlandesa, y Paisley, se reunieron en Belfast; y en marzo de 2007 se reinstauró la autonomía con el pacto para un gobierno de poder compartido entre el máximo exponente del unionismo radical y Martin McGuinness, excomandante del IRA y número dos de un Sinn Fein liderado por Gerry Adams.

En septiembre de 2008 quedó confirmado el completo desarme del IRA, con todo el material destruido, aunque sí se especuló con que la organización revendió parte de su armamento a otros grupos terroristas. La demora o la amenaza latente de sus escisiones (IRA de Continuidad e IRA Auténtico) fue interpretada en Irlanda, especialmente por los unionistas, como uno de los factores que dificultó la reconciliación. En cuanto al reconocimiento del daño causado, la organización dio un primer paso en 2002 con un comunicado en el que lamentaba el sufrimiento originado tanto a los "combatientes" como a los "no combatientes", es decir, a sus objetivos políticos y a las llamadas víctimas colaterales.