Donostia. El profesor de Historia Contemporánea de la UPV-EHU Ludger Mees, estudió a fondo al lehendakari José Antonio de Aguirre y fruto de su trabajo vio la luz el libro El profeta pragmático: Aguirre, el primer Lehendakari. Mees destaca la capacidad de diálogo que sustentó el trabajo de Aguirre, a quien cataloga como un "animal político".

El historiador alemán, afincado en Euskadi desde hace dos décadas, resalta que Aguirre "era un político con un claro proyecto. Unas ideas bien definidas y, además, y eso es importante, siempre tenía un plan B. Cuando veía que en los momentos más difíciles, de profunda crisis, alguna cosa que él había pensado no salía adelante, ya tenía el plan alternativo para conseguir el mismo fin, que no era otra cosa que conseguir la restauración de la democracia y el autogobierno en Euskadi".

Mees asegura que pese a su juventud -llegó a ser lehendakari con apenas 32 años- era un político curtido que se dedicó en cuerpo y alma a luchar por sus ideales. "Se puede decir que era un animal político, que es otra expresión que se usa para definir a esa gente que tiene olfato para la política. Abandonó muy joven la empresa familiar, su carrera de abogado, y se dedicó con todo lo que tenía a la política. Entró en la política en la dictadura de Primo de Rivera, luchó por el Estatuto, que se consigue nada más empezar la guerra civil, y después de la derrota siguió luchando. Primero se fue a Barcelona, pero al caer también Barcelona tuvo que marcharse y comenzó un largo periodo de exilio, en el que hubo diferentes fases y graves crisis, pero también muchas esperanzas", asegura.

Para Ludger Mees, uno de los activos que tenía José Antonio Aguirre era su capacidad de diálogo, lo que le convirtió en el nexo de unión de aquel primer Gobierno Vasco. "Entre los componentes del Gobierno se hablaba de que uno u otro era aguirrista por encima de que fuera de uno u otro partido. Ésa era una de las características a destacar de este hombre, el hecho de que por encima de diferencias políticas, a veces muy importantes, supo estar bien con todo el mundo. Por ejemplo, ya en el exilio, cuando todo el exilio republicano español, empezando por el propio Partido Socialista, estaba fraccionado en diferentes sectores, Aguirre era el político más respetado por todas las tendencias. Ésa es una de las causas por las que el presidente de la República, Diego Martínez Barrio, le ofreció en dos ocasiones ponerse a la cabeza del Gobierno republicano en el exilio. Martínez Barrio consideraba que al colocar a Aguirre en este puesto, y al ser respetado prácticamente por todos, sería la única persona capaz de reunir en su entorno a todas las personas y todas las tendencias del republicanismo".

Valorado Ahora que se cumple medio siglo de la muerte en París de José Antonio Aguirre, se suceden los homenajes al lehendakari. Mees considera que no se trata de un hecho coyuntural, sino que ya en su época, cuando estaba al frente del Gobierno Vasco, el lehendakari Aguirre era una persona muy bien considerada. "Fue una persona valorada en vida. Hay muchos documentos en los que se demuestra la estima que le tenían todos los políticos, tanto vascos como españoles democráticos de aquella época", asegura.

Ludger Mees cree que hoy en día se puede copiar la forma de hacer política de Aguirre. "Hoy en día los vascos resaltamos su figura por un hecho fundamental, la gente quiere que los políticos se entiendan y que lleguen a acuerdos. Y en ese sentido Aguirre es un político a copiar. Siempre demostró capacidad de diálogo, de compromiso, de ceder para conseguir consensos. El ejemplo está ahí, el Gobierno de Aguirre fue la única institución que sobrevivió desde el periodo de la República hasta el retorno de la democracia, algo que no lograron los catalanes ni el Gobierno republicano", señala.

Vigente Para Mees, con sus virtudes y defectos, que también los tuvo, los planteamientos de José Antonio Aguirre están más vigentes que nunca. "Aguirre sigue vigente como ejemplo, como meta a la que se puede llegar. Era un hombre de carne y hueso y como todo ser humano cometía errores. Tampoco le vamos a convertir en un mito fuera de la realidad, pero lo que sí es real es que buscó el acuerdo en la necesidad de entender al otro, pese a que pensara de forma diferente. Siempre buscó las vías democráticas para la consecución de los objetivos políticos y todos esos rasgos hoy en día tienen más vigencia que nunca", asegura.

Por todo ello, este historiador y profesor de la Universidad del País Vasco no duda en asegurar que "José Antonio Aguirre era un hombre de Estado, que supo manejarse fuera de las fronteras de su propio territorio. Probablemente haya sido el político vasco más valorado a nivel internacional en el siglo XX, y eso le convierte en un hombre de Estado".