Bilbao - Iker Irribarria hizo historia en la pelota al convertirse en el campeón más joven de la historia del mano a mano. No ha necesitado más de una participación en el Manomanista de Primera para tocar la gloria. Son datos, números para los libros de la pelota. Pero el de Arama no piensa en las frías estadísticas, todo eso no le interesa. Él es puro sentimiento y los sentimientos son sueños, deseos por los que luchar. “Me da igual ser el campeón más joven o el campeón más viejo. No le doy muchas vueltas porque mi sueño era ser campeón, da igual cuándo ocurriera”, afirmó tras la conquista de la txapela. Ahora es tiempo de júbilo, de disfrutar de lo logrado y ya habrá tiempo para analizar los próximos días los posibles errores. “Tendremos que bajarnos algún día de la nube, pero es un momento especial y cuando se está aquí hay que aprovechar porque no siempre se está”, comentó el zurdo de Arama, que sabe perfectamente que su trabajo no acaba con lo de ayer: “Hay que seguir mejorando. Todavía nos queda un paso muy grande que dar. Esto no es solo un día y hay que demostrarlo todo el año. Este es un día para la celebración, pero enseguida habrá que volver a los entrenamientos”.

La zurda de Irribarria es un volcán. Capaz de descolocar a los grandes pelotaris. Debido a ello, Urrutikoetxea le buscó las cosquillas mandándole varios golpeos envenenados a su derecha. La estrategia obvia y la que todos esperaban. “Ha jugado menos de lo que esperaba a mi derecha. Creía que todos los pelotazos iban a ir hacia allí. Por eso me he puesto un par de pasos más a la derecha y adelante. He metido bien cintura y han salido las cosas”, explicó el guipuzcoano. Irribarria no bajó el nivel en ningún momento y controló cada uno de los ataques del zaratamoztarra. “La clave ha sido cruzar con la derecha, la volea con la izquierda y la constancia. He seguido trabajando tanto a tanto y así se consiguen las txapelas”.

El delantero de Arama llevó la iniciativa del choque desde el primer pelotazo. Siempre por delante de su adversario. Aun así, nunca dio la victoria por hecha, al lado había un experto en remontadas como Mikel Urrutikoetxea e Irribarria no quería quedarse con la miel en los labios: “Nunca he visto ganado el partido. Con Urruti no se puede hacer eso porque el año pasado ganó dos finales dando una vuelta terrible al marcador y contra él hay que seguir hasta el 22”. No perder la cabeza fue una de las claves y también sobrevivir al frenético inicio. “Hemos empezado a un ritmo terrible y Urruti con el sotamano me hacía mucho daño. Al final hay que tener calma y en el tanto doce he recuperado bien y a partir de ahí me he sentido mucho mejor”.

No dudó Irribarria en dedicar parte de la victoria al numeroso gentío que se acercó desde la zona de Ordizia y Arama hasta el frontón Bizkaia. Un ambiente brutal que impresionó al propio pelotari: “A veces da hasta miedo ver a 3.000 personas animándonos. Me han ayudado muchísimo y tengo que darles las gracias”.