Eibar. "¡Pareces Gonzalez!", señala Juan Martínez de Irujo. La aseveración va hacia Aitor Mendizabal, que juega con el de Ibero un partido encuadrado en el Cuatro y Medio tras la elección del material. Comienza divertido el entrenamiento. Con el paso del tiempo los ánimos se calientan. El delantero de Antzuola practica una dejada la txoko, Irujo se enfada. Grita. Jura. Se quita la sudadera de Aspe. Afina sus músculos. Mientras su joven rival le prueba, Juan saca lo mejor de sí mismo. Carrera, de zancada larga, pelotas imposibles. No para el de Ibero. Vuelve a gritar. Tensión.

Rebotan, como los cueros en el frontis, entonces, sus palabras en la cancha eibartarra. "Si hubiera ganado Augusto a Gonzalez estaría más tranquilo", admitía minutos antes. Recoge, entonces el cuero, lo amasa. Centrado en la cancha, con los ojos desorbitados bajo el palio del Astelena, no evita la confrontación con Mendizabal. En la grada, Patxi Eugi, botillero del navarro, no pierde ripio. "Saldré el domingo con las pilas puestas. Voy a ir a ganar", sostenía previamente. Lo demuestra con el movimiento. No da por perdido un cuero. Siempre quiere ganar. Dos paredes de Aitor. El cuero bota dos veces. "¡Pareces Gonzalez!", grita Irujo y cambia, por un segundo, su rictus serio y concentrado en una sonrisa cómplice.

Mientras, su adversario, Sébastien, comparece, ajeno, en el vestuario del Astelena. Helado el frontón, el lapurtarra, tempranero, llevaba tiempo en la cancha antes de empezar la elección. Serio. Calentaba. "Para el domingo tendré que estar al máximo". Su máxima. Sus armas, los cueros, "bonitas" -106,5 y 106,7, Gonzalez, y 106,6 y 106,9 gramos, Irujo-, aunque la temperatura mengüe sus características. Estiraba. Preparándose para la guerra. "Será duro, Juan tiene que hacer, al menos 16, y yo tengo que ganar. Será la guerra", remachaba el lapurtarra.