Sevilla. Fuimos el pasado sábado mi amigo Blas y yo a la Real Maestranza a ver los toros, como Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, pero, en nuestro caso, sin vara de mimbre. Queríamos disfrutar de los Victorinos, alimañas criadas por un colega en su finca de Galapagar, a quienes se enfrentarían tres toreros que los tienen bien puestos. Y disfrutamos. Y el torero Manuel Escribano nos dio una lección de pundonor, épica, valor, generosidad y grandeza. De vergüenza torera. Después de una cogida cerquita del Triángulo de Scarpa, en la cara interna del muslo derecho, por donde discurre la femoral, suturada la herida con anestesia local, saltó del hule al albero vestido con un pantalón vaquero prestado. Recibió a Fisgador en la puerta de chiqueros, a porta gayola, lo lidió con maestría, a los sones del pasodoble Amparito Roca, tan celebrado en Zestoa, cortándole las dos orejas. Son esos momentos por los que el toreo merece la pena. Y cambiamos de tercio.

Proteccionismo animal

La primera Sociedad Protectora de Animales de España se fundó en Cádiz en 1872 por el pintor y periodista Ambrosio Grimaldi Guitard. Pronto se extendieron a Madrid y Barcelona. En Gipuzkoa, la Sociedad Protectora de Animales y Plantas data de 1909. La de Bilbao, de 1922. Ambas tenían un marcado carácter antitaurino que todavía mantienen. Claro.

Desde finales del siglo XIX, los problemas de la convivencia con animales domésticos son tratados en las ordenanzas municipales. Su contenido y el empeño puesto en su aplicación varían de unos lugares a otros. Por citar un ejemplo, la de Madrid del 12 de mayo de 1892 prohibía los actos violentos que ocasionaran sufrimiento a los animales, pero mantenía los espectáculos taurinos.

Las disposiciones relacionadas con la protección animal fueron numerosas durante la dictadura de Primo de Rivera: la prohibición de empleo del pincho o aguijón –akullu– para conducir el ganado y el empleo de las marcas de fuego; la prohibición de los concursos en los que los perros debían dar muerte a otros animales; las peleas entre fieras; la abolición de las carreras de gallos, consistentes en suspender exprofeso de las patas a las aves para descabezarlas con la mano, o con sable, bien corriendo o a caballo. También es de aquella época la recogida por los ayuntamientos de animales abandonados y la creación de perreras municipales.

Perversión

Pero estas voluntariosas actuaciones de dudosos resultados fueron evolucionando, como le ocurrió a Joaquín Miranda, rehiletero de Juan Belmonte, El Pasmo de Triana que, acabada la Guerra Civil, llegó a ser gobernador civil de Huelva. Miedo da preguntar por los méritos acumulados durante aquellos tres años de terrorismo de Queipo de Llano para merecer ese cargo, en aquel preciso momento. Cuando le preguntaron al tartamudo matador cómo había alcanzado ese puesto uno de su cuadrilla, contestó: “Pues ya ve usted, degenerando, degenerando”. Y tanto.

Y esa evolución/degeneración –táchese lo que no interese– nos ha llevado a la humanización de los animales, ¡cuánta culpa tiene Walt Disney!, y a ciertas locuras amparadas en el bienestar animal. Por ejemplo, los programas CES, “captura–esterilización-suelta”, de los gatos callejeros a costa del erario público.

Felinos ferales, cazadores natos, depredadores de la fauna urbana que, históricamente, han sido alimentados, mayoritariamente, por señoras muy sensibilizadas, pero que no se los llevan a sus domicilios, creando situaciones de suciedad, malos olores, presencia de roedores, por paradójico que parezca, problemas de salud pública y convivencia en muchos rincones de las ciudades.

Todos a votar

Primero a retratarnos en la Hacienda foral y luego en la urna de nuestro colegio electoral.

Según los sondeos que publican los medios, de conocidas procedencia y financiación y de relativa fiabilidad, hay dos opciones principales.

Una, la continuadora del reconocido bienestar que gozamos desde el primer gobierno de coalición de Ardanza, otro caso de ejemplar vergüenza torera que encarna Pradales, conocedor de los problemas de gestión en Osakidetza, que plantea, es de suponer y desear, los relevos oportunos en la cúpula directiva, y logrará, dice, que los pacientes sean atendidos en el centro de salud en un plazo máximo de 48 horas y la reducción de las listas de espera quirúrgicas por debajo de los dos meses.

La otra, que ofrece un incremento de la plantilla en, al menos un 10%, la unificación de la plantilla estructural y funcional y reglamentarlo todo para mantener las ratios de Atención Primaria proporcionalmente entre los diferentes colectivos, teniendo siempre en cuenta el número de habitantes y las características de la población, que puedan incidir en el impacto de las diferencias en la carga de trabajo y la salud (sic).

Intento no hacer una lectura simplista de tan densa y rancia teoría revolucionaria de plataforma y pancarta, propia del colectivo de desmemoriados. Brindis al sol que a nada compromete, pero aparenta un profundo análisis que es una falacia.

Luego están los que pretenden reproducir literalmente las peleas cainitas de la política madrileña en nuestros lares, privatización de la sanidad incluida.

Onkologikoa

Un marrón del que se libra Pradales. Se ha solucionado felizmente. Algún día comentaremos el tanto de culpa que, en la chapuza, corresponde a la clase médica hospitalaria. No toda corresponde a Osakidetza.

Pablo González

Periodista detenido y aislado de su familia y allegados, acusado de espionaje, desde hace más de dos años, en la cárcel de un estado miembro de la Unión Europea, Polonia, que defiende esos valores europeos de los que tan orgullosos nos sentimos. Tengo la impresión de que el Gobierno español no hace todo lo debido para solventar la situación.

Hoy domingo

Guisantes y habas frescos con espárragos de Olite. Lubina al horno. Fresas. Viña Real crianza. Agua del Añarbe. Café y petit fours de Vidaurre de Olite. l