l 26 de septiembre vuelve el Alderdi Eguna en su 44ª edición, el día de un Partido, EAJ-PNV, con 126 años de existencia al servicio de la sociedad vasca que nació de la mano de Sabino Arana para lograr la construcción de la nación vasca y la soberanía de una Euskadi de los siete territorios. Hablemos del camino que para ello, hoy y aquí toca transitar coyuntura a coyuntura y acertar en tiempo, forma, lugar, principio de realidad, sin perder de vista jamás el objetivo final. Va de luces. Cortas y largas.

Los vehículos disponen de luces cortas y largas. Cortas para la ciudad y entre calles, largas para fuera de centros urbanos, carreteras y autopistas. Cada luz tiene su función y lugar. En la política española impera la luz corta. Es difícil poner luz larga. La corta se come la larga. Pero se impone poner la larga, mirar al futuro, hay que intentarlo. Pongo, pues, la larga, me abstraigo de todos los fogonazos de luces cortas de la Villa y Corte en particular y de la piel de toro en general. Sí, pongo luces largas y sitúo su intensidad en perspectiva de futuro, en la audacia del futuro, como diría en sus memorias Barack Obama.

Veamos. El ordenamiento jurídico vigente prevé una reserva de nuestros Derechos Históricos que pudiera ser interpretada como la posibilidad de ampliar el autogobierno según la palabra de la ciudadanía. El dilema no es la falta de instrumentos sino de voluntad política. No hay impedimentos jurídicos insalvables para la búsqueda de un nuevo consenso Euskadi-España y ampliar el autogobierno, si hay voluntad política pueden plantearse mayores niveles de autogobierno. Las disposiciones adicionales de la Constitución y el Estatuto posibilitan encaje. Codecisión y no imposición por las partes favorecerían consenso para profundizarlo. Actual Estatuto de Autonomía (por cierto, para algunos "muerto" hace tiempo y para otros etxekaltes rechazado, negado y boicoteado a sangre y fuego) que afirma principios tan fundamentales para los vascos al plasmar por primera vez en un texto jurídico que: "El Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad y para acceder a su autogobierno se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco" y artículos 1, 2, 5, 6.

Me permito, pues, presentar opiniones cualificadas como el de quien fuera senador navarro e histórico del nacionalismo vasco Manuel de Irujo cuando sostenía que la Constitución del 78 era "la más abierta, progresista, respetuosa y foral que se ha dado así mismo España". Así, la Asamblea Nacional del PNV decidió en octubre de ese mismo año promover la abstención al admitir que el texto suponía un avance en el reconocimiento de derechos y libertades por lo que no parecía oportuno darle un no rotundo, aunque no llegara a asumir íntegramente "nuestra" reivindicación nacional planteada en base a la completa reivindicación de los Derechos Históricos.

Y así, como bien dijo en su día Juanjo Álvarez, "el Estado de las autonomías acuñado en la Constitución del 78 flota, sostiene y sobrevive como corcho a la deriva pero no termina de hacer pie con solidez. Y esa indefinición nos hace nadar entre posibilidades y miedos: bilateralidad efectiva versus continuidad del café para todos, recentralización e involución versus pluralidad nacional, federalismo simétrico o asimétrico (...) el andamiaje jurídico-político español responde a doctrinas de décadas, pero nada se puede construir con imposición, subordinación, exclusión o unilateralismo". Luz larga es, pues, situar en el centro de la política la bilateralidad, libre adhesión, reconocimiento mutuo, cosoberanía, codecisión y pacto.

Según Daniel Innerarity, "lo" de las naciones dentro de un Estado es un verdadero dilema y su única solución es la pragmática, síntesis pactada para favorecer la convivencia. Opina que los conflictos nacionales se vuelven irresolubles cuando caen en manos de quienes los definen de manera simplificada, desde el momento en el que los problemas políticos se reducen a cuestiones de legalidad u orden público, cuando aparece una idea de legalidad que invita a los jueces a hacerse cargo del asunto o cuando se enfrenta un nosotros contra ellos, o cuando se han eliminado atisbos de pluralidad y matices de pertenencia; a partir de entonces todo está perdido hasta que no recuperemos una descripción del problema que lo acepte en toda su problemática. Así se manifestaba en su día Ana Pontón del BNG: "Creemos que ser nacionalista es defender un futuro digno para nuestra tierra, necesitamos mayor capacidad de decisión, queremos poder desenvolver nuestro País, economía, lengua y cultura con normalidad. Se debe reconocer la plurinacionalidad, que las naciones existimos y que poder reformar el actual Estatuto es un paso importante en aras a reconocer Galicia como nación".

El propio lehendakari Iñigo Urkullu hace pocos días puso en valor la vía vasca de los Derechos Históricos para acordar un mayor autogobierno para Euskadi, pensando que es pertinente recuperar el debate sobre el nuevo estatus de autogobierno. El lehendakari mencionó tanto la Disposición Adicional Primera de la Constitución que "ampara y respeta los Derechos Históricos de los Territorios Forales y que la actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y del Estatuto de Autonomía", como la Disposición Adicional del Estatuto de Gernika que manifiesta que "el pueblo vasco no renuncia a los Derechos que le puedan corresponder en virtud de su historia". Dicho de otra manera, y coincidiendo con la reflexión del presidente del PNV, Andoni Ortuzar, se manifestó en la línea que los Derechos Históricos son la percha para que Euskadi actualice su autogobierno: "La Constitución ordena actualizar el autogobierno y el Estatuto encomienda conservarlo, modificarlo y desarrollarlo". Ambos mandatarios, Urkullu y Ortuzar, coinciden en abogar por un acuerdo político lo más amplio posible buscando para ello un mínimo común denominador entre diferentes sensibilidades políticas, ideológicas y de sentimientos de pertenencia presentes en la Euskadi plural del siglo XXI. Dicho de otra manera, si hay voluntad hay percha, existe vía, no hay obstáculos insalvables, se puede. Si hay voluntad política es posible avanzar conjuntamente a quienes ven el futuro de una manera distinta.

Insisto, la actualización del autogobierno no exige per se de cambios legales: la Disposición adicional del Estatuto sostiene que el Pueblo Vasco no renuncia a sus DDHH y la Disposición de la Constitución española reconoce los DDHH de los Territorios Forales y su actualización en el ordenamiento jurídico. El dilema es de voluntad política, luces largas incluso consulta previa a partir de un consenso amplio cual referéndum pactado y consultivo, refrendatario de lo aprobado en el Parlamento Vasco, antes de remitir su actualización a la Cortes. Consigamos ahora lo posible y avancemos luego, paso de elefante, reflexivo, firme, irreversible y decidido hacia la Reforma Constitucional camino de nuestro objetivo final: pero, hoy y aquí, entre el todo y la nada, lo alcanzable. Se trata, en definitiva, de saber qué autogobierno necesita y quiere la sociedad vasca y ser capaces de alumbrarlo en el actual marco y si no proponer los cambios que sean necesarios para ello.

No nos faltará firmeza histórica inasequible en nuestros objetivos como nacionalistas vascos que somos, resilencia y fe en un futuro en el que la historia será más justa con las naciones sin estado. Lo haremos de la mano de este partido centenario. Seguiremos construyendo nación vasca y soberanía de Euskadi en Europa. Se lo debemos a quienes lo dieron todo por ello. En este Alderdi Eguna nos reafirmamos en ello. Gora Euskadi askatuta!