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EPSV a cuatro velocidades

Tras un año de negociaciones, Etorkizuna ha empezado a rodar esta semana

EPSV a cuatro velocidadesRAQUEL MANZANARES

En medio de tantas noticias negativas y apagones eléctricos que nos transportan a la realidad de nuestra cada vez mayor vulnerabilidad hasta ahora instalada en la ficción del cine o la literatura, se producen acontecimientos positivos que nos hablan de prever el futuro cuando nuestro tiempo de actividad laboral haya concluido y una pensión sea nuestra principal fuente de financiación.

Y uno de ellos ha sido la puesta en marcha de Etorkizuna, la EPSV de empleo de Bizkaia que nace de la negociación colectiva en el sector de la construcción, y que, de momento, da cobertura a un total de 6.193 asociados y 747 empresas con la intención de alcanzar a 140.000 trabajadores de otros sectores amparados por un convenio colectivo.

Tras un año de negociaciones, Etorkizuna ha empezado a rodar esta semana con la elección de su junta de gobierno en la asamblea constituyente formada por la patronal vizcaina Cebek y el sindicato CCOO, ya que el resto de las centrales sindicales, como ELA, LAB y UGT, han declinado formar parte de este órgano de gobierno. Es más, en el caso de ELA, su oposición ideológica a la figura de las EPSV de empleo ha provocado que rechace la posibilidad de que este acuerdo alcanzado en el sector de la construcción de Bizkaia, donde CCOO es la central mayoritaria, se traslade a otros sectores, ya que la relación de fuerzas sindicales es diferente.

Etorkizuna –que es una réplica de Geroa Pentsioak EPSV, que se constituyó hace ya 29 años en Gipuzkoa, sin que durante este largo tiempo haya habido el más mínimo interés por implantar este modelo en Bizkaia y Araba, a pesar de que sus estatutos lo permiten–, nace como respuesta a la aplicación en esos dos territorios de los Planes de Pensiones de Empleo impulsados en el año 2022 por el Gobierno español, en los que el sector de la construcción estatal fue el primero en adherirse, incorporando esta figura en los respectivos convenios colectivos territoriales.

Esta circunstancia hizo que las patronales Cebek, a través de la sectorial Ascobi, como SEA, se vieran obligadas a aceptar la adhesión al Plan de Pensiones de Empleo estatal, con lo que las aportaciones de sus empresas y sus trabajadores iban a ser gestionadas por entidades financieras con intereses ajenos a Euskadi y sin ningún tipo de control propio. En Gipuzkoa, esa circunstancia no se ha producido porque el sector de la construcción es uno de los 21 adheridos a Geroa Pentsioak EPSV.

Por eso, para evitar que las empresas y los trabajadores de la construcción de Araba sigan depositando sus recursos en el fondo estatal que es gestionado por Caixabank, la EPSV vizcaina está abierta a operar en el territorio alavés, una posibilidad que está recogida en el respectivo convenio colectivo, así como la de constituir una entidad de empleo propia.

Europa

Y mientras en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) se crean nuevas EPSV de empleo, eso sí, forzadas por circunstancias exógenas y totalmente previstas desde hace tiempo, sin que por parte de las patronales y de los sindicatos haya existido el menor interés en su creación, impulso y desarrollo, unos, por motivos relacionados con los costes laborales, y otros, por razones de tipo ideológico, en Europa ya se están lanzando propuestas que van un paso más allá en la obligatoriedad de implantar este modelo en todas las empresas.

Y esto es lo que ha planteado la presidenta de la Autoridad Europea de Seguros y Pensiones de Jubilación (EIOPA), Petra Hielkerma, que defiende “la afiliación automática” a los planes de empleo, es decir, aquellos que complementan las pensiones públicas, de los trabajadores teniendo en cuenta factores como su sostenibilidad y el déficit del ahorro a largo plazo agravado por el envejecimiento de la población.

La necesidad de forzar el ahorro de los ciudadanos desde un objetivo vinculado con la previsión que amortigüe el efecto de espada de Damocles que pende sobre la futura sostenibilidad de las pensiones, hace cada vez más pertinente la obligatoriedad de adherirse a una EPSV de empleo por las ventajas que ello conlleva.

En primer lugar, su simplicidad y agilidad, así como su universalidad, sobre todo porque daría cobertura a las mujeres, jóvenes y colectivos vulnerables y, por, último, la estabilidad financiera a largo plazo que genera.

En este sentido, el organismo supervisor de los seguros y planes de empleo europeo está trabajando en un conjunto de herramientas para ayudar a los Estados de la UE a desarrollar modelos de aportación definida, entre los que se encuentran los incentivos fiscales, que son instrumentos muy útiles para fomentar el ahorro para la jubilación. También se plantea la promoción de planes de pensiones de empleo flexibles que permitan dar respuesta a la diferente casuística que se produce en las trayectorias profesionales, en la que se podrían contemplar interrupciones temporales en las aportaciones, así como ingresos irregulares.

La propuesta de la EIOPA no es nueva, ya se aplica en el Reino Unido, a través del National Employment Savings Trust (NEST), que fue impulsado por el Gobierno británico en el año 2012, para asegurar que todos los trabajadores puedan tener acceso a una pensión complementaria través de sus aportaciones que alcanzan el 4% de su salario, el 3% que procede de las empresas y el 1% restante proviene del Estado, lo que supone el 8% del total de la nómina.

La adhesión a este plan de empleo para los trabajadores es voluntaria, es decir, después de haber sido registrado, el empleado puede decidir salir del mismo, con lo que el dinero destinado a la pensión vuelve a ser líquido en la nómina mensual, o volver a entrar cada cierto tiempo. Solo el 9% de los beneficiados rechaza su inscripción. Se da la circunstancia de que los trabajadores con rentas bajas y los jóvenes son los colectivos que menos salen del plan.

Este modelo por el que las empresas proporcionan a sus empleados planes de pensiones que son inscritos de manera automática a cambio de incentivos fiscales supone que el 56% del ahorro financiero de los hogares británicos esté depositado en planes de pensiones, mientras que en los países de la UE la media se sitúa alrededor del 30%, que baja casi a la mitad, un 16%, en el Estado.

Precisamente, mientras que en Europa pisan el acelerador y se plantean replicar modelos de éxito como el británico, en el Estado los planes de pensiones de empleo desarrollados por el exministro de Seguridad Social y, hoy, flamante gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, salvo en el sector de la construcción estatal, no terminan de arrancan por la falta de impulso de su sucesora en el gobierno, la navarra Elma Saiz, y el nulo interés manifestado por patronales y sindicatos en una actitud coincidente, aunque por motivos diferentes. A este panorama hay que añadir a las entidades financieras y la patronal del sector de entidades de fondos de inversión y de pensiones, que quieren seguir impulsado las EPSV individuales como producto financiero.

Esta parálisis revela, por un lado, la falta de conciencia social que existe en el Estado español sobre la necesidad de fomentar el ahorro para complementar las pensiones públicas y de esta manera asegurar su sostenibilidad y garantizar la tasa dereemplazo y, por el otro, la ausencia de decisión y criterio de un Ministerio que hace tres años fue un gran innovador al inspirarse y trasladar al Estado el modelo de éxito que durante casi 30 años está suponiendo Geroa Pentsioak EPSV.

Hasta que de una manera colectiva y general no se entienda que lo que hoy puede suponer un coste en el corto plazo, al tratarse de un salario en diferido, va a ser un gran beneficio en el largo plazo, los planes de pensiones de empleo en el Estado seguirán encallados. Y mientras, en Europa siguen avanzando de manera firme en este terreno, lanzando nuevas propuestas. Por mucho que se empeñen, es el irremediable signo de los tiempos.