El Premio Nobel de Economía Friedrich von Hayek, del que ahora se conmemoran 125 años de su nacimiento, junto con Milton Friedman y Robert Nozick, que conformaron la llamada Escuela de Chicago, cuna del neoliberalismo económico, estarían ahora mismo exultantes al ver la situación del mercado de la vivienda en este país, y cómo la ley de la oferta y la demanda se aplica en todo su rigor, sin tener en cuenta que disponer de un techo para vivir no es un producto de consumo sujeto a la compra-venta, sino un derecho ciudadano recogido de manera expresa en distintos niveles del marco jurídico estatal.

La situación del mercado de la vivienda actualmente existente está respondiendo de una manera clara a los principios más perversos del neoliberalismo que aborrece la intervención del Estado y promueve la libertad económica y el libre mercado dejando a este su autorregulación. Una circunstancia que generalmente no se da porque es tal la saciedad con la que actúa que nunca hay límite para frenar su ansiedad.

Esto es lo que está pasando entre nosotros en el mercado de las viviendas de alquiler de larga duración en Gipuzkoa que puede llegar a desaparecer, no porque se haya autorregulado, sino porque es tan baja la oferta y tan alta la demanda existentes que los pisos en régimen de arrendamiento desaparecen en solo 24 horas. En el primer trimestre del año, el número de viviendas ofertadas en alquiler registró un descenso interanual del 29,3% en Gipuzkoa. Una de las causas es que los propietarios de las viviendas prefieren alquileres por temporada, con lo que pueden modificar la renta a conveniencia y evitar el incremento estipulado por ley con arreglo al IPC que tienen los pisos arrendados de larga duración.

A esa situación hay que añadir la imparable subida de los precios de los alquileres que, en el primer trimestre de este año, significó un aumento del 7,1% en Donostia con una tasa por metro cuadrado de 19,33 euros. Esta tendencia alcista que se viene registrando desde el año pasado está provocando que muchas familias se vean fuera de mercado al no poder pagar una renta que supone el 33% de sus recursos disponibles, cuando el tope establecido es del 30%

Los efectos de esta simbiosis de falta de oferta y precios disparatados están teniendo como resultado que una localidad como Errenteria se haya convertido en el primer municipio vasco en solicitar que sea declarado zona tensionada, ya que la oferta de vivienda en alquiler es prácticamente inexistente, a lo que hay que añadir una renta mensual que alcanza los 950 euros. Una diferencia de solo 115 euros con respecto a la renta media que se paga por una vivienda en Donostia.

Si no hay ofertas de vivienda en alquiler en Gipuzkoa y los precios suben de manera imparable, desde las instituciones públicas habrá que adoptar nuevas medidas con carácter urgente, no ya aquellas que plantean topes en zonas tensionadas que se han visto ineficaces porque han hecho caer la oferta al retirar del mercado viviendas de alquiler residencial por arrendamientos de temporada, precisamente, para evitar su control y con ello, el acceso a las familias más desfavorecidas.

Si nos referimos a la compra-venta de viviendas el desequilibrio entre la oferta y la demanda es de tal magnitud, que, según los expertos de un portal digital, la horquilla se mueve entre un 15% de los propietarios que venden y un 78% de ciudadanos que interactúan en el mercado para comprar, con lo que los precios van a seguir incrementándose. El pasado mes de mayo, los precios de venta de viviendas en Donostia registraron un aumento del 8% con un precio medio por metro cuadrado de 6.278 euros, el más alto con diferencia de todo el Estado, ya que Madrid, que ocupa la segunda posición, el precio medio por metro cuadrado es de 5.222 euros.

Y con este panorama tan desolador para aquellos que quieren optar a la compra o al alquiler de una vivienda es significativo el aumento que está registrando las segundas viviendas, es decir, aquellas que se utilizan solo una parte del año y, por lo tanto, no son residencias habituales, o están deshabitadas y que en el año 2023 supuso un incremento 6,8% en Donostia.

Según un informe del Observatorio Vasco de Vivienda, en la capital guipuzcoana se han contabilizado un total de 6.501 viviendas no principales, de las que 4.392 son de utilización temporal y las restantes 2.109 están deshabitadas, lo que le convierte en la primera capital vasca con mayor porcentaje de vivienda de temporada. Un parque de segundas viviendas que está motivado en una gran parte por factores de inversión o especulación. Entretanto, 9.409 donostiarras esperan en las listas de Etxebide para acceder a un piso de protección oficial en la capital.

Ante ese panorama con unos precios abusivos a la hora de adquirir una vivienda y una falta de stock en las de alquiler no cabe otra salida que recurrir, siguiendo las tesis del liberalismo democrático del economista John Maynard Keynes, al intervencionismo para regular un mercado que está desbocado y sin control por la dejadez de unas instituciones que expresan cierto complejo a la hora de meter mano en un asunto que forma parte intrínseca del derecho de las personas y, por ende, uno de los pilares del estado de bienestar social.

Precisamente, esta crisis del mercado de la vivienda que estamos viviendo va a pasar factura al conjunto de la sociedad por el fuerte aumento de la desigualdad social que se va a producir y que va a afectar de manera negativa a los otros pilares del estado de bienestar como la educación, sanidad y pensiones.

Las consecuencias negativas también van a tener su reflejo en el terreno económico y en el desarrollo de nuestras empresas, ya que va a afectar de manera importante a la movilidad de los trabajadores y a la atracción de talento, tan necesario en estos momentos, debido al envejecimiento de las plantillas y la falta de relevo. Precisamente, el responsable de análisis económico de BBVA Research, Rafael Domenech, acaba de afirmar que la falta de acceso a la vivienda es “un factor limitante y un cuello de botella al crecimiento económico” y que las medidas que se están aplicando en este sentido son insuficientes.

Con este diagnóstico es imprescindible un cambio radical de mentalidad en nuestra sociedad para que deje de considerar a la vivienda como un activo que está haciendo que los precios no estén en línea con los niveles de ingresos de los hogares y se pongan en marcha políticas que impulsen el alquiler, frente a la adquisición como ocurre en muchos países de Europa. Hay que cambiar de “chip” y pensar que para vivir no es necesario endeudarse de por vida, si la alternativa es una buena oferta de viviendas en alquiler. Es llevar a la vivienda la idea del renting que ha hecho posible que, la segunda inversión más importante de una familia como era la del coche, haya quedado reducida a la fórmula de pago por uso.

Y aquí tiene un papel primordial el sector público que tiene que promover con carácter urgente la oferta de viviendas protegidas de alquiler que es un factor determinante para favorecer la movilidad de los trabajadores y la emancipación de nuestros jóvenes, siguiendo la estela que ya existe desde hace muchos años en Europa. El caso de Viena es paradigmático, ya que cuenta con un presupuesto de 400 millones de euros al año para la construcción de viviendas sociales en régimen de alquiler, de las que el 60% tienen un alquiler acorde con los ingresos de sus inquilinos.

En el Estado, también se ha producido un aumento de la población que vive en una vivienda de alquiler, al pasar del 20% en el año 2007 al 24,7% en 2023, según datos del Eurostat, una realidad que dista mucho de la que se registra en Alemania, en donde más de la mitad de las personas viven de alquiler, o Francia con algo menos del 40%. Por no hablar de la decisión de la región de Bruselas que ha decidido destinar al alquiler social un total de 4.500 viviendas desocupadas o en mal estado, previa reforma o rehabilitación que se financia con la renta de los inquilinos. Ejemplos para tratar de responder a esta falta de viviendas a todas luces insostenible son claros, la pregunta que hay que hacerse es si nuestros gobernantes tienen la suficiente voluntad y audacia para ello.