Hace unos días, el lehendakari Urkullu dio a conocer algunos datos interesantes sobre la evolución de la atracción y retención del talento y el nuevo paradigma que se está produciendo en los últimos años en nuestros jóvenes, que empiezan a considerar que Euskadi ofrece un marco propicio de oportunidades para su desarrollo profesional frente a la creencia hasta ahora establecida. Una percepción que puede significar un cambio de tendencia en una situación que hasta hace bien poco era muy preocupante.

Según datos del Observatorio Vasco de la Juventud, el flujo de la emigración forzosa, que se trasladaba al extranjero para desarrollar su vida profesional, ha descendido a la mitad y se sitúa en el nivel más bajo de la última década, pasando de un 16% al 8%.

Este descenso tiene que ver con el cambio de percepción que parece anidar entre nuestros jóvenes, que consideran que ejercer su vida profesional en Euskadi es hoy más atractivo que hace diez años. En este sentido, es revelador que nueve de cada diez jóvenes vascos tienen la creencia de que podrán desarrollar su futuro profesional en este país.

La mejora de la formación académica y otras oportunidades profesionales son el principal motivo por el que nuestros jóvenes deciden abandonar Euskadi, la gran mayoría con billete de vuelta ya que, pasados cinco o siete años en el extranjero, regresan a casa. Según los últimos datos del Eustat, un total de 4.800 vascos entre 20 y 29 años se fueron a otras comunidades del Estado, mientras que 3.800 lo hicieron al extranjero, fundamentalmente, a países europeos.

Talento: signos de esperanza

En este contexto de cambio de paradigma, cabe resaltar el saldo favorable que presenta la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) en movimientos migratorios, hasta el punto de producirse en el año 2022, los últimos datos que se tienen, el mejor registro de toda la etapa de los años 2000. En el año 2022,se produjeron en la CAV un total de 59.194 inmigraciones frente a las 37.023 emigraciones, lo que arroja un saldo positivo de 22.171 personas. Respecto al año anterior, las inmigraciones registraron un aumento del 50,1%, mientras que en las emigraciones el incremento fue significativamente menor, con un 3%.

El año 2023 se ha cerrado con un aumento del número de cotizantes extranjeros a la Seguridad Social en la CAV del 10%, hasta alcanzar los 91.635, lo que significa duplicar el número de trabajadores foráneos existentes hace diez años. Otro dato que revela el alto ritmo de jubilaciones de los trabajadores autóctonos, cuyos puestos de trabajo están siendo ocupados por extranjeros por la falta de relevo generacional, es que la tendencia de los cotizantes extranjeros a la Seguridad Social ha registrado un incremento del 95% en los últimos diez años, mientras que el incremento de los trabajadores oriundos ha sido del 11%.

Una realidad que nos hace mirar con cierto optimismo a la hora de dar respuesta a las necesidades de nuestras empresas para poder contar con trabajadores que puedan ocupar los empleos que quedan vacantes por motivos de jubilación. Hemos pasado de un tiempo en el que la preocupación se centraba en la falta de profesionales de alta cualificación vinculados a las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) a ampliar la demanda a otros sectores como medicina, salud, hostelería, servicios administrativos, cuidados personales, etc., con lo que las necesidades se van acrecentando cada día.

A pesar de la existencia de un flujo migratorio favorable, los problemas de falta de personal se están produciendo en todos los sectores de actividad por las dificultades de cubrir vacantes con perfiles profesionales adecuados, ya que conocemos el número de personas que llegan a nuestro país, pero no su edad, profesión y nivel de cualificación. Todo ello hace que la contratación para cubrir determinados puestos de trabajo sea dificultosa y larga.

En este sentido, sería pertinente establecer canales de información, fuera de la pura estadística, para conocer las características de las personas inmigrantes con el fin de establecer políticas de formación que sirvan para alinear la oferta de los trabajadores cualificados con la demanda de nuestras empresas.

Se trata de evitar que el efecto llamada provoque flujos inmigratorios de personas poco cualificadas que al final no encuentran trabajo por ausencia de demanda, con lo que se puede producir situaciones de cierta distorsión social, como ya ha ocurrido en Alemania y Países Bajos.

Teniendo en cuenta el bajo índice demográfico y el envejecimiento de la población existentes en nuestro país y las necesidades de nuestras empresas, se estima que en Euskadi hacen falta en torno a 200.000 inmigrantes para que nuestra economía mantenga los niveles de competitividad que tiene hasta la fecha. Eso significa que el nivel de población inmigrante que en Euskadi ronda en la actualidad en torno al 9%, cuando en el Estado es del 13%, debe llegar en el corto plazo al 10% y alcanzar el 25% en los próximos años. En Alemania, el 26% de su población es extranjera o tiene un progenitor de origen inmigrante. En Holanda, la tasa de población de origen extranjero alcanza el 24%.

Mientras nuestros jóvenes emigrantes titulados superiores eligen los países europeos para completar su formación académica, destacando a gran distancia Alemania, seguida de Francia, Italia y los Países Bajos, la captación de talento cualificado para nuestras empresas debe venir también de los países de Latinoamérica como Colombia, Argentina, o México que, por razones de idioma y un nivel académico alto, se convierten en una gran oportunidad.

En este sentido, hay que realizar actuaciones como la que ha hecho Canadá con el Gobierno de Colombia y el Colegio de Ingenieros de este país donde, gracias a un convenio firmado hace varios años, va a hacer posible que alrededor de unos 40.000 profesionales de todas las ramas de la ingeniería puedan trabajar en el país norteamericano. De esta forma, las empresas canadienses se aseguran trabajadores cualificados con conocimiento previo de sus organizaciones antes de instalarse en ese país.

Por ello, es necesario desde una alianza institucional, en el que se dé cabida también al sector privado, la puesta en marcha de políticas dirigidas a conseguir el posicionamiento de Euskadi en el exterior como un país atractivo para que el talento inmigrante pueda instalarse y desarrollar su vida profesional entre nosotros. Un aspecto que se considera urgente, dada la alta competencia que existe en esta cuestión, tanto a nivel estatal como internacional.

En esta línea, hay que recordar que la CAV es la segunda región del Estado, por detrás de Madrid con un 46,5%, que cuenta con un mayor porcentaje de trabajadores altamente cualificados. Concretamente, según datos del Eurostat, el 42,2% de las personas entre 25 y 64 años trabajan en Euskadi como directivos, profesionales y técnicos, un poco por debajo de la media de la UE (44,2%) y bastante por encima de la media estatal, que se sitúa en el 33,9%.

Un reflejo de la falta de talento que existe en todos los países y que, de no prevenir y poner las herramientas adecuadas para atajarlo, tendría serias consecuencias en el mantenimiento del estado de bienestar, si tenemos en cuenta el progresivo envejecimiento de la población oriunda. Una realidad que pone bien a las claras la importancia de actuar de manera decidida y urgente en favor de la atracción y mantenimiento del talento en nuestro país.