Hace algunos años se produjo una oleada de venta de empresas vascas, particularmente familiares, a fondos de capital riesgo en general que causó una gran preocupación no solo por la pérdida de los centros de decisión, sino también por el efecto negativo que esas adquisiciones por parte de capital foráneo pudieran tener en el arraigo de las compañías con su entorno.
La oleada de adquisiciones de empresas, fundamentalmente, de tamaño medio, bien posicionadas en producto, con un alto nivel de internacionalización y muy saneadas financieramente a las que hay que añadir los casos de Euskaltel, Ibermática, Gamesa o, más recientemente, ITP Aero, entre otros, fue tal que un exdirectivo empresarial llegó a decir que, de continuar ese proceso, las únicas compañías con capital vasco que iban a quedar serían las cooperativas.
Exagerando mucho, no le faltaba razón porque el apetito de los fondos de capital riesgo por entrar en empresas vascas era insaciable, debido, por un lado, a la gran liquidez financiera que había en el mercado como consecuencia del bajo precio del dinero y, por el otro, a la ausencia en Euskadi de un músculo financiero suficiente para poder entrar en el capital de empresas estratégicas o con problemas de sucesión y relevo familiar.
Hoy, la situación ha cambiado debido, por un lado, al aumento el precio del dinero por la constante subida de los tipos de interés y las dificultades en la captación de recursos financieros por parte de los fondos de capital riesgo, a lo que hay que sumar la puesta en marcha de nuevos instrumentos financieros vascos como va a ser el Cluster Financiero e Inversor, el fondo de inversión Finkatuz, promovido por el Gobierno Vasco, o las cerca de doce gestoras de carácter privado que ya están operando en el territorio desde algún tiempo.
Sin embargo, a pesar de ese cambio de paradigma a día de hoy, se desconocía la composición accionarial y el nivel de arraigo de las empresas vascas en su conjunto, y el nivel de fortaleza del tejido empresarial vasco, hasta que Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad y Deusto Business School, con el apoyo del Instituto Vasco de Finanzas (IVF) han tenido el propósito de conocer esa realidad a través del análisis de un total de 25.689 compañías, de las que el 42% forma parte de un grupo empresarial y el 58% restante son independientes.
La radiografía de esta extensa muestra del tejido empresarial vasco se halla en el informe ‘Grupos Empresariales en Euskadi’, que analiza la naturaleza del accionariado de las empresas vascas y muestra la composición de los grupos empresariales presentes en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV). El valor de este importante e interesante trabajo, que se ha dado a conocer hace unos días, no solo radica en que es la primera radiografía del tejido empresarial vasco que se hace desde hace 10 años, sino que ha creado una metodología de investigación que puede permitir la monitorización de las empresas vascas con el fin de conocer la situación del tejido vasco en plazos de tiempo mucho más reducidos por encima de los dos años. Una herramienta de gran valor que puede permitir la adopción de medidas correctoras en tiempo y forma.
El dato más revelador es el importante arraigo de las empresas vascas, sobre todo en Gipuzkoa, por la gran relevancia de las compañías familiares, en donde los individuos y las familias son los principales accionistas en el 67% de las firmas analizadas, llegando a ser el primer accionista en el 65,9%.
El informe de Orkestra también destaca que en el 80% de las empresas vascas el accionista principal ostenta el control al contar con una participación mayoritaria, lo que pone de relieve el elevado grado de concentración de la propiedad presente en el tejido empresarial de la CAV. Esta circunstancia permite a los propietarios contar con una considerable capacidad para influir en la toma de decisiones y ejercer un control tanto sobre la matriz como sobre el conjunto de las compañías que conforman el grupo empresarial.
Las empresas vascas conforman un total de 2.812 grupos empresariales que cuentan con 10.281 filiales, de las que la gran mayoría, 5.629, están en Euskadi, mientras que 2.029 se ubican en el Estado español y 2.623 se hallan en el extranjero. Es importante destacar que la actividad de los grupos vascos se centra en el sector servicios, lo que supone un 64% del total, mientras que la industria supone el 12%.
La presencia de grupos empresariales vascos en el Estado se concentra, principalmente, en Madrid, Navarra, Cataluña y Valencia, mientras que América es el lugar donde se ubican las filiales de compañías de la CAV, en países como Estados Unidos, México, Brasil y Australia, reemplazando el peso de Europa en el pasado y de países como Reino Unido, (como consecuencia del Brexit), Francia y Portugal. Ese cambio de escenario se debe a la importante presencia de empresas como Iberdrola, CAF, Mondragon Corporación, Tubacex, Cie Automotive, etc.
El informe de Orkestra ha detectado la presencia de 703 grupos de capital estatal que controlan un total de 1.385 filiales en la CAV, más de la mitad radicadas en Bizkaia, cuyas matrices se sitúan en Madrid, que ha aumentado su peso en los últimos años, Barcelona y Navarra. El sector servicios concentra la actividad en el 69% de las filiales, mientras que la industria tiene un peso menor con un 7%. Hay que decir que las empresas vascas tienen más presencia en el Estado que las de capital español en la CAV. Empresas como Eulen, Amper, ACS, Repsol, Celsa, entre otras, cuentan con filiales en la CAV.
En lo que se refiere a la presencia de capital extranjero en empresas vascas, la investigación de Orkestra ha identificado a 631 grupos que controlan un total de 1.142 filiales en la CAV. Alemania, Francia y Estados Unidos son los países donde se ubican las matrices que controlan el 40,4% de las filiales. Durante los últimos años, Alemania ha sustituido a Francia y Luxemburgo toma posiciones, debido a su favorable régimen fiscal y posición estratégica en Europa. La presencia de empresas como BP, Siemens, Guardian Glass, Bridgestone, Pepsico, Veolia, confirman el carácter industrial de estos grupos que alcanza un 23%.
El informe pone de relieve un dato a tener en cuenta que es el creciente protagonismo de los grupos empresariales de capital español y extranjero en la CAV que se está observando en la última década, a pesar de la prominencia de las empresas familiares y de los grupos empresariales con sede en la CAV que muestran un notable nivel de arraigo.
Por ello, es necesario estar vigilantes ante este proceso por lo que puede suponer de efecto en el arraigo de nuestras empresas, desde el convencimiento de que la colaboración entre las compañías, el aumento de su tamaño, la internacionalización y la existencia de mecanismos de financiación adecuados pueden contribuir de manera importante en esa dirección. Todo esfuerzo será poco. l