Las buenas noticias suelen ser por regla general escasas porque se piensa que los resultados positivos son inherentes a los objetivos que se pretende conseguir con la ejecución de las políticas y planes estratégicos que se elaboran y se ponen en marcha en tal sentido. Sin embargo, comprobar que esas metas pretendidas tienen como consecuencia escalar posiciones de referencialidad en un contexto internacional, es cuando esos resultados adquieren mayor valor y generan motivos de notoriedad.

Y precisamente, una de esas buenas noticias es la que nos ha proporcionado el Regional Innovation Scoreboard (RIS) de la Comisión Europea correspondiente a 2023, que sitúa a Euskadi en el puesto número 72 del ránking de las 239 regiones europeas más innovadoras analizadas por este informe y que se publica cada dos años. En ese período de tiempo, Euskadi ha escalado en el ránking un total de 21 posiciones, pasando del puesto 93 de hace dos años, al 72 actual, lo que le hace ser considerada como una región de “alta innovación”.

Con esta posición, Euskadi no solo confirma su liderazgo en el conjunto estatal con unos indicadores de innovación del 109,8%, frente al 89,2% de la media del Estado, sino que supera en casi diez puntos el promedio de la UE-27. Con esta remontada tan espectacular, Euskadi se sitúa ocho puestos por delante de la Comunidad de Madrid y nueve respecto a Catalunya. Navarra también ha tenido buenos resultados con una subida de 16 posiciones, lo que le sitúa en el cuarto lugar del ránking estatal y el 98 en conjunto de la UE-27.

A pesar de que este resultado viene a confirmar la apuesta que desde hace años se está haciendo en este país por impulsar la innovación en nuestras empresas, todavía seguimos conservando algunas asignaturas pendientes que permanecen invariables, sobre todo, en las pymes. Todavía cuesta implantar en este tipo de empresas medidas innovadoras en el desarrollo de los negocios, la mejora del marketing y el diseño, así como una preocupación por el mantenimiento de la propiedad intelectual, a través del desarrollo de las patentes. Un aspecto que las empresas en Euskadi, sobre todo los denominados campeones ocultos, siguen sin dar el valor que tiene, desde el convencimiento de que siguen manteniendo posiciones consolidadas con respecto a sus competidores.

Esta posición referencial que tiene Euskadi en el terreno de la innovación en Europa está muy relacionada con el gran peso que la industria tiene en nuestra economía, una mayor cooperación entre las pymes a la hora de desarrollar programas conjuntos de innovación y una fuerte inversión privada en I+D. Unas características que en el conjunto de las regiones del Estado forman parte de la excepción.

Este nuevo impulso que ha tenido la innovación en este país puede tener su origen en los primeros efectos tímidos de los fondos europeos Next Generation que pueden comenzar a percibirse, a la espera de las grandes inversiones que deben producirse, así como la ola recentralizadora que se está produciendo en Europa, al localizar las empresas que estaban implantadas en el exterior, a las que les está dotando de una mayor base de I+D, tras la experiencia vivida en la pandemia que puso de relieve una falta de autonomía estratégica en tecnología e industria.

Y en ese contexto, el Estado español continúa situándose por debajo de la media europea con un 89,2%, y se mantiene en la categoría de países considerados moderados por su nivel de innovación. Esta falta de vocación por la innovación hace que países con menor renta per cápita que el Estado, como Estonia Eslovenia y República Checa, tengan una mejor puntuación en el ránking europeo que mide la apuesta por la innovación.

Sorprende que una cuestión de esta importancia, ahora que estamos en campaña electoral, no forme parte de las preocupaciones de los candidatos que concurren a las elecciones generales que se celebrarán dentro de una semana. Está claro que hay otros asuntos que interesan más porque permiten la confrontación partidista desde la brocha gorda, sin entrar en mayores profundidades, cuando la política es ofrecer propuestas y soluciones de futuro. Desgraciadamente, es lo que tenemos.

Mientras escalamos posiciones en el ránking europeo de innovación, las empresas vascas, sobre todo aquellas vinculadas a las Tecnologías de la Información, la Inteligencia Artificial o Biosalud, están teniendo serios problemas para contratar investigadores y personal de alta cualificación extranjeros por la falta de infraestructuras que existe en este país para que sus familias se puedan establecer entre nosotros.

Uno de esos problemas, a los que se puede añadir la vivienda o la sanidad, es la educación, ya que esos investigadores y trabajadores de alta cualificación desean que el inglés sea el idioma vehicular de sus hijos, teniendo en cuenta que muchos de ellos no tienen la intención de establecerse de manera definitiva entre nosotros, para lo que demandan colegios internacionales que en Gipuzkoa no existen.

La preocupación es importante entre los directivos de esas compañías que ven que sus planes de atraer talento extranjero se ven frustrados, por lo que ante esta situación algunos de ellos se han dirigido a las instituciones para encontrar alguna vía de solución ante este problema, hasta el punto de proponer modelos educativos propios para este colectivo de alumnos en los que el euskera sea una asignatura.

Con el déficit demográfico que tiene este país, está claro que si queremos que Euskadi siga desarrollando sus capacidades de progreso económico en aquellas actividades de alta cualificación y desarrollo futuro debe iniciar cuanto antes, dentro de una colaboración público-privada, políticas enfocadas a la atracción y retención del talento extranjero en nuestras empresas. Es una necesidad imperiosa a la que ya se están enfrentando países como Alemania, Holanda o Dinamarca.

Ya no se trata de implicar a los expatriados en la cultura de la nueva empresa a la que se incorporan, sino que a esos trabajadores, que vienen con su familia para iniciar una nueva vida, hay que ofrecerles todo tipo de servicios, desde proporcionar información de los colegios para sus hijos, facilitar el acceso a la atención médica o recomendaciones a la hora de buscar una vivienda.

Málaga, que es una ciudad que lleva algunos años posicionándose de manera importante en el sector tecnológico y de la ciberseguridad, hasta el punto de que varias multinacionales han ubicado sus centros de I+D, cuenta ya con diez colegios internacionales, gracias a la presencia de importantes grupos de inversores que ven un gran potencial en este campo.

En Euskadi, parece que algún fondo de capital está analizando el mercado, bien para adquirir un centro escolar ya establecido y transformarlo en colegio internacional, o bien para poner en marcha uno nuevo, acorde con las necesidades de los futuros clientes. Lo que sí parece que está claro, es que, tal y como hemos visto en otros lugares, la inversión en este tipo de educación puede generar rentabilidades interesantes.

Este es un reto que hay que afrontar a la mayor celeridad, ya que no hay nada peor en términos de percepción e imagen negativa de país que un investigador o trabajador de alta cualificación piense en venir y decida renunciar a ello, porque sus necesidades familiares no están resueltas. Y eso, sin contar con los problemas de conectividad en el transporte que existen en Gipuzkoa.