a sentencia que declara inconstitucional el confinamiento del año pasado creo que retrata más a los jueces que lo han tumbado que a los políticos que lo promovieron y lo aprobaron. No entro a valorar los argumentos jurídicos que rechazan el estado de alarma como herramienta jurídica para encerrar a la población en sus casas en favor de alternativas como el estado de excepción (no sé si son conscientes de lo que evoca; o sí). Pero viendo cuál ha sido el resultado de la deliberación, seis jueces a favor y cinco en contra, creo que una postura y su contraria son válidas, por lo que la cuestión que se dirime en este asunto no debería ser la legalidad de las medidas sino su eficacia, a la vista de la dimensión, la urgencia y la gravedad del golpe que nos ha proporcionado el covid. La pandemia ha puesto a prueba a todo el mundo. Para los sectores esenciales ha supuesto un esfuerzo que jamás encontrará recompensa. Y para al resto, un trauma que entre muchas consecuencias ha traído desequilibrio emocional, desempleo, ruina, enfermedad y muerte. ¿Hubiera mejorado el estado de excepción el resultado de la gestión de la pandemia? ¿Por qué ante las mismas propuestas de restricciones los jueces emiten fallos dispares? La triste conclusión es que mientras la sociedad ha visto cómo su vida saltaba por los aires, la justicia ha seguido, nunca mejor dicho, en su burbuja.