Estimadas lectoras, estimados lectores: Les ruego que acepten, sin obligación alguna, implícita o explícita, estos mis mejores deseos para una celebración de las festividades coincidentes con el solsticio de invierno, que suelo enviar a mis amistades. Deseo que las celebren ustedes de forma neutra en cuestiones de género, no adictiva, socialmente y medioambientalmente responsable, y que no les resulten estresantes como me resultan a mí.

Espero asimismo que las puedan celebrar siguiendo las tradiciones más placenteras correspondientes a la denominación religiosa de su elección o de ninguna si así lo prefieren, siguiendo las prácticas no religiosas que estimen ustedes oportunas, con pleno respeto de las convicciones y/o tradiciones religiosas o no religiosas de los demás e incluso de las de los que, como yo, elegimos no seguir ninguna tradición –religiosa o no– relacionada con estas fechas. 

Además, les pido que acepten también mis mejores votos para un año fiscalmente provechoso, que contribuya a su realización como seres humanos (en el buen sentido del término) y que sea carente de cualquier forma de complicación médica, todo ello con ocasión del inicio del año 2026 del calendario generalmente aceptado. Todo ello sin distinción de raza, credo, color, edad, capacidad física, denominación religiosa u orientación sexual, ni del que hace tales votos, ni de las destinatarias y destinatarios de los mismos.

Deseo asimismo que el año entrante sea decisivo tanto en éxitos puntuales y concretos en materia de derechos humanos, tanto civiles y políticos, como económicos, sociales y culturales. Deseo sobre todo que el año 2026 nos aporte hechos que frenen o incluso empiecen a revertir el retroceso generalizado en derechos efectivos que venimos padeciendo desde el inicio del milenio.

Deseo asimismo que las situaciones masivas de conculcación de derechos humanos giren hacia soluciones que pasen por la aplicación de los mismos, ya sea en Palestina, en Ucrania, en Myanmar, en Darfur, en el Congo, en el Magreb y en el Sahel, y en más sitios. Todo ello sin olvidar el apartheid de hecho que se practica contra las mujeres en Afganistán e Irán, aunque sea en contextos distintos a pesar de las similitudes a primera vista. Todo ello sin perjuicio de lo que ocurre en otros lugares sombríos del mundo.

Les insto a no dejarse llevar por ese pesimismo de que los derechos humanos se han acabado. Nada más lejos de la verdad. Por el contrario, estas tragedias lo que señalan es que son más necesarios y actuales que nunca. Si creemos que están acabados es cuando triunfa el poder en forma de autocracia.

Espero que el año 2026, con su mes de noviembre, nos traiga unas elecciones de mitad de mandato en EE.UU. que marquen el inicio de la decadencia del poder de Trump, y con ello el comienzo del retroceso generalizado de las autocracias y totalitarismos que fomenta. Y tengo motivos para pensar que así va a ser. Aunque no será fácil. Pero nadie dijo que lo fuera a ser.

Correspondientemente, deseo que los autócratas del mundo –que son muchos y variopintos– sean del color que sean, también vean su poder e influencia muy mermados. Los derechos humanos son la herramienta para controlar el poder, de ahí que deseen abolirlos tanto los que lo detentan como los que quieren tener el poder para ejercerlo de forma autocrática.

También espero que en 2026 las realidades horribles y sombrías que nos amenazan hagan que todos y todas nos percatemos del hecho de que los derechos humanos son universales y que no hay perpetrador bueno. Quien sostiene que hay perpetrador bueno sólo quiere sustituir una autocracia por otra. El hecho de que un perpetrador tenga menos víctimas en su sangriento haber no hace que sea bueno ante un perpetrador que tenga más. La justicia internacional será quien calificará la magnitud de los crímenes pero siempre siguiendo la pauta de que a igual conculcación, iguales derechos.

Confío en que, con la aportación de nuestros granitos de arena individuales, consigamos la avalancha que ansiamos para recobrar una agenda pública más explícitamente basada en los derechos humanos de forma que podamos avanzar en el objetivo de que nadie se vea en situación de discriminación o exclusión.

Aquí o nos implicamos así todos y todas, o esto no funcionará.

Esta felicitación se limita exclusivamente a los buenos deseos habituales para esta época del año, y es válida, sin excepción de ningún tipo, por un periodo de un año, o hasta que emita la felicitación correspondiente a otra festividad siempre que ello se produzca antes de expirar dicho año. El término “festividades” tal y como se utiliza en la presente felicitación no queda intencionadamente limitado a las habituales celebraciones ni ritos judeo-cristianos ni a las actividades correspondientes organizadas por ninguna otra denominación, comunidad o creencia religiosa con carácter organizado, jerarquizado o espontáneo, o carente del mismo.

ADVERTENCIA: esta felicitación está sujeta a aclaración o retirada, y puede ser revocada a la exclusiva discreción de quien la emite en cualquier momento, por cualquier motivo relacionado con discursos de odio o discriminatorios de cualquier tipo. Esta felicitación puede ser objeto de libre transferencia siempre que sea sin alteraciones al original. Esta felicitación no implica responsabilidad única por quien la emite de cumplimiento de los deseos contenidos en la misma. La responsabilidad del cumplimiento de los deseos emitidos recae en todas y todos.