medida que nos alejamos del pasado, empezamos a ser más conscientes de las dificultades que tiene cicatrizar bien todas las heridas y lograr un marco de convivencia en el que nos reconozcamos todos. Para la izquierda abertzale, el daño hecho ya está reconocido y la memoria es un ejercicio en el que caben diferentes relatos. Para los demás, superar la pantalla del pasado exige una evaluación ética desde la perspectiva de los derechos humanos. Manteniendo la esperanza en que alguna vez se cierre, la de la lectura de lo ocurrido va a ser una herida que nos va seguir acompañando con periódicas réplicas sísmicas como la reciente entrevista de Maddalen Iriarte. Pero si el pasado no se puede cambiar y su interpretación es una carga que tendremos que acarrear, estamos a tiempo de escribir el futuro de otra forma para no lastrar más esa mochila. El colectivo ciudadano Gogoan ha pedido a los ayuntamientos de Errenteria, Hernani y Oiartzun, gobernados por EH Bildu, que eliminen murales y símbolos que ocupan el espacio público en sus municipios y cuya presencia daña a las víctimas. Ayer, el Foro Social celebró su asamblea anual e identificó tres nudos a desatar para avanzar en la convivencia democrática. El primero de ellos pide "dotar a todas las víctimas de los derechos que les corresponden". Parece evidente que un derecho que asiste a las víctimas es disfrutar de un espacio público que no agrave su dolor.