i hace un año -cuando por estas fechas calentábamos tambores para vivir la fiesta entre las fiestas de las y los donostiarras- me hubieran dicho que estaría pensando en el menú de una cena de la Víspera que nunca celebro en casa, solo lo hubiera justificado o explicado como consecuencia de una tragedia. Y así es, aunque no de carácter personal, sino mundial. Creo que, menos los expertos, cuando en marzo nos quedamos en casa nadie pensaba que el COVID-19 iba a estar condicionando nuestras vidas casi un año después. Y lo que nos queda. Pese a todo, y aunque sea celebrándolo con los cuatro de casa, me niego a que el 20 de enero sea un día más en mi calendario. Recuperando y adaptando un tema de hace ya unos añitos, tengo que decir que Donostiarra naiz eta harro nago. Y como militante donostiarra que soy, pese a la subida atroz de la luz y del gas, pienso gastarme unos eurillos para que no se nos olvide que esta fecha tan señalada se tiene que vivir de puertas adentro, salvo salida a los balcones a golpe de tambor, solo por un año. ¡Hasta jamón del bueno voy a comprar! En fin, que vivamos la fiesta desde el corazón pero en pequeñito, que nos emocionemos -seguro que más que nunca- con la Marcha y que nos cuidemos. Que nos esperan las calles en 2022.