l 2020 que está a punto de marcharse pasará a nuestra historia reciente como el año en el que hicimos cola en los supermercados con miedo a no tener papel higiénico. Podía haber sido el símbolo que resumiera nuestra definitiva decadencia: que faltara papel después de evacuar. Hubiera sido un buen corolario de nuestra existencia. Pero lo hubo, porque había abastecimiento. Incluso hubo que publicar entrevistas a responsables de supermercados y empresas de alimentación de que todo estaba en orden. Que los almacenes estaban llenos y que incluso aunque vinieran los marcianos, podíamos abastecernos. Pero colas. Colas, colas y más colas. Reino Unido, que hace tiempo dejó de ser el imperio que fue y que en el fútbol de clubes ha necesitado de capitales orientales para captar talento continental y poder así ser lo que llegó a ser (con las selecciones ya no es tan fácil), tiene miedo. Miedo a que después de Navidad falten algunos alimentos básicos en sus supermercados. Con miles de camioneros europeos en la frontera de Dover, Londres se encamina al brexit definitivo con una nueva cepa del coronavirus de la que poco se sabe y con una incertidumbre que es de las peores cuando todos creíamos, superada la crisis del papel higiénico, que nada más podía pasar.