omo el coronavirus es un mantel que lo tapa todo muchas noticias quedan diluidas, cuando no desaparecidas, de los medios de información, a pesar de hacer resonar nuestra reciente historia. El viernes fue liberada una mujer de 75 años, natural de Burdeos, que llevaba cuatro años secuestrada en un lugar desconocido de África, después de haber trabajado como voluntaria durante años en Mali ayudando a los niños más desnutridos. Las guerrillas yihadistas han accedido a liberarla tras gestiones secretas de los gobiernos y la labor incesante de su hijo, que no se ha resignado. La voluntaria que eligió ayudar a los africanos más necesitados se llamaba Sophie y ha vuelto, tras el secuestro, convertida en musulmana y llamándose Marian. Bienvenido sea su nuevo Dios si le ha permitido soportar la terrible situación. ETA secuestró a más de 70 personas y Ortega Lara, el que más tiempo sufrió el confinamiento obligado, estuvo más de dos años encerrado. La nueva Marian ha estado cuatro años quién sabe dónde, con edad avanzada y mala salud. Pero lo tratamos de refilón. Recuerdo el mal trago que pasé cuando tuve que ir, por gajes del oficio, a tocar el timbre de la familia de un secuestrado porque se decía que lo habían liberado y no era así. Me mandaron a paseo, claro.