l Gobierno español va a prohibir los anuncios de los productos alimentarios considerados insanos que están dirigidos a los menores. Y ya está. ¿Han comprado últimamente un bollo, una bolsa de snacks, una chocolatina? Pues ya no traen ni cromito, en su lugar hay un precioso código pin para entrar en Internet, que permite llevarles a su terreno con la promesa de juegos y premios, que los cromos son muy estáticos para las nuevas generaciones. Los chavales siguen a estas marcas en redes sociales, son socios de sus clubes de fidelización en sus webs y es posible que ninguno haya visto nunca un anuncio de estos productos a los que ahora van a prohibir que contraten espacios publicitarios pero no, claro, que tengan su cuenta en Twitter, Facebook o su propia web, donde desde hace años interactúan con su legión de consumidores menores de edad. Prohibir la publicidad no resuelve nada. Los alimentos insanos, deben estar obligados a advertir en sus envases los peligros que conlleva su consumo habitual, como el tabaco, no vale con poner una letrita o el dibujo de una pirámide nutricional recomendando comer fruta. Incluso habría que prohibir su venta en determinados lugares y para determinadas edades. ¿Han olvidado el acuerdo con los fabricantes para reducir la sal, el azúcar y las grasas saturadas de los productos ultraprocesados en una cantidad tan mínima que muchos médicos ya advirtieron que no cambiaría nada? Pues esto es lo mismo.