o tengo pasta para comprarme un reloj Garmin, que por si no lo sabe es un reloj-inteligente que se usa para correr y que, probablemente, te haga hasta la comida. No tengo pasta, pero no pasa nada, casi mejor, porque si me lo hubiese comprado ahora tendría que volver a pagar diez milloncejos de nada. Es lo que pide un grupo de hackers rusos que ha ciberatacado a esta empresa y no solo se ha quedado con los datos de los usuarios, sino que ha bloqueado todos los sistemas y los relojes de muñeca, que te miden los kilómetros que haces, el ritmo cardíaco y otra serie de variables de los deportistas, se han convertido en algo así como unos pisapapeles. Tengo un grupo de amigos que se está preparando para la Behobia y que dice que si no hay Garmin, no hay running. Pero no se preocupen, que si la empresa no paga ya habrá alguien que lo haga; qué son diez millones de nada para el mejor postor en un mundo donde lo más preciado son los datos y, sobre todo, si están vinculados a por dónde nos movemos en nuestro día a día. Yo que usted, si tiene un bicho de estos, iría cambiando las claves de su correo -sobre todo, si usa siempre la misma-. Yo, por mi parte, voy a dejar mi reloj-inteligente de marca blanca en casa y voy a resucitar el Seiko que perteneció a mi aitona; por lo menos, dará la hora.