o parece tan complicado. Se coge la mascarilla, si quieren de las gomitas de sujeción o si quieren poniendo los dedazos en medio, se arroja en el cubo de la fracción resto o en una papelera y se repite la operación con los guantes, si los lleva. Ya está. Fin de las instrucciones. ¿Que uno tiene mala puntería? Pues se acerca más al cubo, aquí no hay pasos como en baloncesto. Y además, la papelera está a ras de suelo, es fácil atinar. Pero ni por esas. Cada vez se ven más mascarillas y guantes tirados en el suelo, en los jardines, en todas partes. Bajo el lema Recoge el guante, el Gobierno Vasco ha impulsado una campaña en la que se ha visto obligado a contar lo básico: no se pueden tirar por todas partes las mascarillas y los guantes. Tampoco se reciclan, ni las pantallas faciales por mucho plástico que tengan porque no son un envase. ¿Dónde hay que tirar todo esto? Al cubo de la basura. Al de rechazo. A la fracción resto. Al de toda la vida. ¡Que no es tan difícil! El fin del confinamiento ha devuelto la contaminación a la calle, pensábamos que iba a ser por la movilidad del tráfico debido a la vuelta masiva de la gente al curro, pero resulta que ahora también están los que arrojan sus mierdas, que además pueden ser infecciosas, al suelo. ¿Se acuerdan de aquello de que de esta íbamos a salir mejores?