l atlas de las nubes, dirigida por Tom Tykwer y las hermanas Wachowski -responsables de, pronto, la tetralogía Matrix-, es una película de 2012 que adapta la novela homónima que David Mitchell publicó en 2004. Sin intención de destripar la trama, he de decir que es una historia fantástica -en todas las acepciones del término- que establece historias en varios planos temporales: comienza en el siglo XIX, pasa por varios momentos del XX y XXI, y se adentra mucho en el futuro. En uno de esos distantes futuros que, yo pensaba, no hemos alcanzado, uno de los personajes se refiere a las películas del pasado, es decir, de nuestro presente, como disneys. Es decir, en vez de utilizar los conceptos películas o pelis dice “Vamos a ver alguna disney”, intentando demostrar al espectador que en un momento la compañía del ratón Mickey habría logrado el monopolio del séptimo arte; algo que prácticamente ha logrado en el 2020. Tanto es así, que sus acciones determinan las de la competencia. ¿Qué ocurre cuando una compañía acumula todo el poder? Que puede hacer lo que quiera. Así, asistimos a la poscensura y comprobamos con tristeza cómo Disney alarga digitalmente la cabellera de Daryl Hannah en Un, dos tres... Splash (1984), en la versión que exhibe la plataforma Disney+, para que no se le vea el culo en una escena en la que la sirena vuelve al agua. No hay más opción, corran a comprar sus películas favoritas en DVD, antes de que la mojigatería haga estragos en el pasado que reconocemos.